Por: Mario Mejía
Sabemos de sobra que la política divide a las personas. En muchos espacios sociales se recomienda no hablar de política ni de religión, para evitar conflictos entre las personas. A lo largo de la historia la política y la religión han sido de las principales causas de todo tipo de conflictos y de guerras. En las redes sociales hierve la polarización política, personas que linchan a otras personas por expresar sus argumentos u opiniones políticas.
Es necesario explicar por qué las personas se ofenden cuando se habla en contra de sus creencias políticas.
Los humanos somos los animales que más poder tenemos en el planeta Tierra. El origen de nuestro poder se encuentra en nuestra alta capacidad de cooperación. Nuestra alta capacidad de cooperación nos ha dado el poder para construir grandes pirámides, majestuosos edificios, aviones, carros, cohetes espaciales etc. Nuestra alta capacidad de cooperación consiste en que, podemos cooperar entre cientos, miles y millones de individuos sin conocernos personalmente. A diferencia de otros mamíferos que sólo pueden cooperar si se conocen personalmente, los humanos podemos cooperar entre cientos, miles y millones.
Los humanos pueden crear gigantescos grupos de cooperación, y los otros mamíferos solamente pequeños grupitos de cooperación.
Una de las causas de nuestra alta capacidad de cooperación, es nuestro poder para crear ideologías morales. Las ideologías morales nos dan una concepción de lo que es bueno y de lo que es malo. La moral no sólo es un pegamento que hace posible la cooperación, también es un fuego que aviva el conflicto entre grupos. El conflicto surge entre grupos con ideologías morales contrarias o antagónicas pelean. La moral grupal llama a ejercer violencia en contra de toda persona que no cumpla la moral que el grupo cree que es la correcta.
En muchos conflictos políticos están implicados conflictos morales. Cada bando moral siente indignación en contra del otro bando moral. Por eso que en las redes sociales, las personas partidarias de una ideología, linchan y ofenden a otras personas con ideas políticas distintas. Creen que esas otras personas tienen ideas malvadas, y eso les provoca indignación y deseo de castigarlas.
Un claro ejemplo de conflicto político donde va implícito el conflicto moral, es en los temas del aborto y la eutanasia. Las personas que apoyan el aborto y la eutanasia, consideran que son legítimos derechos, un ejercicio legítimo de libertad sobre el propio cuerpo, por lo tanto, son buenos y prohibirlos es violencia. Mientras que los opositores consideran que el aborto y la eutanasia son especies de asesinato, por lo tanto son actos malvados y deben ser prohibidos.
Una persona partidaria del aborto y la eutanasia, se indignará en contra de la persona que se opone al aborto y a la eutanasia, la considerará una anti derechos, una persona mala, y por lo tanto, tendrá deseos de castigarla y lincharla en las redes sociales. Una persona opositora al aborto y a la eutanasia, se indignará en contra de la persona que apoya el aborto y la eutanasia, la considerará también una antiderechos y partidaria del asesinato, por lo tanto, una persona malvada que merece ser castigada.
Si crees que una persona es malvada, entonces creerás que merece castigo. Esto explica en gran parte la crueldad de los linchamientos en redes sociales, esto explica en gran parte por qué la política divide a las personas, el porqué de la intolerancia.
Grandes atrocidades de la historia fueron cometidas por personas que creían que hacían lo correcto, que creían sinceramente que estaban castigando a los malvados.
Vemos que, la presencia de conflictos morales en los conflictos políticos, es una de las causas de la intolerancia y la división entre las personas. Los partidarios de diferentes ideologías morales, promueven cada uno, una idea de libertad de expresión que sólo abarque las propias ideas morales y excluya las ideas morales rivales. Pero en una sociedad racional y libre, la libertad de expresión debe proteger la expresión de diferentes ideologías morales, aunque sean contrarias o rivales.
Ninguna ideología moral es infalible, por lo tanto, ningún partidario o institución de una ideología moral, se puede arrogar el poder de decidir qué ideas morales y políticas deben ser amparadas por la libertad de expresión y cuáles no.