En El Salvador, se produce una muerte de mujer cada día, de estas el 45,21% son muertes de niñas, adolescentes y jóvenes, según la Organización de mujeres por la paz y la vida –ORMUSA-, esto es verdaderamente doloroso y preocupante. En el año en el año 2017, los homicidios en general bajaron un 50% con respecto a 2016, según las autoridades policiales gracias al Plan de Seguridad. Sin embargo, los feminicidios (asesinatos de mujeres por razones de género) en el año 2017 solo bajaron un 5% con respecto a 2016 y la violencia sexual y las desapariciones se mantuvieron en parecidas cifras en los dos años. El Plan de Seguridad del Gobierno de El Salvador no ha abordado debidamente el problema de la violencia contra las mujeres, como un problema de seguridad.
A pesar de que el país cuenta con legislación para prevenir, sancionar y erradicar la violencia contra las mujeres como la Ley Especial Integral para una vida libre de violencia para las mujeres (LEIV); y contempla mecanismos muy concretos para operativizarla, la Política Pública en materia de Seguridad, no ha contemplado medidas específicas para la prevención y el combate de la violencia contra las mujeres en el Plan de Seguridad para reducir o minimizar los delitos contra las mujeres.
Particularmente grave es que actores políticos como diputados y diputadas, en lugar de exigir el cabal cumplimiento de la LEIV y sus mecanismos, y de exigir incorporarla en la Política de Seguridad, hacen propuestas como las de castrar a los violadores, incrementar la pena a menores de edad por sus delitos y crear grupos paramilitares de autodefensa para combatir la inseguridad. Estas propuestas, además de poco racionales, ¿enfrentarían eficazmente la inseguridad que afecta a las mujeres?. Creemos que no, pues la violencia contra las mujeres está ligada a una cultura patriarcal, y a patrones de dominio y subordinación muy arraigados en la masculinidad hegemónica de violencia y discriminación que ejercen muchos hombres contra las mujeres en nuestro país y que se hace necesario desmontarlos.
Combatir esos patrones de violencia y discriminación contra las mujeres, se hace imprescindible, desde la familia, la escuela, los medios de comunicación y la salud. La urgencia de una Política y un Plan de Seguridad que tome en cuenta la violencia contra las mujeres y sus causas, que incorpore la prevención, sanción y erradicación se hace necesaria. De lo contrario seguiremos preocupados/as cuando nuestras hijas o nietas salen de casa ya sea a la escuela, trabajo o a lugares de diversión. Necesitamos Planes de Seguridad, que aborden integralmente la violencia contra las mujeres, de lo contrario, las cifras sobre violencia que afectan a las mujeres continuará agravándose, perdiéndose más vidas de mujeres y la seguridad solo será privilegio para unos cuantos.