En los últimos días hemos sido prácticamente bombardeados con una serie de noticias muy difíciles de digerir. Tal es la lista que cuando me disponía a ofrecer mi opinión o análisis de una, aparecía una nueva con igual o mayor importancia y mi discurso, ya planteado y a punto de pedir la publicación, sufría un cambio por nuevas apreciaciones o percepciones diferentes.
El caso es que no pospondré más la tarea y pasaré a explicar la razón del título de este artículo, siendo que ya hace días conmemoramos nuestra fiesta patria. Y es que si reflexionamos un poco sobre los últimos acontecimientos nos daremos cuenta que ahora, en pleno siglo XXI, es cuando más esclavos somos, dependiendo de politiqueros que lo único que desean es “su” mejora, “su” bien común, atender “sus” intereses privados, y en ningún momento el de todos los salvadoreños, quienes facilitamos su ascenso al poder. Bien lo dijo uno de los Siete Sabios de Grecia, Pítaco de Mitilene: “Si queréis conocer a un hombre, revestidle de un gran poder”.
La RAE define al politequero/ra, como alguien que politiquea, del verbo politiquear que tiene como acepciones: Intervenir o brujulear en política, tratar de política con superficialidad o ligereza, hacer política de intrigas y bajezas. Esto difiere totalmente del concepto de político, es decir, una persona preparada y con espíritu de servicio, incapaz de prestarse a juegos sucios, mucho menos a admitir actos de corrupción que puedan ensuciar su transparente gestión o trayectoria de vida.
Para muestra un botón: la inasistencia del Presidente de ARENA a la reunión convocada por el presidente Sánchez Cerén en CAPRES para tratar el asunto del déficit fiscal. En su lugar envió al diputado René Portillo Cuadra. ¿Voluntad de diálogo, de consenso? No lo parece. Más bien es el juego de “tiremos de la cuerda” a ver quién cae primero.
Sin embargo la respuesta es más que obvia: El Ing. Mauricio Interiano no es la persona idónea para tratar el tema de pensiones, por ejemplo, dada su estrecha relación como accionista de AFP CRECER. Nuestro problema es que tenemos una memoria histórica bastante limitada y apenas recordamos lo que pasó ayer, ya no digamos de 1998 cuando las AFP se adueñaron de los fondos de pensiones que ahora nos cantan que el gobierno se quiere robar, durante la gestión del Presidente Armando Calderón Sol. Ese fue el robo del siglo y lo permitimos.
En cuanto al partido de gobierno, hay mucha más tela que cortar. No se comprende que hasta el día de hoy el gobierno haya protegido la fuga del expresidente Mauricio Funes, siendo que el Sr. Funes siempre se pronunció como candidato y luego presidente sí, pero nunca estuvo afiliado al partido. O los asocios de diputados y figuras claves del gobierno con ALBA Petróleos, por decir lo más evidente o superficial.
Esos compromisos con la empresa privada, cuotas de poder, beneficios por sudar la camiseta, corrupción en mayor o menor escala, todo, todo es lo que nos está haciendo daño y está llevando a este país a la debacle.
¿Quién ha dicho o dónde está escrito que los cargos públicos deban servir para beneficiarse a sí mismos y a su entorno familiar?
Por ello pido la independencia. Pero una verdadera independencia, en la que el servidor público sea eso: una persona comprometida con el bien común, capaz, consciente de la problemática de nación. La figura del candidato independiente, que sea elegido por sus capacidades y desempeño profesional se hace necesaria en la actualidad. Reflexionemos y consideremos de nuevo esta posibilidad. Quiero creer que aún estamos a tiempo.