lunes, 15 abril 2024

Mauricio Valiente: un pintor desconocido

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Oleos, ojos, colores intensos, miradas perdidas, seres vivaces. Trazo fuerte, tosco. Su pasión, su dolor, su amor, su silencio, su grito, su lado oculto.

#4 De la serie no existe

Un dí­a de nuevo en Surú.  Ahí­ estaban, en las paredes azules  pinturas de Mauricio Valiente. Antiguas, firmadas a mediados de los sesentas, rastros de sus dedos en la pasta del óleo… “Son del lobo estepario” me dijo Humano hace años… Oleos, ojos, colores intensos, miradas perdidas, seres vivaces. Trazo fuerte, tosco. Su pasión, su dolor, su amor, su silencio, su grito, su lado oculto. Mauricio Valiente, pintor autodidacta, escultor y ceramista. Nació en Santa Ana el 7 de abril de 1941.

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Santa Ana. El cerro Santa Lucí­a daba los buenos dí­as al Cerro Tecana. Las mañanas al sol se asomaban para entrar a clases, vestir el uniforme blanco de El Santaneco. Las calles aun se desvanecí­an entre la niebla que bajaba del volcán.  Ahí­ se encontraban los niños Rolando Costa, Ricardo Aguilar Humano. Mauricio Valiente, estudiaba en el Liceo San Luis, donde estudiaba la élite, pero él era un joven sencillo, silencioso, manchaba muchos cuadernos, sus primeros dibujos en esas hojas quedaron. Pero ellos tres fueron los mejores amigos.

Muy joven se casa y se traslada a vivir a San Francisco, California, realizando  todo tipo de trabajos. Vivió de cocinero. Tuvo dos hijas. Era el tiempo de psicodelismo, el vio otra cosa. Otra cosa vio. Pintó lo que sintió. Piel adentro, desde el desnudo, sintiendo pintando. La naturaleza. El paisaje rojo, el ojo de alguien. Tras el árbol emerge entre el fango. Como hay que emerger cuando es demasiado ese fango se convierte en una salida, victoriosa. O entre el bambú. Una mujer escultura se retuerce no se sabe si de placer, de dolor, de alegrí­a. Pero dio a ese momento un instante í­ntimo de su expresión de mujer.

El artista, en su tiempo libre se dedica enteramente a pintar llegando a dominar el dibujo y el color, la escultura. Sus trabajos reflejan la búsqueda del ser humano y sus delirios…..pintó muchos desnudos.  Según en recién entrevista con Ricardo Humano, su amigo con quien hasta convivió en San Francisco, “Llegué a conocerle mas de 3000 óleos de pequeño y gran formato y a la muerte de su esposa los va a tirar todos al basurero”….

Mauricio Valiente, regresó a El Salvador a finales de los años sesenta. Llegando a desarrollar investigaciones sobre cerámica de alta temperatura, creó esculturas. “Entre otras cosas desarrolló un Tarot completo demostrando con ello su carácter silencioso, apartado, meditabundo, pero siempre cordial, compasivo y bondadoso”, comenta Humano.

En esos años se organiza una muestra de su trabajo en la Galerí­a Nacional en San Salvador, hoy Sala Nacional de Exposiciones “Salarrué”, en el Parque Cuscatlán, pero a los dos dí­as la desmontan para poner una exposición sobre un paí­s de Asia o algo así­.

Nunca vendió un cuadro. Al fin, mejor regresó a vivir a San Francisco, alejado. Con una rutina nada ordinaria,  toda su vida recluido, sin vida social. Amaba su signo Aries. Murió el 2 enero 2007.

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Carretera a Cerro Verde. Observaba entre el silencio, el paisaje. El vino exquisito ya se habí­a acabado, cuando decidió bajar por la vereda. Bajando entre izotes para llegar al árbol, al gancho y tirarse abrazada a él, quedando abrazada, viendo desde la pendiente el Lago de Coatepeque. Los antojos. Estar en el tercer ojo del lago. Tratando de entender sus pinturas, esculturas, su ser como un lobo, ese lobo estepario que decí­a amar. Aparté mi vaso, de la taberna que la tabernera  querí­a volver a llenarme, y me levanté.  Ya no necesitaba mas vino. La huella de oro habí­a relampagueado, me habí­a hecho recordar lo eterno, a Mozart y las estrellas”¦ (De “El Lobo Estepario” Hermann Hesse).

***

Aí­da, cámara en mano. Bajo la luz perfecta de ahí­. Con los chuchos que son reyes de ese Olimpo, recorrimos las pinturas de Mauricio Valiente en Surú, donde se encuentra resguardada esta magnifica pequeña colección, agradeciendo el acceso para captar la obra que queda de quien fuera un pintor desconocido.

*Fotografí­as de Aí­da Ramí­rez

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Tania Primavera
Tania Primavera
Promotora cultural, museóloga, escritora y periodista salvadoreña. Colaboradora en temas de Artes y Columnista de ContraPunto
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