martes, 16 abril 2024
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La mentira y los mentirosos

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La mentira es un mal endémico de nuestra sociedad salvadoreña, a la mentira le debemos el enorme atraso que vivimos como nación porque es el disfraz de los corruptos que la utilizan para adormecer a los que confí­an en ellos. Nos hacen ver espejismos, acciones no ciertas y nos hacen participes de sus juegos de embaucamiento por medio de artilugios mediáticos que crean el efecto adormecedor.

En la práctica la mentira por parte de los farsantes el pueblo no recibe nada, solamente pobreza profunda y atraso; ¿cuáles son los mecanismos que se usan para engañar a la gente? En primer lugar por medio de las ideologí­as fallidas, doctrinas falsas que prometen un bienestar generalizado por medio de la lucha y una lucha que al final es un desgaste. En la doctrina ideológica se impulsa buscar la justicia social, la equidad y la dignidad en el vivir de la sociedad. Lamentablemente todo eso se reduce en desinterés por los temas prioritarios, falta de voluntad, egoí­smo, politiquerí­a barata, despilfarro e impunidad. El descuido y el desinterés por el medio ambiente es un tema invisible cuando la ideologí­a supera los intereses del pueblo; ya no se diga la inversión y la búsqueda por encontrarla o recuperarla. Los gestores de estas prácticas no sinceras terminan beneficiándose ellos mismos y beneficiando a un pequeño grupo de fieles militantes; la corrupción progresa y el dinero se lo terminan acabando repartiéndolo como dulces en la mejor piñata infantil.

La ingenua población creyó en las promesas de los que hoy las siguen debiendo, no han evolucionado, no han dejado que otros evolucionen y sus logros son la desigualdad y el engrosamiento de la pobreza. El clima social después de las mentiras sigue siendo poco alentador, los mismos muertos, el mismo atraso económico, más cargas insoportables de impuestos, mayor afán por buscar más recursos (efectivo) para la subsistencia estatal, impunidad, etc.

Como canto de sirena endulzando peligrosamente el oí­do de las mayorí­as el populismo también asecha apuesta por engañar a la gente en base a promesas, maquillaje de falsa propaganda. Cuando a un ciudadano promedio no se le retribuyen los impuestos en seguridad, salud y educación, polí­ticas públicas efectivas y bien diseñadas es efectivo y evidente el engaño. Apelando al sentido común de la población es necesario identificar a las mentiras y a los mentirosos cotejar lo que prometieron con el estilo de vida que se reduce y nos arrincona. ¿Cómo ha cambiado nuestra vida en una década? ¿Para mejorar o para empeorar? ¿Cómo ha mejorado la economí­a familiar? ¿Para empeorar?

¿Aquellas promesas acarreadas de años han sido cumplidas? El lí­der que se compromete con su nación siempre tendrá argumentos que lo respaldarán sobre su actuar, no echará culpas a nadie, trabajará, administrará y visionará sin gritarlo a los 4 vientos. Tendrá un horizonte prometedor definido. El mentiroso seguirá usando engaños a su favor, culpando a terceros, indiferente al futuro y magnificando pequeños logros.

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Carlos F. Imendia
Carlos F. Imendia
Comunicador, publicista y mercadólogo salvadoreño; columnista y colaborador de ContraPunto

El contenido de este artículo no refleja necesariamente la postura de ContraPunto. Es la opinión exclusiva de su autor.

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