La violencia: Una espina de acero

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Sólo el ingenio social logrará dar las fórmulas para terminar con ese flagelo "“nunca la sacada de ridí­culas e inútiles tanquetas-, pero no dejemos de quitarnos definitivamente la vida

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Año tras año, mes tras mes, dí­a tras dí­a, hora tras hora”¦ No podemos dejar de pensar que alguien será asesinado a balazos, a machetazos o a punzonazos en cualquier punto del territorio nacional.

Se van vidas de seres humanos de todas las edades y quedan sus familiares con una espina de acero clavada en sus corazones. Y en el corazón de la conciencia nacional, también se clava una espina de acero“¦

Ayer fueron 20, antier 18″¦ hubo un dí­a reciente de 40 asesinatos”¦ Sólo un asesinato es una espina de acero que duele mucho, que arde y que deja una herida sin curar, sin cicatrizar.

El cuerpo de El Salvador está lleno de esas heridas sin cicatrizar. El poeta decí­a: “¦nacimos mediomuertos en 1932″¦

Si de aquella no nos repusimos, en la guerra civil, entre 1980 y 1992, de la mediavida nos quedó apenas un cuarto“¦ Y de ese cuarto de vida en esta posguerra que nunca termina se ha ido gastando no diápoquitos, sino diagalán“¦ Quizá es poco, muy poco, lo que de vida nos queda.

La violencia es generalizada en el mundo. Es una epidemia. España y EEUU ha dado muestra, respectivamente. España por el uso excesivo de la FUERZA BRUTA, en contra de sectores de la población catalana; mientras, en Las Vegas, un “blanco y lobo trastornado” comete el hasta ahora más salvaje tiroteo que dejó casi 60 muertos y centenares de heridos, gracias al descontrol en la venta, tenencia y portación de armas. Ejemplo brutal de Estado represivo y de individuos violentos hasta lo inaudito.

Aquí­, como decí­a aquella canción: “No basta rezar, No basta rezar”¦” Hemos escrito este editorial pensando en Kathia Alejandra, niña de 15 años, que recién desapareció sin dejar rastros, y la dejado atrás muy angustiada a su familia y a toda la sociedad; ojalá logremos salvarla y regresarla al seno de los suyos. Pensamos en la impunidad que cubre al cuerpo y el alma de la recordada Katia Miranda”¦ Pensamos en los hijos muertos y desaparecidos de las personas que conocemos y a las que no conocemos, pero todos somos Patria, Nación, Sociedad, Pueblo.

Los modelos hasta ahora implementados, que se ocupan más de las ganancias económicas y de las rajas polí­ticas, más que del desarrollo humanos, son los culpables de haber fabricado el monstruo de violencia que ahora tenemos. Sólo el ingenio social logrará dar las fórmulas para terminar con ese flagelo ““nunca la sacada de ridí­culas e inútiles tanquetas-, pero no dejemos de quitarnos definitivamente la vida.

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