Me equivoqué, pensé que la fórmula presidencial de ARENA tendría ventaja al llevar como candidata a vicepresidente a una persona de la academia. Sin embargo, los hechos han demostrado que las personas no cambian a ARENA, más bien, en ARENA las personas cambian.
En efecto, la candidata a vicepresidente de parte de ARENA, la Decana de la Escuela Superior de Economía y Negocios, se presentó como una marcada renovación dentro de la derecha política, no sólo por la relativa juventud de la persona en cuestión, sino también, por su antecedente profesional, con el cual, aparentemente, se premiaba los méritos académicos asociados a sus trabajos como asesora, educadora etc., y no a los méritos de “militante”, asociados al trabajo de “campo” dentro de un partido político.
A la vez, el alto grado que la candidata a vicepresidente ostenta dentro de la ESEN, abría las puertas a que muchos de sus cuadros académicos llegaran a ser parte activa en la conformación del proyecto político de ARENA, posicionando así a la ESEN, como un tanque de pensamiento alterno a FUSADES, el cual, ha sido ignorado por su “afinidad” con Simán.
Sin embargo, desde el anuncio de su candidatura, ella ha actuado como “militante” y no como académica, no presentando a tiempo lo que debió ser su prioridad, el programa de gobierno de ARENA, al grado tal, que ya no dispone de los quince días mínimo que de acuerdo a la jurisprudencia, la sala constitucional ha definido como plazo para que un programa sea del conocimiento y discusión de la población, por lo cual, la fórmula de ARENA, debería estar fuera de la contienda electoral.
A veces, cuando aparecen ciertas envestiduras, ya sea como candidata a un cargo público o un grado académico de una prestigiosa universidad, los pies se despegan del suelo, se olvida que sólo se cuenta con una visión parcial, esa es la historia de la académica que se transformó en “militante”.