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Pobrecito poeta…

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"Roque pidió que interrogáramos 'a la noche de la patria' para que esta nos dijera 'lo amargo de los días que vienen'. Y vienen… El 'pobrecito poeta', ciertamente, sigue vigente".

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Por Benjamín Cuéllar Martínez

No cumplió los cuarenta años pues unos asesinos, dizque “compañeros”, lo ejecutaron el 10 de mayo de 1975. Ya graduado bachiller en el elitista colegio jesuita salvadoreño ‒el Externado de San José‒ anduvo por el mundo de la ceca a la meca estudiando, ejerciendo el oficio periodístico y transpirando política. Fue premiado en Centroamérica y Cuba por su pluma; fue castigado en su tierra por “incómodo” para el poder de uno y otro signo. Entre sus mejores partos literarios se encuentra una obra con tres epígrafes; del segundo, creación de otro connacional llamado Pedro Geoffroy Rivas, rescato lo siguiente: “¡Ah mi vida de antes sin mayor objeto que cantar, cantar, cantar, como cualquier canario de solterona beata! ¡Ah mis veinticinco años tirados a la calle! Veinticinco años podridos que a nadie le sirvieron de nada. Pobrecito poeta que era yo…, burgués y bueno”.

Y hoy parece que es hacia a eso adonde el oficialismo pretende encauzar ‒para su beneficio‒ la causa de Roque Dalton que fue, sin dudarlo, la de reclamar y batallar para que en algún momento les llegue su turno a las personas y las comunidades cuya dignidad fue y es agraviada en nuestro país y en los del vecindario regional. El tiempo de sus mayorías populares para respirar y vivir a plenitud, pues, el respeto de sus derechos humanos. “Ahora es la hora de mi turno, el turno del ofendido por años silencioso a pesar de los gritos”, escribió Dalton.

Los expresidentes Cristiani, Calderón Sol, Flores y Saca, que yo recuerde nunca tuvieron interés en sacarle raja política a la figura del poeta. Obvio que a su partido, el de una derecha recalcitrante cuyo icono fue y sigue siendo el mayor escuadronero nacional, no le simpatizara. Funes y Sánchez Cerén entraron en Casa Presidencial, primero en mancuerna y luego como titular el segundo; ambos defraudaron e indignaron a la familia Dalton, nombrando a uno de los presuntos asesinos de Roque como funcionario durante la década que ‒sumados‒ duraron sus mandatos.

En cambio, parecería que Nayib Bukele desde su campaña proselitista vio conveniente utilizarlo para llevar agua a su molino electorero. Ya instalado este en la silla, el Ministerio de Educación publicó en el 2020 la primera edición digital de la antes citada obra: “Pobrecito poeta que era yo…”, novela que vio la luz tras el cobarde y deplorable homicidio de su autor. No conozco la edición impresa del 2018, pero en la del 2020 –además de los epígrafes de Gavidia y Armijo– mocharon el de Geoffroy Rivas en el cual, además de lo arriba citado, se lee esto: “Vivíamos sobre una base falsa cabalgando en el vértice de un asqueroso mundo de mentiras, trepados en andamios ilusorios fabricando castillos en el aire, inflamando vanas pompas de jabón, desarticulando sueños. Y mientras otros amasaban con sangre nuestro pan, otros tendían con manos dolorosas nuestro lecho engreído y sudaban para nosotros la leche que sus hijos no tuvieron nunca”.

Parte del “mundo de mentiras” y los “castillos en el aire” tiene que ver con el “Plan Cuscatlán”, dentro del cual Bukele incluyó el “Proyecto Dalton” consistente ‒se dijo textual‒ “en una estrategia de gobierno para la realización del programa juvenil y educativo internacional más grande en la historia del país”. Prometió veinte mil becas para realizar estudios superiores en el extranjero, a condición del regreso de sus beneficiarios y beneficiarias a El Salvador con sus conocimientos adquiridos a disposición del país. Buscaría alianzas estratégicas en el ámbito diplomático para su puesta en marcha. El costo presupuestado sería la suma de “voluntad política”, “tiempo” para establecer dichas alianzas y “llamadas telefónicas”.

Quizás por esto último le cutarreó, regateó, restringió ‒del 2020 al 2022‒ recursos a las promocionadas y prometidas “becas” en memoria del poeta inmolado para que, a final de cuentas, ni estos se ocuparan para ello. Ahora resulta que, en diciembre del año recién finalizado, reformaron un antiguo programa similar financiado con fondos derivados de la privatización de la desaparecida empresa pública de telecomunicaciones. Así, las “Becas FANTEL” pasaron a llamarse “Becas presidenciales Roque Dalton”.

No faltará quien pregunte cuál es mi jodedera. Primero: reformaron el reglamento de la ley que dio origen a las “Becas FANTEL” y las rebautizaron, pero además devaluaron el programa en sí. Segundo: prometieron veinte mil becas para jóvenes y “en el primer año de lanzamiento” –el actual– solo “darán igualdad de oportunidades” a mil. Evidente intención electorera. Y tercero: porque Roque pidió que interrogáramos “a la noche de la patria” para que esta nos dijera “lo amargo de los días que vienen”. Y vienen… El “pobrecito poeta”, ciertamente, sigue vigente.

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Benjamín Cuéllar Martínez
Benjamín Cuéllar Martínez
Salvadoreño. Fundador del Laboratorio de Investigación y Acción Social contra la Impunidad, así como de Víctimas Demandantes (VIDAS). Columnista de ContraPunto.

El contenido de este artículo no refleja necesariamente la postura de ContraPunto. Es la opinión exclusiva de su autor.

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