El enfoque multidimensional de la pobreza y sus cinco dimensiones: 1) Educación (inasistencia, rezago); 2) Condiciones de vivienda (materiales, hacinamiento); 3) Trabajo y seguridad social (subempleo, desempleo); 4) Salud y servicios básicos de seguridad alimentaria (falta de servicios, agua, inseguridad alimentaria); y 5) Calidad del hábitat (espacios públicos, delitos), nos describe a un El Salvador bajo los siguientes datos: 35.2% viven en condición de pobreza, esto implica 606,000 hogares en dónde residen 2.6 millones de personas; los indicadores específicos revelan mejor la foto: baja educación de adultos (97.7 %), falta de acceso a la seguridad social (90.8 %), subempleo e inestabilidad del trabajo (84.4 %), falta de acceso a saneamiento (83.7 %), y hacinamiento (79.6 %) (Sánchez Masferrer, M et AaVv, 2015).
A este cuadro poco favorable se le suma el impacto de la pandemia COVID19; en efecto, las medidas de distanciamiento social y aislamiento para contener la curva de contagio viral afectan directamente en las dimensiones: educativa, trabajo y seguridad social, salud y servicios básicos de seguridad alimentaria. Todo indica que se van a perder cientos o miles de empleos, que disminuirá la liquidez familiar, que se cerrarán pequeñas empresas, que disminuirán las remesas y que el gobierno quedará en una situación fiscal complicada para ayudar en el mediano plazo; no sería de extrañar que se incrementen los niveles de delincuencia por la situación. Para conocer más sobre el impacto del COVID19 en la economía: https://observatoriocovid19.sv/economia.html
Siendo realistas nos preguntamos: ¿qué se puede hacer frente a este panorama?; veamos algunas propuestas que se salen de los cánones oficiales tradicionales de medidas macroeconómicas estructurales.
I.- Solidaridad pragmática
Solidaridad es un “imperativo categórico” en éstas circunstancias, pero no se trata de una idea o discurso, se debe reflexionar y diseñar acciones sociales para fomentar una cultura solidaria, es decir un modelo pragmático. Me inclinaría, en primer lugar, proponer una campaña masiva que estimule la solidaridad; en segundo lugar, diseñar estrategias para establecer prácticas de cooperación entre los que tienen y los que no tienen los mínimos esenciales para vivir, creando circuitos municipales y locales de ayuda.
II.- Adoptando causas
Empresas o personas naturales podrían adoptar causas o iniciativas de ayuda en diversas líneas, en el marco de programas de responsabilidad social empresarial y/o personal; éstas causas o iniciativas a ser adoptadas podrían apuntar a: comedores municipales, becas, empleos temporales, contrata para ayudar. No se trata de regalar o hacer paternalismo, sino de diseñar soluciones a problemas, involucrando a los afectados.
III.- Nuevo comercio
En ésta nueva lógica que viviremos tendremos que sacrificar utilidades y fomentar la movilidad de recursos y dinero; en este contexto, se sugiere revisar los márgenes de utilidad empresarial y comercial para que la gente pueda comprar y gastar más y así movilizar la economía, obviamente sin poner en riesgo las operaciones empresariales y productivas. Se sugiere que las empresas y comercios hagan saber éstas medidas que están tomando.
IV.- Revisar el equipaje
Es posible que en muchos hogares y empresas tengamos cosas y recursos “de tiempos normales”; en este contexto, debemos revisar el equipaje y hacer más ligera la carga; esos posibles excesos, cosas o recursos pueden servir para ayudar a otros; así, se pueden crear ventas de garaje, ferias, en dónde la gente puede comprar cosas usadas a menor precio y su vez, con los ingresos, invertir en proyectos solidarios.
V.- Consumir lo nuestro
Sin menos cabo de muchos productos importados que solemos consumir, deberíamos hacer un esfuerzo intelectivo y selectivo, para procurar la compra de productos locales y así estimular nuestras empresas; además, comprar más en mercados locales, dándole vitalidad a lo hecho en casa.
VI.- Menos intereses y más capital
Sugerimos al sector bancario, que es fundamental en nuestro modelo de libre mercado, flexibilizar sus políticas crediticias por un tiempo, sobre todo bajando -en la medida de lo posible- sus tasas de interés para mejorar el capital doméstico y así se estimule la circulación de efectivo en el comercio local.
VII.- Más becas
Para no deprimir más la situación educativa de la población salvadoreña, pautada por la baja escolaridad y las altas tasas de deserción, los colegios y universidades privados debemos amplificar la capacidad de nuestro sistema de medias becas y becas; asimismo, en el sector público habrá que diseñar medidas excepcionales para evitar la deserción educativa y recuperar a muchos estudiantes que dejaría de estudiar por asuntos económicos.
VIII. Una Cooperación distinta
La cooperación Internacional siempre ha tenidos dos lógicas complicadas: a) Trabajan sólo a través del gobierno; y b) Poseen altos costos burocráticos para su operación; en este contexto, sugerimos modificar los patrones de incidencia, trabajando directo con problemas locales y disminuir la carga administrativa privilegiando la contratación local de recursos para lograr el impacto deseado.
IX.- Gobiernos Municipales como último empleador
Los gobiernos locales tendrán nuevos recursos producto de los préstamos de la crisis; en lugar de regalar canastas y hacer proselitismo electoral, recomendamos la creación de términos de referencia para contratar a ciudadanos de cara a resolver problemas del Municipio; trabajos de pintura, infraestructura, bacheo y reparación de caminos, remozar escuelas y unidades de salud, entre otros proyectos pueden estar en su agenda.
X.- No dejemos fuera la cultura y el arte
Debido a la emergencia y a necesidades de primera necesidad podríamos correr el riesgo de olvidarnos de la cultura y el arte, cosa que suele suceder; el segmento de artistas en sus diversas disciplinas está pasando por un momento difícil: artesanos, pintores, escultores, payasos, actores, actrices, músicos, bailarines, poetas, escritores, tienen un rol importante en la sociedad y no los debemos dejar de lado. En cada Municipio se debe crear una política específica para fomentar el trabajo artístico y cultural.
No son las únicas ideas, puede haber otras, pero sí es necesario comenzar a actuar ya, prepararnos para la “nueva normalidad”; todos tenemos que poner de nuestra parte, nos tenemos que activar y reaccionar ante la crisis que se avecina. En las comunidades, ADESCOS, colonias, empresas, iglesias, colegios, universidades hay que reactivar urgente un comité pro crisis, diseñar un plan de trabajo y comenzar, mañana será tarde…
(*) Oscar Picardo Joao: [email protected]