viernes, 13 septiembre 2024
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Lanchacinema, segunda y última parte

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Los franceses creyeron haberse inventado el ver cine desde una lancha, pero fuimos nosotros los que lo hicimos en los centenarios lagos de Chapultepec: Gabriel Otero.

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Por Gabriel Otero.

Seleccionamos tres películas de un catálogo de más de mil: “Shakespeare In Love” de John Madden, “Eterno resplandor de una mente sin recuerdos” de Michael Gondry y “Diario de una pasión” de Nick Cassavetes, todas relacionadas al tema del festival. Para escogerlas hubo una discusión interna generacional, por un lado, estábamos los que queríamos proyectar clásicos dramones setenteros y ochenteros como “Love Story” de Arthur Hiller y “Endless Love” de Franco Zefirelli, desconocidas en la actualidad, y por el otro, historias contemporáneas acorde a los usuarios de redes, que asistirían a la función, es decir, nuestro público objetivo. El argumento fue acertado y contundente.

Nos cuestionábamos, también, el idioma adecuado, si el original de la película con subtítulos o el doblaje al castellano, concluimos que lo mejor era que el público pudiese escuchar el filme y no tuviese la necesidad de ver la pantalla para entenderlo.

En Chapultepec de mis amores también organizamos el segundo Picnic Nocturno en la Fuente Nezahualcóyotl, otro de los programas exitosos de apropiación del espacio público que se convertiría en un clásico referente de la convivencia familiar de la Ciudad de México y que se trasladaría años después al Jardín Botánico. 

Pero en Lanchacinema, siendo la primera experiencia de programación consultiva, desconocíamos las dificultades de someter las películas a la elección y escrutinio públicos, las redes sociales son un espejo de la realidad que acarrea todos sus vicios y deformaciones, y hubo intentos de incidir en la exhibición de la película, pero al final fue un ejercicio democrático.

Así el sábado 15 de febrero de 2014 se exhibió “Eterno resplandor de una mente sin recuerdos”, la gente estuvo formada tres horas antes y logramos el lleno absoluto. Las lanchas se agotaron y buena parte del público tuvo que sentarse en las sillas del templete.

Lo que no previmos fue la actitud gregaria de los asistentes, las lanchas se juntaron alrededor de un snake subacuático que pasaba del templete al proyector y de la consola a las bocinas, por lo que sucedieron varios cortes de sonido durante la función, estas fallas técnicas se subsanaron por el entusiasmo del público al que hubo que decirle que se alejara un metro del cable.

Al ver el éxito de Lanchacinema se registró el nombre del evento ante el Instituto Nacional de Derechos de Autor, así como los procedimientos. Durante ese año realizamos varias funciones y en todas formaron parte los trabajadores del Bosque de Chapultepec, fuesen administrativos o de campo.

Unos atendían la dulcería, otros los accesos, unos cuantos seguridad, y los últimos coordinábamos, de esa manera todos fuimos partícipes de un logro colectivo: recuerdo a Roberto Ramírez Villalpando, Adriana Huerta, Aurika Albo, Javier López, Juan Carlos Yépez, Víctor Moreno, Ana Sánchez, Ismael Juárez, Mario Venegas, Mónica Reyes, Luis Feijóo,  Oscar Kore, Andrés Luna Rosas, Fabián Alcántara, Mayra Antonio Calderón, Víctor Hugo Vázquez, Manuel Rivera, Rodrigo Baena, Ana Soler, Rosario Borbolla y el ingeniero Samuel, entre muchos otros

La directora, Lourdes Pérez, nos convocaba a espantosas juntas nocturnas de planificación que terminaban a la una de la mañana en las que escuchábamos cada punto de los temas de la agenda y en las que Yépez, el jurídico, se extendía a placer.

Lourdes, arquitecta de formación, tuvo siempre voluntad de gestora cultural y confianza plena en mi trabajo y pudimos reinventar la oferta artística en Chapultepec.

Lanchacinema continuó por más de una década, su última función se llevó a cabo antes de la cuarentena ocasionada por la pandemia de COVID, en esa época los franceses, ufanos, creyeron haberse inventado el ver cine desde una lancha, la verdad es que fuimos nosotros los que lo hicimos en los centenarios lagos de Chapultepec.      

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Gabriel Otero
Gabriel Otero
Escritor, editor y gestor cultural salvadoreño-mexicano, columnista y analista de ContraPunto, con amplia experiencia en administración cultural.

El contenido de este artículo no refleja necesariamente la postura de ContraPunto. Es la opinión exclusiva de su autor.

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