Este número de la revista-libro lo coordina Mariana Méndez-Gallardo. Es el segundo que Artes de México dedica a Goeritz. Escriben cinco estudiosos de la obra del artista alemán que en 1949 llega a vivir en México. El primer texto es de Ida Rodríguez Prampolini y se toma de Los ecos de Mathias Goeritz. Ensayos y testimonios, publicado en 1997 por el Instituto de Investigaciones Estéticas (IIE), de la UNAM. Se ofrece una panorámica amplia y bien estructurada del trabajo que éste realiza en México.
El segundo ensayo, La fiesta de los sentidos, es de Mariana Méndez-Gallardo. Aborda la idea que Goeritz tiene del arte total. “Sigo viviendo, dice él, con la ilusión de un Arte Mayor. Un arte que se desligue de la egocéntrica pequeñez de una ambición individual. Aunque la palabra suene pedante, sigo creyendo en la Gesmtkunstwerk (obra de arte total)”. La construcción del Museo Experimental El Eco, es un ejemplo acabado de esta propuesta. Daniel Garza Usabiaga, escribe el tercer ensayo, Mathias Goeritz y la integración plástica. En el explica la propuesta del artista para articular diversas expresiones artísticas en un todo. De manera particular el caso de la arquitectura, la pintura y la escultura. Se hace mención también al trabajo de herrería y a los vitrales que diseña el artista.
La poesía concreta, piedra angular en la obra de Mathias Goeritz, el cuarto texto, es de Graciela Kartofel. Aborda de manera amplia el trabajo poético que desarrolla el artista. Él cultiva tanto la poesía visual como la poesía concreta. El mensaje visual prevalece sobre el semántico y los poemas, dice el autor, “se componen de letras, signos de puntuación, palabras, diseños aleatorios y dibujos” y añade que “la poesía concreta, en cambio, tiene una singular resonancia acústica, lo mismo cuando se integra por letras que cuando lo hace por firmas”.
Leonor Cuahonte, en La voz del artista, ideas escritas, el quito ensayo, analiza los ocho manifiestos que de 1949 a 1976 elabora Goeritz, en los que plantea sus ideas sobre al arte y el trabajo del artista. El trabajo de luz sobre la evolución del pensamiento de Goeritz.
En la revista-libro hay otros dos textos sobre el artista, La huella tapatía, entrevista con Carlos Petersen, de Mariana Méndez-Gallardo. Se da cuenta de la estancia y trabajo de Goeritz en Guadalajara, que va de 1949 a 1951, cuando deja la ciudad y se viene a vivir a la Ciudad de México. Petresen trabaja en el despacho del arquitecto Ignacio Díaz Morales, quien es el que invita al arquitecto-artista a venir al país, para integrarse a la recién fundada escuela de arquitectura de la Universidad de Guadalajara. El otro texto es Mathias Goeritz, una presencia luminosa, reseña del arquitecto Guillermo García Oropeza al libro Mathias Goeritz. Ecos y laberintos, de Laura Ibarra García. De él dice que “será la obra definitiva sobre este artista dentro de nuestra bibliografía del arte de México en el siglo XX”.