sábado, 27 abril 2024

Primera entrevista acerca del Ministerio del Olvido

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Por Jorge Molina Aguilar

A Ovidio Silfaeno le permitieron hacer un breve —brevísimo‚— reportaje sobre el Ministerio del Olvido, o como le dicen con cariño aquí “el ministerio del más acá”. Todavía cuesta entender quienes son sus “informantes” porque adquirir contacto de ese tipo no es fácil. Uno tiene que estar bien conectado. A la fecha, dos personas han tenido esa oportunidad, un fotógrafo cubano y hoy, nuestro querido Ovidio Silfaeno, a quien con mucho cariño le decimos “Silfa” cuando se porta bien y manda los reportes de las entrevistas a tiempo.

Pero en esta ocasión Ovidio entregó el reporte tarde, aún así, lo queremos y estamos entusiasmados de permitirle leer en voz alta su reporte, pues parece urgente y por eso vamos a saltarnos los cantos, las presentaciones y algunos protocolos, aunque no todos. Bien sabemos que si saltamos el ceremonial, es posible que no salga el Sol mañana, o peor aún, que la Luna se nos vuelva a esconder. No es algo de todos los días que tenemos información de primera fuente acerca de cómo funciona ese ministerio. Así, Ovidio, pase usted mi querido hermano a leer su reporte, tómese su tiempo, cuéntenos con detalle lo que pasa en ese ministerio.

Ovidio usaba una ropa que fusionaba el estilo clásico de otros mundos. Su mundo era del arqueólogo latinoamericano de los años 60 -camisa de vestir blanca, con mangas largas recogidas y cuello vampirizo, y claro, un chaleco con un montón de rollos sin revelar, notas, cuadernos, llaves, chocolates y mucha esperanza. También combinaba el estilo de reportero filipino de los 80. De ese modo no le faltaba un pantalón de paletones con más pliegues que un abanico y zapatos de dos tonos. ¡De dos tonos!

Así, con los hombros encogidos, un cuello tenso como cable de energía, las manos temblorosas, y una voz suave pero ronca, Ovidio se acercó a la tarima de los Telendres, nombre propio para la gente que trabaja mucho y descansa poco. Subió lento, pues ya en el pasado había tenido un percance. Ovidio hace algunos tiempos se tropezó y generó risas que duraron varios tiempos más. Fue esa vez que dio un reporte acerca de dos reinas que eran amantes, y al final resultaron ser tres.

Pero una vez en la tarima de los Telendres, procedió al protocolo. Primero, de espaldas, Ovidio hizo una genuflexión y levantó su mano izquierda, y su mirada al lado derecho, y dijo: “por eso que está, pero no me es visible”. Luego procedió a levantarse con calma, se levantó por el lado izquierdo -por error- y luego hizo un giro de 93 grados y medio para quedar viendo al lado derecho. Ovidio hace de nuevo una genuflexión, y con la mano sobre la rodilla izquierda y la mirada hacia arriba dice: “por todo aquello que gobierna el reino de la irreverencia”. Ovidio se pone de pie, esta vez por el lado izquierdo, y sudando de nervios, hace otro giro, ahora de 98.3 grados para estar viendo el lado izquierdo, hace una genuflexión, pero esta vez inclina todo su cuerpo, y, con su plexo hacia adentro, suelta todo el aire, su brazo derecho se estira hacia arriba y su brazo izquierdo estirado hacia el frente, en voz alta y con el poco aire que le queda dice: “por todo aquello que desconozco y que me permite ser ignorante”. Finalmente, lentamente se pone de pie, y un poco mareado y tembloroso, Ovidio da el último giro, no recuerda exactamente la cantidad de grados -está nervioso- pero logra quedar frente a todo lo que es Telendre. Entonces, hace su última genuflexión, y mirando al frente, con los ojos cerrados espera en silencio una serie de aplausos que, dependiendo la cantidad, le permitirán levantarse y continuar, o, repetir el protocolo. Suenan tres aplausos, una pausa, dos aplausos, una pausa, dos aplausos, una pausa y dos golpes a la tierra, que de forma coordinada suenan más fuerte que todo lo anterior. Eso es señal que todo está bien y Ovidio puede avanzar.

Se levanta y se dirige a todo lo que es Telendre, no sin antes saludar en silencio a un delegado del Ministerio del Olvido, que entre tanto protocolo parecía desvanecerse. Así, saca de su chaleco viejo estilo arqueólogo de los 60 un montón de papeles, y entre ellos, su reporte, las pocas notas desordenadas, pero en perfecta organización que él y solo él posee. Ovidio está listo para revelar un misterio. Va a presentar ante todo lo que es Telendre, el funcionamiento de un espacio que carece de sentido y lógica, pero que funciona mucho antes de la existencia del Telendrismo. Sin más que nervios, Ovidio procede:

“Hace unos tiempos tuve contacto con un miembro del Ministerio del Olvido, mi primer instinto fue preguntarle su nombre, pues yo de inmediato me presenté como mis padres y mi madre me dejaron por nombre (Ovidio Silfaeno). Entonces, me fue aclarado, que ninguna entidad o criatura del ministerio tiene asignado nombre, ni cargo, ni jerarquía, todos son considerados olvidos por igual y se dirigen entre sí de esa forma. Se dicen “mire olvido, usted puede desplazarse a la dirección de la calle Nerpola entre la funda del chorro y el árbol de trece mil novecientas hojas y setenta y dos frutos y contando”. Si, en efecto, los olvidos conocen el número exacto de hojas que tiene cada planta y a veces se orientan con ese dato, incluso cuando tienen que ser más precisos, conocen las direcciones de la tierra por la cantidad de ramificaciones de las plantas. Por moda están ocupando desde hace algunos tiempos, los nombres de las calles o las fundas, pero eso es por moda, nada más.

De esa forma conocí ese olvido, y con mucho respeto le pregunté si era posible pasar un día en el ministerio para conocer cómo trabajan y porqué, desde hace algunos tiempos, están en huelga. Él me negó la entrada a los interiores del ministerio, pues es un lugar donde solo pueden permanecer olvidos, no Ovidios, y menos Silfaenos -sus palabras, no las mías-. Pero sí, con mucho gusto, me concedió una entrevista sobre su cotidiano, pues al final, todos los olvidos tienen un cotidiano similar, idéntico y tres veces diferente. Corrí a traer mi magnetófono de casete y con suerte aún tenía uno limpio en chaleco, listo para grabar.

Entonces comenzó la entrevista de ese olvido.

Se levantan un poco antes del primer tiempo, justo entre la pausa entre un tiempo y el otro tiempo, están todos ya despiertos, cada uno viste monocromático de un color diferente; hay tantos olvidos como colores y nunca se presenta una repetición, pues los colores no tienen inicio y mucho menos final. Los olvidos son únicos. Una de sus facultades es que pueden estar en tres lugares al mismo tiempo, específicamente tres, no dos, no uno, es decir, cada olvido es tres olvidos en uno, algo que ellos llaman “trífilismo”. Por ejemplo, en ese momento, ese olvido estaba dando la entrevista, limpiando unos archivos en el ministerio y disfrutando un flan de queso, es decir, trifiliando.

La jornada del Ministerio del Olvido tiene un turno único, pues termina con el último olvido e inicia con el primero, su trabajo desde hace varios tiempos, consiste en una serie de tareas que facilitan a las personas y a las no personas de este mundo a respirar cuando otras personas y no personas van al otro mundo.

Este olvido relata lo siguiente: “cuando uno de ustedes -personas y no personas- termina su trayectoria en este mundo, las personas y no personas que aún siguen, necesitan respirar con la misma fluidez, si eso no pasa, si eso no pasa (si, en efecto, entreviste un olvido que tartamudea cuando se emociona y cuando se pone nervioso) entonces las raíces de las plantas se desorientan, y se van perdiendo los demás, los demás ministerios, hasta llegar al nuestro, al, al, nuestro, el Ministerio del Olvido”. Pero entonces ¿Qué hacen? ¿Cuántos de ustedes existen? Y, ¿por qué han cesado sus labores desde hace algunos tiempos? Pregunté yo, con perplejidad y fingiendo un acento y tono que no me son habituales, al estilo de cualquier entrevista.

Cada olvido está en tres lugares y protege tres recuerdos, por cada persona y por cada no persona hay tres olvidos asignados, y esos tres olvidos están, están, en tres lugares y espacios distintos, pero en los mismos tiempos. Cuando la persona o la no persona termina, termina, termina su trayecto, tres olvidos detienen el curso del tiempo, de ese tiempo en este mundo, e inician sus labores en tres espacios, tres espacios. En un espacio detienen y se presentan a las personas y no personas de este mundo, y mientras el tiempo está detenido, le permiten transitar, le permiten transitar por su mundo que es el mismo, pero más lento. Entonces envían un mensaje a todas las personas y a todas las no personas, este mensaje les dice que una persona o no persona ya terminó su tránsito, que su trayecto a llegado a su punto final y que es necesario ejecutar el protocolo y el manual de procedimientos altos, y el manual de procedimientos bajos.

De ese modo, la primera labor de tres olvidos en un espacio se cumple. Si todo sale como cada olvido espera, entonces, todas las personas y las no personas, son conocedoras y pueden conectar sus pensamientos y sus afectos para una persona o no persona que culminó su trayecto, y así, una cascada de misterios permite que las raíces y las hojas sigan su curso, a la velocidad necesaria.

Luego en el segundo espacio, tres olvidos están con la persona o la no persona que terminó su trayecto, en un espacio pequeño y abierto, donde esos tres olvidos presentan todas las ramificaciones que esa persona o no persona logró en su trayecto. Esa es mi parte favorita, ¡Me encantan las, las, las presentaciones de ramificaciones! Luego se muestran cómo esas ramificaciones permiten la generación de otros mundos, y otras formas, y claro, otros olvidos. Finalmente, esos tres olvidos acompañan a la persona o no persona, hasta llegar a su otro mundo, donde esa persona o no persona es recibida por el otro ministerio.

Mientras eso sucede, en un tercer espacio, esos mismos tres olvidos preparan la documentación necesaria para permanecer en el resguardo del ministerio del olvido. Ese trabajo se sintetiza en un símbolo único, donde cada espacio contiene las ramificaciones de esa persona o no persona. Luego son presentadas a un espacio de agua, y el resto, el resto, no estamos en tiempo suficiente para conversarlo.

(En este punto yo -Ovidio- entendí que todo lo que ese olvido dijo que involucra el agua, es de misterio para las personas y las no personas, pero no para el Ministerio del Olvido. Si ponen atención se darán cuenta que el agua, tienen alguna relación con el código genético de ese olvido, aunque no entiendo bien porqué ni para qué. Es solo una intuición, pero bueno, sigo con la entrevista).

Pero entonces, ¿por qué han detenido laborales desde hace varios tiempos? ¿Es cierto los rumores de una huelga en el ministerio del olvido? Un silencio incómodo y prolongado siguió mi pregunta. Luego de una respiración profunda, ese olvido miró fijamente al lado derecho y dijo: “no, no estamos en huelga”. Lo que sucede es que hay diferencias con otros ministerios, porque esos ministerios están están están haciendo algo que que que afecta nuestra labor.

Pero ¿Qué hacen? ¿Qué pueden hacer que afecte las funciones del Ministerio del Olvido?

De nuevo, otro silencio incómodo siguió. Y como si fuese una repetición, ese olvido miró fijamente al lado derecho y me dijo: “Otros ministerios logran que las personas y las no personas duerman cuando están despiertas, y despiertas cuando están dormidas. Entonces, entonces, entonces (…) nunca están ni despiertas, y nunca están están están dormidas. Y eso, justamente eso, eso, altera el trabajo de cada olvido. Este olvido está aquí, frente a usted, que es persona, que es persona, que es persona, como un acto de irreverencia, como una advertencia.

¿Advertencia de qué? Le pregunté a ese olvido.

Como advertencia, como advertencia de que vamos a regresar, que nuestro ministerio va a regresar a sus funciones habituales y procedimentales. Hemos tomado después de varios tiempos, la decisión de unir esfuerzos, unir esfuerzos con el otro ministerio para enfrentar esta situación. Porque hay personas y no personas que aún esperan su ruta, que no han sido recibidos por el otro ministerio, porque porque porque hay personas y no personas que aún siguen esperando que este mundo, su mundo, se detenga en el t..t..tiempo para r…r…r…espirar, y porque porque porque hay presentaciones pendientes, ramificaciones esperando; y porque…p…orque eso está alterando la velocidad de esta tierra y estos mundos.

¿Eso qué quiere decir? Usted habla de otros ministerios, de uno con el cual han hecho una especie de alianza, entonces, ¿hay otros ministerios del olvido? Por favor, explíqueme, es urgente saber esto.

No, no, no hay otros ministerios del olvido, so…so…lo un Ministerio del Olvido. Si esto no cambia, entonces la velocidad de las raíces y la can…cantidad de hojas se alteran, si eso se altera, entonces todas, todas, todas las personas y no personas van a repetirse, y sin velocidad, este espacio, no puede…n…no puede. Hay tantos ministerios como pensamientos, y tantas cámaras como sentimientos, n…no inician, no culminan, solo enlazan en, en, en, en tiempos. El ministerio del olvido unió sus esfuerzos y está —respira profundo— por encontrarse con el otro ministerio.

¿Cuál otro ministerio? Usted habló de un ministerio que recibe a las personas y a las no personas en ese otro mundo. ¿Cuál es ese ministerio? Díganos por favor.

El ministerio del olvido, ´´ste y otros ol…ol…vidos, unimos fuerzas para enfrentar la situación que detiene el ritmo de las hojas y las raíces, unimos fuerzas para para para cumplir nuestra labor. Después de muchos tiempos, uni…uni…unimos fuerzas con el ministerio del otro mundo, co…co…con ese ministerio, con el Ministerio de los Recuerdos.

Y así, justo cuando quería tomarlo y preguntarle más, ese olvido desapareció. Sé que hay uno de esos olvidos entre nosotros, en representación del Ministerio del Olvido, lo sé, pues han enviado una carta formal para estar aquí presentes. Sé que puede escucharme y quiero que envíe por este medio, tres eventos. Uno es un flan con queso y mostaza; otro, un sobre lleno de preguntas y solicitudes; y el último, es un abrazo de parte mía, de este que hoy se llama Ovidio Silfaeno. Es un abrazo para ese olvido, ese olvido elegante que hoy por hoy se gana su primer reconocimiento en este mundo y adquiere, a partir de este tiempo, su primera mayúscula. Que sea un abrazo sincero para ese ahora Olvido está presente forjando una alianza en la tierra de los recuerdos.

(*) El autor es Miembro del Knowmad Institut, Berlín, Alemania. Académico salvadoreño en la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas y actualmente candidato a Doctor en Ciencias Sociales.

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Jorge Molina
Jorge Molina
Miembro del Knowmad Institut, Berlín, Alemania. Académico salvadoreño en la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas y actualmente candidato a Doctor en Ciencias Sociales y colaborador de ContraPunto
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