lunes, 15 abril 2024
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Llegar a Viejo

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“Es necesario llegar a cierta edad para comprenderlo en toda su dimensión. Vivir entre lo bello y lo incomprensible, lo inevitable; no me refiero a la muerte, que es lo natural”: Carlos Velis

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Por Carlos Velis


El gran juglar del siglo XX, Joan Manuel Serrat, nos dice en un poema musical: “Si se llevasen el miedo y nos dejasen lo bailado…”. Ese verso tiene algo de acertijo. No es tan simple. Es necesario llegar a cierta edad para comprenderlo en toda su dimensión. Vivir entre lo bello y lo incomprensible, lo inevitable; no me refiero a la muerte, que es lo natural. Antes bien, a enfrentar dolores injustos, abandonos, incomprensiones de nuestros amados. Como ver que alguien de la familia toma un camino que sabemos que no tiene salida, y lo sabemos porque ya lo hemos andado.

Cuando llegamos a esa edad en que conocemos a todo el mundo, todas las rutas, todas las razones y excusas. Y tenemos que apretarnos los labios y mordernos la lengua para no destrozar reputaciones mal ganadas. Los viejos somos un peligro.

Pero para mi fortuna, sí recordaba perfectamente la risa que escuché cincuenta años atrás. La reconocí de inmediato entre todos los ruidos de un bar. Y me casé con ella hace ya un año, para reconstruir lo bailado y minimizar los miedos. Es lo mejor de la vida tener alguien a quien pedirle un abrazo, de los que lo reinician a uno, porque tuvo un mal sueño o solo porque sí.

Así que, de aquí en adelante, acepto lo que la vida me ha reservado para mis años venideros, no sé cuántos, pero los suficientes para vivirlos con toda la intensidad que pueda, mientras llega “el día del último viaje…”, igual que a Machado: “me encontrareis a bordo, ligero de equipaje, casi desnudo como los hijos de la mar”.

Solo pienso en muchos otros viejos que, parafraseando a Serrat, “después de darlo todo…” no tienen “una justa recompensa” porque los políticos secaron el pozo que habíamos llenado entre todos.

Ahora guardo mi armadura y mi lanza quijotesca. Ya no entiendo este mundo ni me gusta lo que miro, así que no lo quiero entender. Veo mucho odio, mucha insensatez, ataques sin sentido, posiciones totalmente absurdas. Los que tratamos de ver las cosas con objetividad y ser equilibrados en nuestro juicio, nos estamos quedando sin interlocutor.

La realidad actual se me figura como un carnaval macabro de la Europa medieval, mascaradas con las que pretendían ahuyentar la peste negra. Bufones y farsantes corretean por todos los medios, como en un cuadro del Bosco, lamiendo las hemorroides de los poderosos de turno. Y amenazándonos con sus gritos destemplados. Por mí, pueden aventar la bomba atómica, solo espero que sea mientras esté dormido o borracho, para no darme cuenta.

Pero eso no quiere decir que ha muerto en mí la esperanza de futuro. Solo que no es por ese camino. Las nuevas generaciones sabrán las mejores rutas y los mejores atajos. Mi pronóstico es que cuando esta locura termine, los humanos seguirán naciendo con dos manos, cinco dedos en cada mano, dos piernas, dos ojos, etc. Y eso será suficiente para reconstruir de nuevo la vida.

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Carlos Velis
Carlos Velis
Escritor, teatrista salvadoreño. Analista y Columnista ContraPunto

El contenido de este artículo no refleja necesariamente la postura de ContraPunto. Es la opinión exclusiva de su autor.

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