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Los partidos polí­ticos y su ruta al cementerio – 1ra Estación

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Análisis de coyuntura preelectoral. El plan 56 y el ejercicio de la autocrí­tica.

Este escrito será la primera contribución que aportaré al debate nacional democrático; esto desde la dinámica de la etapa electoral. Trataré, con un ejercicio disciplinado, de realizar una lectura desapasionada y a la vez comprometida, de aquello que, desde mi óptica, aprecio y leo de la realidad nacional. Con mucho valor, haré un ejercicio sincero y leal, para que el noble lector pueda contar con la información de los “secretos polí­ticos”, de las verdades que se entretejen en las cúpulas partidarias y en las élites económicas de la patria.

Existe en las filas de la derecha económica y partidaria, un plan oculto y secreto que denominaré “el plan 56”. Este plan tiene tres objetivos fundamentales, los que ordenaré, a mí­ juicio, según la prioridad e importancia que tienen dentro de los sectores que lo quieren desarrollar. 1.- Ganar, como mí­nimo, 56 diputados entre los partidos Arena, GANA, PCN y PDC; 2.- Reelegir, con esos votos, a los 4 Magistrados afines a la poderosa élite económica del paí­s y; 3.- La recuperación del control del Ejecutivo en el 2019 con un candidato proveniente y perteneciente a esas élites económicas.

Las primeras acciones para “el plan 56” ya han sido desarrolladas. Baso la anterior aseveración en la consignación de actos y hechos concretos que pretenden descabezar cualquier probable candidatura de la izquierda, sobre todo aquellas que pudiesen permitir una competitiva elección presidencial en el año 2019.

Uno de estos actos concretos, es la sentencia emitida por los cuatro Magistrados, a los que la militancia arenera ha decidido llamar “los magní­ficos”. Esta sentencia, pudiese o pretende impedir la candidatura de cualquier ministro y/o secretario, que bajo criterios amplios hubiese ejercido o colaborado con las funciones de la Presidencia de la República. En otras palabras: amplí­an la prohibición constitucional que expresamente abarca solo al Presidente de la República, hacia otros funcionarios, para que estos no puedan presentarse como opción para el perí­odo 2019-2024.

Si esto no es así­, reto a los cuatro Magistrados que emitieron dicha sentencia para que expliquen sus alcances. Que no se excusen diciendo que no pueden adelantar criterios, pues en numerables ocasiones han opinado sobre los alcances de otras resoluciones; es más, han amenazado a otro órgano del estado u otras instituciones, con los efectos que ocasionarí­an si éstos tomasen ciertas decisiones. Hay suficiente documentación para probar esta afirmación.

Para que el lector se ubique con claridad: esa sentencia estarí­a abriendo el camino para que el TSE, en primera instancia o la Sala de lo Constitucional ulteriormente, no admitiera, por ejemplo, una posible candidatura de Ministros o Secretarios como: Gerson Martí­nez, Hugo Martí­nez o Roberto Lorenzana.

Otra acción que nos pone a pensar, en plena secuencia coherente con la primera, es la separación de sus funciones de un Magistrado del Tribunal Supremo Electoral. Sobre este hecho, la separación no es el único problema. Lo crí­tico, es el haber nombrado en una “sustitución automática”, a su suplente; una Magistrada que, públicamente, se ha declarado afí­n a uno de los sectores ideológicos del espectro nacional, además de ser socia y directora de las empresas de un Presidente o Secretario General de un partido polí­tico contendiente. ¿Será que están allanando el camino para que se impidan las inscripciones de candidatos, con tres votos en el TSE? ¿Será que los patrocinadores del “plan 56” no quieren ver inscritos a ciertos candidatos para las elecciones del 2018 y para el 2019?

Una vez esbozadas las primeras evidencias y acciones electorales desde el sector de la derecha, pasemos a analizar lo que está sucediendo en la izquierda. Tomaremos como punto de partida para este análisis, el primer gran suceso público que se ha dado en los afectos a esta denominación: la decisión del Alcalde de San Salvador, quien busca competir en las internas del FMLN, para ser opción a una reelección en su cargo.

El contexto de la decisión tomada por Nayib Bukele, se da en circunstancias especiales, con caracterí­sticas jurí­dicas que le impusieron limitantes y restricciones. Otra vez, la Sala de lo Constitucional metió su mano con otra de sus ya famosas sentencias, la sentencia que reafirmó a través de una ampliación, la que impide a diputados, concejales y alcaldes en funciones, a optar a ser electos por otro partido que no fuese el que los eligió originalmente. Esto cerró, teóricamente, por ejemplo, la posibilidad de que Bukele pudiese haber optado por buscar la opción de otro cargo público, o que tal vez hubiese sido impulsado por un partido diferente, que, sin excluir al FMLN de integrar una coalición, ampliase el abanico de posibles electores. Por lo anterior, Nayib tení­a jurí­dicamente solo dos opciones: cumplir con sus obras pendientes en su actual mandato y retirarse a sus ocupaciones empresariales y personales; o definir ser opción y defender sus nuevas ideas liderando al FMLN en esta contienda.

Nayib Bukele toma la única opción posible dentro de su compromiso con el paí­s. Lo hace, como brillantemente lo describió el jurista salvadoreño Félix Ulloa, “haciendo un ejercicio de autocrí­tica”. Ejercicio que no solo abarcó al actual sistema polí­tico, sino que señaló directamente a su propio partido; al que impulsó a reflexionar y corregir rumbos, diciéndole con fortaleza y valentí­a, que no se convierta en lo que tanto señala permanentemente, que no se convierta “en Arena 2.0”.

Las palabras de alcalde sobre los puntos para una posible corrección del FMLN, son tajantes y están expresados literalmente así­:  -” …Y entonces a quién vamos a dejar allí­? ¿a los mismos de siempre? ¿A que gane Arena de nuevo la alcaldí­a y que retroceda todo lo que hicimos? A que el Frente siga yéndose al camino de parecerse a Arena, o convertirse en Arena 2.0, quitando subsidios a la gente pobre, poniéndole más impuestos, no persiguiendo la evasión y la elusión fiscal, dejando todos los privilegios de las clases poderosas, manteniendo todos los poderes fácticos intactos y haciendo todo lo que… todo lo que el pueblo esperaba que no hicieran, todo lo que el pueblo. por la razón que el pueblo salvadoreño votó por el FMLN y hacer lo contrario? ¿A ser Arena y como les digo una vez … para ser Arena? Arena nos va a ganar en originalidad …”.

Menuda tarea es la que le ha planteado Nayib a su partido. Y es que el FMLN debe de revisar a profundidad algunas de sus actuaciones. En adición a lo expresado por Bukele, desde mi perspectiva, el caso de Venezuela es importante en este proceso de corrección. Nadie en su sano juicio, puede o debe pretender defender lo indefendible: la democracia venezolana está siendo trastocada. Si bien es comprensible y entendible el agradecimiento que el FMLN puede tener al Chavismo; es y debe de ser más importante, la posible afectación que, de una actuación tomada como gobierno, se puede generar contra el pueblo salvadoreño.

Separarse de una visión generalizada en la OEA no es lo correcto, pero es peor el hecho de alejarnos del trabajo conjunto en el orden hemisférico, con el Gobierno de los Estados Unidos. Eso puede tener efectos prácticos que devengan en un daño importante, no solo para las relaciones entre los gobiernos, sino en condiciones que afecten a los salvadoreños. El Salvador necesita del TPS, necesita que no deporten masivamente a nuestros connacionales y necesita de apoyos económicos puntuales que otorga la gran potencia del mundo.

El FMLN debe de revisar sustancialmente sus posiciones sobre las relaciones internacionales, porque a mi juicio, se comporta internamente siguiendo los cánones de la democracia, pero no hace, internacionalmente, una defensa coherente de la democracia misma.

La historia y el pasado no nos debe anclar. Ahora, hay algunas personas de izquierda que avalan mi comportamiento de cara a las crí­ticas constantes que hago a la vieja derecha y a las injusticias de las élites económicas, al señalamiento permanente que desarrollo en contra de la exclusión social, moral y económica que ambas producen en nuestro paí­s. Así­ como fui capaz de girar en ese sentido, es y debe de ser capaz el FMLN de girar hacia la defensa de la democracia y los derechos polí­ticos. No solo en Venezuela, sino en pro de la democracia en el mundo.

Los dados comienzan a rodar en esta etapa preelectoral. La derecha más conservadora cuenta con un plan, plan con el que trata de sacar ventaja, “el plan 56”. La vieja derecha cuenta con los sucesos en Venezuela y con los megáfonos de sus medios afines, que no dudarán en hacer de ello una campaña pre electoral. La izquierda tiene un proceso: la constitución de un liderazgo, de una nueva visión, la construcción de un candidato. La izquierda tiene por ahora a Nayib Bukele.

Desde mi perspectiva, más allá de los intereses de izquierdas o derechas, el mensaje de Nayib Bukele indica un nuevo camino a transitar; el camino de aquellos salvadoreños que no deseamos ni a Arena 3.0, ni a un FMLN convertido en su anterior versión, Arena 2.0.  El mensaje de Nayib significa la construcción de una esperanza para El Salvador, la construcción de una nueva polí­tica basada en la justicia, la inclusión, la libertad, el desarrollo económico y una plena democracia. El mensaje de Nayib Bukele trasciende al mismo Bukele: es profundo y de nuevos contenidos democráticos y exige que la acción sea retomada por una nueva generación, para la construcción de un renovado paí­s.

Una de las conclusiones primarias que pretendo dejar en este análisis de coyuntura, es la gran decisión que tienen que adoptar los sectores democráticos: la trascendencia de los intereses de todos los salvadoreños sobre los de los partidos polí­ticos o de los económicos particulares. Llegó la hora en la que tanto Arena, el FMLN y el resto de los actores polí­ticos entiendan que ellos son un medio para que las personas ejerzan funciones y polí­ticas públicas. Llegó la hora en la que deben de entender que ellos no son el fin, si no el medio para que las personas desarrollen lo mejor de sí­ en beneficio de la sociedad salvadoreña.

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Walter Araujo
Walter Araujo
Polí­tico de derecha. Magistrado Propietario en el Tribunal Supremo Electoral (2009-2014), Presidente del Tribunal Supremo Electoral (2004-2009).

El contenido de este artículo no refleja necesariamente la postura de ContraPunto. Es la opinión exclusiva de su autor.

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