Por Álvaro Rivera Larios.
En política, todo lo que sube algún día caerá.
Cuando se inicia el descenso o acontece la caída, la política es el arte de mantenerse vivo en el aire o de sobrevivir al derrumbe o al derribo.
La política es el arte de hacer caer al enemigo.
La política es el arte de volver a levantarse, una vez que se ha caído.
Sucede que algunos cuerpos caídos ya no tienen fuerza ni ideas para ponerse en pie. Sucede que tales cuerpos se pudren y ya solo saben balbucear promesas podridas.
La podredumbre de una promesa no se debe necesariamente a su contenido, que puede ser bueno, sino a que la pronuncia una boca muerta.
Hay cuerpos políticos caídos y en estado de podredumbre cuya única esperanza de vida radica en que su adversario, allá en lo alto, empiece a caer.
Llegado un punto, a ciertos cuerpos caídos ya no los salva ni su autocrítica.
Después de su caída, algunos sobreviven arrastrándose.
En política: todo lo que sube, cae.
En un horizonte de cuerpos caídos en cuyas promesas ya poca gente cree ¿Quién recogerá los mangos cuando lleguen al suelo?