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Recuerdos de Praga y guerrilla boliviana

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Los siete miembros del grupo guerrillero boliviano, que habí­an sido capturado en Arica, Chile, estaba recuperando parte de sus condiciones fí­sicas, después de varias semanas de interrogatorios y torturas;  el comandante del grupo era un trabajador minero, otros tres también habí­an tenido el mismo oficio, junto a dos estudiantes y un cocinero (Chef). Estaban  seguros que no serí­an fusilados y que pasados unos meses o años serí­an expulsados del paí­s. La incertidumbre era como continuar su lucha revolucionaria, tomando en cuenta que la operación guerrillera habí­a fracasado, el apoyo logí­stico ya se habí­a desmontado, habí­an perdido contacto con sus amigos a nivel internacional; tendrí­an que regresar a Bolivia para continuar luchando por los trabajadores, luego de un tiempo de asilo en otro paí­s.

El Profe logró ganarse la confianza del comandante guerrillero cuando se dieron cuenta que tení­an un amigo revolucionario en común; se trataba de la persona que habí­a servido de enlace entre el Partido Comunista Boliviano y el Ché Guevara, en las selvas bolivianas, cinco años atrás. El Profe lo habí­a conocido en Praga en el año 1961, cuando esa persona era dirigente estudiantil y fungí­a como representante de América Latina en la Unión Internacional de Estudiantes, una organización estudiantil apoyada por la Unión Soviética; se habí­an hecho muy amigos; tres años después, el Profe lo llevó a El Salvador para que diera una conferencia magistral en el Paraninfo de la Universidad de El Salvador, en el marco del Primer Congreso de Bienestar Estudiantil Universitario, una de las acciones estratégicas en el proceso de reforma universitaria que estaba siendo impulsada por el Rector Fabio Castillo Figueroa. Continuaron en comunicación por varios años hasta que apareció el diario personal del Ché Guevara, en donde este comandante guerrillero escribió que el personaje en cuestión lo habí­a decepcionado, por su falta de decisión y apoyo logí­stico. El comandante del grupo guerrillero que se encontraba como preso polí­tico en Chile, le contó al Profe que ese personaje era su compañero y que habí­a preparado todo el apoyo logí­stico para que su grupo guerrillero estableciera una base de operaciones en territorio boliviano.

El Profe y los miembros del grupo guerrillero se hicieron muy amigos, apoyándose mutuamente durante los siguientes dos meses; fueron trasladados a la capital (Santiago), allí­ estuvieron un mes y medio en un refugio para aproximadamente ochenta presos polí­ticos extranjeros (algunos de ellos junto a sus familiares), bajo bandera de Suiza; formaron parte de la comisión de logí­stica interna de ese refugio (aseo, comida, atención médica y psicológica, así­ como servicio social), el Chef guerrillero se hizo cargo de la cocina.

Pasaron unos diez años, el Profe ya era consultor internacional del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), con sede en Yaracuy, Venezuela; estaba leyendo el periódico y se dio cuenta que el antiguo comandante guerrillero era un famoso dirigente de los trabajadores en Bolivia; quince años más tarde vio en la televisión que ese personaje habí­a sido nombrado ministro de industrias de ese paí­s.

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Santiago Ruiz
Santiago Ruiz
Columnista Contrapunto.

El contenido de este artículo no refleja necesariamente la postura de ContraPunto. Es la opinión exclusiva de su autor.

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