viernes, 10 enero 2025
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La luz del sol durante el invierno

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"Vivo en este bosque, lo puntual sería afirmar que laboro dentro de él": Gabriel Otero.

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Por Gabriel Otero.

Amanece más tarde y hace frío. La vista abarca decenas de árboles y la tierra descansa cubierta por una alfombra de hojas tricolores, entre cafés, beige y amarillas, los troncos arbóreos se ven perfilados sobre la pendiente, la luz del sol se filtra tenue en el follaje. Hoy el bosque se ve diferente, está a punto de transcurrir la transición entre el otoño y el invierno, es el día del solsticio, el más corto del año.

Vivo en este bosque, lo puntual sería afirmar que laboro dentro de él, es un ser vivo, amplio y generoso, dicen que es de todos y de nadie, pero muy pocos cuidamos de él, los otros hacen lo imposible para destruirlo, ese sentimiento de propiedad del bien público y colectivo que termina por devastar lo que invade y toca, no en balde, cada domingo, los visitantes vomitan diez toneladas de basura. Y ahí llegan los héroes silenciosos del área de limpia a recoger la porquería generada por la gente.

Literalmente en ese lugar he dejado mi vida, mi cabeza y mi lomo, casi en un cuarto de siglo he recorrido todos sus palmos hasta fundir las plantas de mis pies con el humus de su suelo, ya es parte mía y viceversa.

Pocos se percatan que es un inmenso camposanto, tantos han ofrendado su vida aquí, obedeciendo a motivos diversos, guerras, duelos, sacrificios, amores y libertades, desde que el sol nace en el oriente y se oculta en el poniente, nadie tiene idea desde cuándo, desde que la vida fluye y se transforma en muerte, desde que la muerte se vuelve polvo.

A veces recuerdo los bosques de coníferas de Chalatenango, aunque ahí todo es montaña, la memoria visual de la luz del sol durante el invierno es semejante a la que percibo en Chapultepec, los reflejos a pesar de su debilidad queman peor que el sol de verano y las bajas temperaturas calan en lo profundo del tuétano.

La luz es estacional, y se apaga muy temprano, además de memoriosa es reflexiva porque no hay temporada en la que uno se sienta más endeble que en el invierno.

La luz es hermosa, pero el frío no tiene nada de romántico y menos en el bosque.

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Gabriel Otero
Gabriel Otero
Escritor, editor y gestor cultural salvadoreño-mexicano, columnista y analista de ContraPunto, con amplia experiencia en administración cultural.

El contenido de este artículo no refleja necesariamente la postura de ContraPunto. Es la opinión exclusiva de su autor.

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