El Secretario General es el más visible y alto funcionario ejecutivo elegido por la mayoría de votos de la Asamblea General para un periodo de 5 años reelegible. El actual, el ex canciller uruguayo del gobierno de Pepe Mujica, estuvo 10 años desde el 2015 en una actuación controversial y poco respetable entre algunos políticos de la región. El nuevo tomará posesión el 25 de mayo próximo y es el elegido por aclamación y actual canciller de Surinam, Albert Ramdim. Desde 1948 ha habido un total de 11 Secretarios Generales, incluido Ramdim, que son los expresidentes Alberto Lleras Camargo, de Colombia, Carlos Dávila, de Chile, Galo Plaza, de Ecuador, César Gaviria, de Colombia, y Miguel Rodríguez, de Costa Rica (que duró menos de un mes por ser encausado en su país por corrupción) y los diplomáticos José Mora, de Uruguay, Alejandro Orfila, de Argentina, José Miguel Insulza, de Chile, Luigi Eunaudi, de Estados Unidos, Joao Clemente Baena Soares, de Brasil.
Dos características han tenido los Secretarios Generales: el indudable apoyo de Estados Unidos y su aparato político diplomático y ser ciudadano de países continentales, principalmente de Suramérica, excepto Luigi Eunaudi que fue interino con motivo de la abrupta salida de Miguel Rodríguez del cargo.
Lo inédito del nuevo Secretario General es que procede de un país pequeño de Suramérica, ex colonia de Países Bajos como antigua Guyana holandesa, y es el primer ex secretario general adjunto que llega a la titularidad, pues en el pasado, los “países grandes” se agenciaban el cargo de Secretario General y dejaban, a veces, para los pequeños, el cargo de Secretario General adjunto.
Es importante recalcar que en esta ocasión SICA y CARICOM actuaron unidos para la elección del próximo Secretario General de la OEA.
La llegada elección de Albert Ramdim permite reflexionar sobre el peso específico de los Estados pequeños del istmo centroamericano y de la cuenca del Caribe en la geopolítica regional.
El SICA tiene sus raíces en el experimento esperanzador de la unión centroamericana intentado por grupos unionistas bajo del liderazgo de Francisco Morazán con la República Federal de Centroamérica formada por Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua y Costa Rica. El siglo XIX, cuando existió, no había República de Panamá, la cual inició como tal en el primer lustro del siglo XX. Con el paso del tiempo se comenzó a usar la nomenclatura de Centro América y Panamá, o istmo centroamericano.
Hasta 1981, el actual Belice había sido colonia inglesa con el nombre de Honduras Británica y con su conversión en Estado soberano forma parte de los 7 países del istmo centroamericano, los cuales, después de las guerras internas de la región en los 1980 y ante el colapso de la llamada “guerra fría” decidieron avanzar en la integración centroamericana y establecieron, en diciembre de 1991, el SICA.
República Dominicana se adhirió al SICA en junio de 2013 lo cual hace que, en la actualidad, ese sistema de integración que mantiene el anhelo de la unión en una sola república federal, cuenta con 8 estados miembros.
El surgimiento de la llamada comunidad del Caribe(CARICOM) ha seguido otro proceso. Fundamentalmente es el esfuerzo de integración originado en 1973, principalmente de países insulares en el Caribe que han sido colonias británicas; pero, además, hay otros países miembros que son continentales y fueron colonias o de Reino Unido, como Guyana, o de Países Bajos, como Surinam. Además, hay otro país insular que fue colonia de Francia, y es Haití.
En el caso de estas excepciones, hay un denominador común: población con fuerte componente de ascendencia africana y que comparte con República Dominicana la antigua Española de los tiempos coloniales.
Todo eso hace de la Comunidad del Caribe, como entidad internacional, con un conjunto de 14 países independientes que incluyen Belice, país en el istmo centroamericano; Guyana y Surinam, en Suramérica continental; Haití de habla francesa y 10 estados insulares. En CARICOM se reconoce como miembro a Monserrat, un territorio bajo control del Reino Unido; pero que no es estado miembro de la OEA.
Como se ha afirmado, cuando el SICA y CARICOM aúnan esfuerzos y votos en los organismos internacionales suman 21 votos.
Ante esa realidad numérica, sería normal que si estos pequeños estados juntaran sus esfuerzos y votos tomarían las decisiones en la OEA, lo cual no ha sido así. Siempre hay divergencias inter-estatales que han imposibilitado tal situación. Para la elección del nuevo Secretario General de la OEA, fue en torno a la posición unida de CARICOM que se nuclearon los otros apoyos de países importantes y, por supuesto, del bloque SICA de manera tal que la elección fue por aclamación y unanimidad.
Es importante destacar la relevancia de CARICOM y sus vinculaciones en la arena geopolítica regional.
La Comunidad Caribeña con sus 14 países independientes y la adhesión de algunos territorios aún sin independencia en la Cuenca del Caribe, tiene una posición geográfica importante. Entre sus miembros hay uno, Belice, que es parte del istmo centroamericano y del SICA, el otro organismo de países pequeños. Tiene un país con hace parte de la Organización Internacional de la Francofonía, Haití, y dos países continentales, Guyana y Surinam, que son parte de los países del Tratado de Cooperación Amazónica liderado por Brasil e incluye otros 7 Estados suramericanos limítrofes con Brasil.
Por eso es pertinente hacer algunos comentarios finales sobre la elección del embajador Alberto Ramdim como Secretario General de la OEA.
Es la primera vez, que un ciudadano del área de CARICOM ocupará el cargo de Secretario General de la OEA. La singularidad del señor Ramdim es que procede de Surinam, un país cuya lengua oficial es el holandés. Asimismo, durante su carrera como diplomático y mientras fue Secretario General Adjunto de la OEA (2005-2015) durante la gestión de José Miguel Insulza ha dado muestras de ser conciliador y dialogante. En cuanto fue elegido Secretario General mostró como prioridades la promoción del diálogo entre países, el abordaje inmediato de la restauración de la democracia en Haití, al tiempo que aboga por que la OEA no se envuelva en la actual confrontación geopolítica global.
Puede surgir la pregunta. ¿Ha perdido fuerza política Estados Unidos en las Américas o no le dio importancia a esta elección? Recordemos que su aclamación se dio ya durante el actual gobierno del presidente Trump y que en esa votación participó el nuevo Canciller (Secretario de Estado) de Estados Unidos Marco Rubio, de generales muy conocidas.
Queda mucho margen para la especulación. Lo cierto es que una potencia hegemónica, por muy en declive que la vean o anhelen verla adversarios en disputa de la hegemonía y sus seguidores, difícilmente descuidará un espacio que, por muy deslegitimado que esté, es instrumental para influir, desde un punto focal, a otros países de las Américas y su política exterior. Las razones históricas se mantienen: sede principal en Washington D.C., cuota presupuestal mayoritaria, países aliados permanentes de Estados Unidos aún en sus políticas intervencionistas, personal administrativo y permanente en su mayoría enculturado hacia el modo de vida de Estados Unidos y simpatizante de su política sistémica en general.
La OEA, teóricamente es cabeza de un sistema interamericano especializado a través de organismos como el BID, el IICA y la OPS. Este último con la peculiaridad de ser una extensión regional de la Organización Mundial de la Salud, organismo especializado del sistema de las Naciones Unidas. El BID y la OPS también tienen sede principal en Washington D.C.
En resumen, no es posible que Estados Unidos haya perdido interés en la OEA o que no haya influido de alguna manera en la elección del nuevo Secretario General. El foro regional seguirá cumpliendo su papel alternativo a lo que se genera en el Sistema de Naciones Unidas y otros organismos regionales de las Américas que existen o han existido efímeramente: MERCOSUR, UNASUR, Alianza del Pacífico, Asociación de Estados del Caribe, Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC).
Seguramente, el nuevo Secretario General de la OEA, Albert Ramdim, viene investido de muchas peculiaridades y con una experiencia diplomática probada y adherida a principios progresistas; pero estará consciente de que su cargo es de mandatario de 32 estados americanos y que Estados Unidos, desde su ingreso como potencia mundial, hace dos siglos, ha preferido un seguimiento acrítico de sus decisiones políticas de parte de todos los países de las Américas. La unidad de Nuestra América, como definía José Martí a América Latina y el Caribe, sigue como una utopía a buscar.
La reciente reunión de CELAC en Honduras ha entregado un ejemplo más de esta falta de unidad. Ante una declaración de mostrar frente unido frente a los efectos de las decisiones del presidente Trump, lo cual es un mensaje casi unánime alrededor del mundo, Argentina y Paraguay se opusieron con el argumento que la declaración no contaba con la adhesión de la totalidad de los Estados y puso en duda el novedoso criterio de aprobar dicha declaración con un “consenso suficiente”.
En todo caso, es deseable que el nuevo Secretario General de la OEA, Albert Ramdim, tenga éxitos en su gestión. De todas maneras, la OEA que debería tener 35 estados miembros, tiene 32, con el desmembramiento de tres países: Cuba, Venezuela y Nicaragua, fundadores de la OEA, ONU y CELAC.