Los acontecimientos en América Latina, específicamente en Venezuela, Argentina y Brasil, indican que la izquierda, como movimiento electoral, está consolidando un proceso de reflujo. No debe extrañar, porque así suelen ser los movimientos políticos trascendentales.
Cuando las dictaduras sucumbieron, llegaron al poder facciones que iban desde la derecha al centro-izquierda. Posterior a ello fuimos testigos del flujo de la izquierda electoral, a tal grado que el continente casi se tiñe de rojo.
Hoy, viene el reflujo. Venezuela perdió el congreso (y sus líderes culparon al electorado); Argentina perdió la presidencia y demás; Brasil enfrenta una grave crisis en la que la presidenta puede ser sustituida y el líder símbolo es señalado y salpicado por la corrupción.
En El Salvador la situación no es de tranquilidad. El ex presidente que inició el ciclo histórico del ascenso de la izquierda al poder es hoy expuesto como un corrupto y procesado por enriquecimiento ilícito, lo que es algo vergonzoso hasta en el grado de presunción para un líder de izquierda.
También el actual vicepresidente es señalado en un asocio con un presunto narcotraficante internacional.
Se tiene el conocimiento de empresas ligadas a izquierdistas han salido en los cuestionados Papeles de Panamá; o sea… ¿Dónde está la diferencia?
Hasta ahora las respuestas de los personeros de izquierda que están provocando el reflujo no son muy convincentes.
Pero la sociedad tiene sabiduría: un breve sondeo en el que preguntamos si este escándalo en el que están involucrados líderes de izquierda son campañas políticas o si deben investigarse, la segunda propuesta supera por más del doble a la primera.
Estimamos que las fuerzas de izquierda deben hacer un esfuerzo inmenso en superar ese pragmatismo que ha ocasionado apartar la ética de la acción política. La izquierda nació y se engrandeció en las luchas populares precisamente al criticar la arbitrariedad y el abuso de las derechas políticas, que en conjunto con las oligarquías ahogaban en la pobreza a las mayorías de nuestras sociedades.
Si algo útil tendrá este reflujo es que sectores nuevos y jóvenes retomen el legado democrático, ético y liberador de las izquierdas y barran con la basura de la corrupción y el abuso.