domingo, 6 octubre 2024

Ni martillo ni danza: Al SARS-CoV2 se le caza y se le aísla

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Tomás Pueyo planteó el abordaje de la pandemia de COVID19 con una alegoría: “Coronavirus: The Hammer and The Dance”, y con este modelo diversos gobiernos adoptaron medidas duras –martillo: cuarentenas- para luego iniciar el proceso de reapertura –danza-.  

La lógica e identidad de este virus y sus formas de contagio es muy simple, y sabemos que si en 15 días un contagiado no ha tenido posibilidad de reproducir el contagio a través de microgotas​ o gotas de Flügge​ todo termina. Más que cuarentenas, lo que se necesita para combatir efectivamente esta epidemia es un trabajo de identificación de nexos epidemiológico y aislamiento. 

Considerando el número reproductor básico o “R⓿” partamos del hecho que una persona contagiada podría afectar de modo recurrente a cuatro o nueve personas en un día, a partir de sus rutinas. Quisiera poner el ejemplo del Departamento de Morazán, que al día de hoy (25 de junio de 2020) tiene 15 casos; si nadie hiciera nada en materia preventiva, bioseguridad o distanciamiento, mañana pudiéramos tener 60 casos o 135 casos, con los diversos “R⓿”. Al estar identificados con pruebas estos 15 casos, sabemos su domicilio y sus posibles nexos, de tal modo que si los controlamos y aislamos el “R⓿” debería ser ≤1. 

¿Cómo podría funcionar un modelo de control epidémico basado en la “cacería” y aislamiento de casos para El Salvador? considerando sus características demográficas y densidad poblacional: 

Según la estadística epidemiológica, inclusive se podrían realizar segmentaciones a nivel regional, municipal, comunitario, por barrios y/o urbanizaciones. 

El Caso Morazán

Morazán tiene 26 Municipios y 15 casos de contagio: Arambala; Cacaopera; Chilanga; Corinto; Delicias de Concepción; Divisadero; El Rosario; Gualococti; Guatajiagua; Joateca; Jocoaitique; Jocoro; Lolotiquillo; Osicala; Perquín; San Carlos; San Fernando; San Francisco Gotera; San Isidro; San Simón; Sensembra; Sociedad; Torola; Yamabal; y Yoloaiquín. El Ministerio de Salud debe saber en dónde están esos casos. Morazán posee 252,500 habitantes en 1,447 km²; la densidad poblacional es de 173,72 hab/km². Aproximadamente 63,000 familias. 

Con 40 equipos epidemiológicos, correspondería visitar a nivel “censal” a 1,575 familias; a tres visitas diarias 525, en 35 días se cubre el 100 % del Departamento. 

Aislamos Morazán, accesos y los tres puntos ciegos; luego se identifican los casos, se hace seguimiento a los nexos y se establece las cuarentenas de 15 días para todos los nexos, en total 60 o 135 posibilidades. Digamos hipotéticamente, que los 15 casos están distribuidos así: 7 en San Francisco Gotera, 5 Perquín y 3 en Joateca. Luego se aíslan los municipios identificados por 15 días. 

Posteriormente se mide el factor de contagio de cada caso, pudiendo haber dos o tres escenarios; digamos hipotéticamente que habría dos escenarios de 4 y 9 nexos, con casos positivos –luego de aplicar las pruebas 

Contagiados y sus nexos con dos “R⓿”= 4 y 9 

Esta estrategia permite lo siguiente: 

El ejercicio propuesto aquí es un ejemplo; obviamente hay departamentos y municipios más complejos y con una densidad poblacional muy alta; no obstante, se propone una metodología con un criterio epidemiológico posiblemente menos cómodo, pero más efectivo. El COVID 19 es una pandemia de relaciones sociales y su control no implica unilateralmente cierres generalizados o cuarentenas absolutas, hay otras posibilidades metodológicas que se deberían explorar. Tengo entendido que los epidemiólogos de la vieja escuela trabajaban más con criterios de campo; hoy podemos combinar las dos herramientas: el trabajo de campo y las nuevas tecnologías de la información y las comunicaciones.  

¿De qué hablamos?: Dos enfoques epidemiológicos 

“La epidemiología de campo se caracteriza porque está centrada en la intervención para controlar una enfermedad. Esta intervención debe ser además lo más inmediata posible. La obtención de la información y la acción se realiza «en el campo», en el terreno, es decir, en el territorio epidémico. Hay un predominio de la práctica sobre la teoría, y ésta debe tener un carácter «aplicado».  

“La epidemiología social es la rama de la epidemiología que estudia la distribución social y los determinantes sociales de los estados de salud. Tiene la vocación de proporcionar información útil sobre qué políticas públicas aumentan o disminuyen las desigualdades en la salud. Es el polo opuesto de la epidemiología dominante, que opera con factores de riesgo individuales, desconsidera las variables sociales (clase social, ingresos, educación, etnia, país de origen, etc.) y aboga por una «despolitización» de la práctica. La epidemiología social está centrada fundamentalmente en los estudios sobre desigualdades sociales en salud, sobre todo a partir de la comparación de la distribución de indicadores”. (J. del Pozo, Barcelona 2006) 

Para el caso de COVID: El epidemiólogo de campo tiene el objetivo de evitar la transmisión de una enfermedad y controlar el brote que ha roto la tranquilidad de una comunidad. El epidemiólogo social no puede conformarse con la aparente tranquilidad de los períodos interepidémicos. Debe desvelar las causas de las desigualdades sociales en salud, y contribuir a que se reduzcan o a minimizar su repercusión sobre la salud. 

Fuentes: 

  • J. del Pozo, Barcelona (2006), Gaceta Sanitaria; versión impresa ISSN 0213-9111; Gac Sanit20 no.2 Barcelona mar./abr. 2006
  • Pueyo (2020); Coronavirus: The Hammer and the Dance, What the Next 18 Months Can Look Like, if Leaders Buy Us Time; Medium.com 
  • Original publicado en: https://www.disruptiva.media/ni-martillo-ni-danza-al-sars-cov2-se-le-caza-y-se-le-aisla/
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    Oscar Picardo Joao
    Oscar Picardo Joao
    Académico salvadoreño, de origen uruguayo; científico, analista, colaborador y columnista de ContraPunto
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