Los menos buscados

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Con cierta frecuencia la policí­a da a conocer una lista de “los más buscados”. En este año, por ejemplo, se difundió un listado de cien prófugos de la justicia. Se daban sus nombres y apodos, así­ como – lo más importante – se reproducí­an sus rostros. Con el transcurrir de las semanas algunos fueron efectivamente capturados. Cierta proporción de dichas capturas parece que fue gracias a la cooperación de la ciudadaní­a, que merced a las fotos que se difundieron ubicó a los malhechores y pudo informar a las autoridades.

Pienso que deberí­a intentarse dicho exitoso procedimiento de colaboración ciudadana con el colectivo de prófugos de la justicia con quienes más rotundo ha sido el fracaso de la PNC: me refiero al grupo de 17 militares sobre los que pesa, desde inicios de año, orden internacional de detención con fines de extradición para que enfrenten el juicio en España acusados de autorí­a intelectual en el asesinato de los sacerdotes jesuitas. A ellos me refiero, por motivos bastante obvios, con la expresión “los menos buscados”.

La “difusión roja” de Interpol, reiterada por el juez Eloy Velasco, de la Audiencia Nacional de España, a principios de 2016, fue interpretada esta vez correctamente como orden de captura y ya no, como hizo una Corte Plena anterior, como “orden de ubicación”. La vez pasada estaban ubicados (refugiados en una instalación militar) pero no capturados. Pero ahora que hay claridad de que una orden de captura es para capturarlos, parece que la policí­a no logra ubicarlos. Terminará el año y la PNC sin dar con ellos. Sólo cuatro capturó. Algo habrá que hacer como ciudadanos.

Lo primero, exigir la difusión de los nombres con sus respectivas fotos actualizadas, a fin de que si usted o yo vemos a alguno de ellos tomando el sol en la playa, en un hotel o campo de golf (o escondido tras el matocho) podamos hacer la bulla. Llamar al 911 o, mejor aún, hacer uso de las redes sociales.

Hará falta presionar a las distintas autoridades. ¡Queremos sus fotos actualizadas, no las de 1989! ¿Qué diputados podrí­an exigir interpelar al ministro del ramo? ¿Qué periodistas  inquirir al director de la PNC? ¿Qué ONGs movilizar a las embajadas? ¿Quién presiona al fiscal general? 

¿O será que este señor, cuya afición al sensacionalismo es notoria, está esperando a que lleguen las fiestas navideñas para, interrumpiendo los villancicos familiares, irrumpir en las viviendas de los susodichos “menos buscados”, esposarlos y llevárselos presos?

Tras el  penoso show que se hizo en el banquete de boda del hijo del ex-presidente Saca, procediendo a las capturas en una celebración familiar privada, esperemos que no se esté planeando otro espectáculo similar con los militares prófugos. Pero dudo que con ellos se atrevieran.

Pero es una razón adicional para decirle al fiscal que si va a tomar acción, se apresure: quedan pocos dí­as. La época navideña se aproxima. Tiempo de paz, de amor… y de justicia. ¡Queremos una Navidad sin impunidad!

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Ricardo Ribera
Ricardo Ribera
Columnista Contrapunto
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