sábado, 13 abril 2024
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La rebelión de los votantes

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Pasadas las elecciones hondureñas e iniciadas los recuentos, varios hechos revelan el fraude:

Un giro de las tendencias en los conteos, cuando el 27 la oposición ganaba hasta un 6% al oficialismo y de acuerdo al TSE, cayendo esta tendencia a la noche siguiente a 1.47%, restando 20 % de papeletas a escrutar, hecho que denota lo truculento del proceso.

Le sobrevino un apagón luego del cual los conteos se acumularon en favor del continuismo y a pesar de denuncias de observadores europeos que señalaron que los contenedores llegaban desde el interior sin la data de origen, abiertas, sin actas, etcétera, todo obviado para acelerar un conteo amañado y ralentizado extraordinariamente cuando favorecí­a al relevo.

Los signos de disensión aparecen ya cuando a la noche del 4, algunas guarniciones policiales de la capital se negaron a cumplir la orden de aplicar el toque de queda ordenado desde el gobierno central para contener las crecientes protestas, acompañado de un silenciamiento de las coberturas noticiosas no afines al gobierno hondureño, pudiendo solo obtenerse información mediante medios alternativos y otros, norteamericanos, suramericanos y asiáticos, y bajo propio riesgo, cubriendo los hechos de modo subrepticio.

En ése punto y de acuerdo a lo informado por el propio gobierno, ya han sido asesinados al menos 6 ciudadanos hondureños en sendas protestas en demanda de la transparencia del proceso electoral mismo, así­ como de la debida publicación de las actas que respalden los datos escrutados, además de desconociendo los resultados ofrecidos por el TSE; todo esto cuando la misión de observadores de la OEA, parcializados en favor del oficialismo, no puede ya sostener el discurso con el que acompañó al gobierno en su proclamación de triunfo, y comienza el martes 5 a reconocer irregularidades graves del proceso que indican claramente la constitución de un fraude electoral.

Ya la noche del martes 5, la práctica totalidad de guarniciones policiales en la capital desobedecen lo ordenado por el gobierno central, acompañados por un número cada vez mayor de ciudadanos que se concentran y les acompañan en las sedes policiales, subrayando la apoliticidad del arma policial y su obediencia a la constitución, flagrantemente violentada en éste proceso.

El gobierno en cambio, se sigue apoyando en las fuerzas armadas, responsables del abatimiento de los ciudadanos arriba señalados, obedientes al gobierno, que se reconoce ganador, sin ser acompañado siquiera por su aliado EU en su discurso triunfalista, dadas las implicaciones de éste nada disimulado fraude, seguido de toda suerte dolosa de crí­menes, que es insostenible, y que es un nuevo golpe suave, orquestado desde Washington, que busca así­ regresar a su eje a la región y sin miramientos, facilitado por los poderes financistas y mediáticos de la región, que para favorecerse, no dudan en entregar soberaní­a y voluntad de sus pueblos.

De cara a lo insostenible, más funcionarios se sumaran a la ciudadaní­a, arriesgando su integridad y estabilidad y confiando en la legalidad, desconocida empero, por los poderes que ordenan el vejamen que ahora se afianza en la vecina Honduras.

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El contenido de este artículo no refleja necesariamente la postura de ContraPunto. Es la opinión exclusiva de su autor.

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