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Las Fiestas de Agosto y la polí­tica

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Como cada año, llegaron y pasaron la Fiestas Agostinas 2018. Las festividades, en honor al Salvador del Mundo, fueron como un oasis o paréntesis breve, para el respiro necesario de recogimiento religioso y de recreación, de un pueblo noble que, como siempre, enfrenta, con tenacidad y valentí­a, los inconvenientes y obstáculos que le plantea la vida.

Ahí­ están: la incontrolable violencia personal y social, una dura crisis económico-social, los rigores de la naturaleza y, para volverlo más lamentable, el accionar antipatriótico de algunos polí­ticos, más interesados en promover el bien personal y de grupo, antes que el bien común. En esto -debe recalcarse- siempre hay excepciones, más apreciables en tano más escasas.

Particularmente, en el marco de las Fiestas, la concentración de personas venidas de todos los rumbos de la capital y del paí­s, durante la tradicional “bajada” el 4 de agosto, fue una multitudinaria expresión de fervor religioso y de fraternidad colectiva, en el centro de San Salvador.

Y aquí­ y ahora, aquel encuentro multitudinario también puede ser prometedor signo de unidad y fortaleza del pueblo, para seguir construyendo su lucha y su esperanza, hacia el resurgimiento y conquista de un futuro mejor. Bastará al pueblo decir: ¡si se puede!, y poco a poco comenzar a caminar, con un accionar humano y fraterno, capaz de derrotar la pobreza y luchar por un paí­s libre, en un clima de real bienestar social, polí­tico, económico y cultural. Hora es ya -y concluidas las vacaciones de agosto esta puede ser la ocasión- de erradicar la ya tradicional incertidumbre del Pueblo Salvadoreño de tener que aceptar. Sin objeciones, tantas decisiones injustas y arbitrarias, promovidas al antojo de los que mandan.

Por ejemplo, después del regocijo/reflexión de las Fiestas de Agosto, cabe preguntarse: ¿en realidad serán los designados los más idóneos, cuando -al fin- se de la elección de los Magistrados de la Corte Suprema de Justicia (CSJ)?; ¿seremos capaces de exigir que en las próximas elecciones de segundo grado de este año, y las de Presidente y Vicepresidente de la República en 2019, se elija a funcionarios probos, capaces y honestos, en un ambiente verdaderamente democrático?; ¿podrá alguna institución o persona natural contribuir a combatir, de veras, la corrupción, la impunidad y el totalitarismo represivo, mismos que en anteriores décadas contribuyeron al actual estado de cosas?; ¿se le dará la importancia debida a la unificación de ideas y acciones para, por lo menos, minimizar los niveles de inseguridad, que por ahora son el principal motivo de preocupación en el paí­s?…y así­, muchas preguntas más…

Mientras existan la voluntad polí­tica de los gobernantes y el aporte desinteresado de los polí­ticos, como positiva respuesta a la demanda y esfuerzo participativos de la ciudadaní­a honrada, quizás pueda ir minimizándose la actual crisis integral -especialmente este “arroz con mango” polí­tico – que agobia al paí­s. Si se puede, y este deberí­a ser el lema constante de todas las fuerzas vivas de la Nación, en su intento de contribuir, todos juntos, a construir la auténtica salvadoreñidad.

En medio de la religiosidad, las tradiciones y la diversión sana de las pasadas Fiestas Agostinas, el mensaje patriótico de la ciudadaní­a también quedó grabado. Ojalá que el alto en las fiestas y en las vacaciones, haya renovado optimismos y esperanzas y que, ahora ya retornados a las labores cotidianas y normales, un panorama diferente impulse más las voluntades hacia el logro del bien común, en la búsqueda de una sociedad más solidaria, más justa y más humana.

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Renán Alcides Orellana
Renán Alcides Orellana
Académico, escritor y periodista salvadoreño. Ha publicado más de 10 libros de novelas, ensayos y poemas. Es columnista de ContraPunto

El contenido de este artículo no refleja necesariamente la postura de ContraPunto. Es la opinión exclusiva de su autor.

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