No hay error, el partido político que aglutina a la autoproclamada “izquierda inteligente” parece ir en caída libre. Cambio Democrático (CD), que casi desaparece en las últimas elecciones, tiene ahora a uno de sus líderes acusado de enriquecimiento ilícito, el ex diputado Douglas Avilés, el mismo que no tenía claro si apoyar a ARENA o al FMLN, en la segunda vuelta electoral del 2014.
A pesar de tener apenas un par de alcaldías y ni un solo diputado, el CD es un partido realmente existente, el último avatar de los partidos creados por una izquierda que medró a la sombra de la guerrilla (en los ochenta e inicios de los noventa) y del partido FMLN (una vez firmados los acuerdos de paz). ¡Pero si algo no ha faltado en esta izquierda es una enorme autoestima!
Uno de estos políticos de la izquierda astuta es Rubén Zamora, el presidenciable preferido por sus amigos y parientes, y por una parte de la derecha vergonzante, es decir, los que siempre son “amigos” de alguien (por ejemplo, “de Mauricio”). Sin embargo, en caudal de votos y trabajo honrado (ahora es embajador en la ONU), a Rubén nunca le fue mejor que con el Frente.
El caso de Héctor Dada fue menos glorioso, su paso por el primer gobierno del FMLN fue meteórico, fugaz, cual estrella ministerial que desapareció antes del final… del período. Parece ser que no pudo hacer ahí lo que creía justo, un rasgo recurrente de esta izquierda sabia, con ideas tan puras como impracticables.
Al otro Héctor, el alcalde Silva, todavía lo lloran sus compadres, casi elevándolo a la categoría de santo de la política. No podría enumerar acá la cantidad de virtudes que le adjudican al buen hombre con el que el Frente le arrebató San Salvador a ARENA. Lamentablemente, las diferencias con la izquierda realmente gobernante y su manejo, un poco ingenuo, de oscuras negociaciones con el entonces presidente y hoy desventurado Paco Flores, lo alejaron de la siguiente candidatura.
Debo decir que esta izquierda intelectual tiene grandes oradores y analistas, incluso algunos escriben y no lo hacen mal, al menos no tanto como la política que intentan practicar. Claro que también acostumbran referirse a los “efemelenistas” como “burros”, “fanáticos” o, simplemente, “estúpidos”, aunque, a diferencia de algunos periodistas en redes sociales, lo dicen en voz baja.
Pero algo que no podemos negar a los camaradas de la izquierda chiquitita es que poco a poco se han vuelto más “independientes”, no porque tengan un programa original o porque carezcan de vínculos oscuros y relaciones políticas inconfesables, sino porque están cada vez más “in the pendiente”, descendiendo a las simas cavadas a pulso por su intelligentsia. Al menos, en lo que le queda de vida, podríamos esperar que esta izquierda sui géneris se resista a proceder estúpidamente; quizás así logre salvarse de ser devorada por una política real que nunca se le dio bien.
(*) Académico y columnista de ContraPunto