Por Rubén Aguilar Valenzuela
Después de meses de trabajo de una comisión binacional, los gobiernos de México y Estados Unidos llegaron a un acuerdo, para combatir en estrecha colaboración al crimen organizado y reducir el consumo de las drogas duras.
El pasado viernes, durante el Diálogo de Alto Nivel en Seguridad, realizado en la Ciudad de México, el equipo mexicano, a la cabeza del canciller Marcelo Ebrard, y el estadounidense, a la del secretario de Estado Antony Blinken, firmaron el “Entendimiento Bicentenario”.
Este pacto establece el marco de la cooperación entre los dos países en materia de seguridad y sustituye a la Iniciativa Mérida, acordada en 2008, por los gobiernos de Felipe Calderón y George W. Bush, que se mantuvo en los gobiernos siguientes de ambos países. Dio pocos o nulos resultados. Hoy México es más violento y Estados Unidos consume más drogas.
La pregunta de entrada es si el nuevo convenio va a reducir de manera significativa la acción, en muy diversos campos, del crimen organizado en México, en particular los niveles de violencia, y también si van a bajar los niveles de consumo de drogas en Estados Unidos con las secuelas que esto deja.
El acuerdo contempla seis compromisos: 1) Respeto a los derechos humanos, sin tolerar la corrupción; 2) Prevenir el crimen y trabajar con los jóvenes; 3) Mejorar las cárceles para brindar un trato más humano; 4) Trabajar para disminuir el tráfico ilegal de armas y municiones; 5) Abordar las adicciones con base en la ciencia y un enfoque de salud pública; 6) Luchar contra el crimen organizado y sus nuevos métodos, con inteligencia compartida y nuevas tecnologías.
Y seis acciones concretas: 1) Suscribir un entendimiento para reducir la adicción a las drogas y los daños asociados; 2) Crear una red de prevención del homicidio, para facilitar intercambio de mejores prácticas; 3) Crear un equipo de homicidios, para atender delitos de alto impacto relacionados con organizaciones criminales transnacionales; 4) Integrar un grupo de trabajo sobre regulación de precursores químicos para estandarizar protocolos y regulación; 5) Ampliar la capacitación, el personal y el intercambio de información para fortalecer a los actores de seguridad y justicia mexicano; 6) Incrementar la cooperación forense para ayudar a resolver los miles de casos de desapariciones en México.
No se puede estar en desacuerdo con los compromisos y las acciones concretas que plantea el “Entendimiento Bicentenario”, que establecen el plan conjunto entre México y Estados Unidos, para combatir el crimen organizado y la violencia. Surgen, con todo, muchas preguntas: ¿Cómo se va a garantizar que el plan opere? ¿Quién lo va a financiar? ¿Cuáles son los indicadores de éxito? ¿Cómo se medirán sus resultados? ¿Cuáles serán los mecanismos para informar a la sociedad? A México le urge que el acuerdo funcione.
Twitter: @RubenAguilar