La cultura, la política y la realidad

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“La cultura no es un lujo burgués, prescindible en tiempo de crisis, no es una mercancía transformable en una expresión folclórica o turística, es la construcción de la conciencia y la comunidad”, sostiene el director de teatro y maestro Luis de Tavira (1948).

Al recibir la Medalla Bellas Artes, el pasado diciembre, dijo también que “las relaciones del teatro y la política son indiscutibles, pero la política debe entender que solo la cultura cambia a la realidad. La política no la cambia”.

Y añadió “de ahí que una política en favor de la cultura es aportar realmente por el cambio. El mayor error de la política cultural es dar respuestas simples a problemas complejos”.

De Tavira, hombre de extraordinaria cultura, plantea que las autoridades no pueden “hacer a un lado a la sociedad civil que propone las acciones de cultura; no se puede volver adversario al intelectual y al artista, se tiene que convocar a la comunidad que enfrenta tan gravísimos problemas”.

En la visión del fundador de instituciones culturales “tal vez nunca había sido más angustiosa mi perspectiva, vivimos tiempos de una enorme miseria espiritual, de nihilismo y escepticismo, azorados frente a la violencia y la ausencia de todo valor”.

Es, por lo mismo, “el momento de esperar contra toda esperanza y sembrar aquello que dé fruto. El teatro hoy es una poderosa semilla”.

El creador, que en su juventud fue miembro de la Compañía de Jesús, propone “construir un teatro para todos y es teatro porque no renuncia a la exigencia, rigor y profesionalismo del arte. El mal teatro no va a crear el teatro nacional ni producir la semilla de cultura”.

Los políticos de todos los partidos políticos del país no entienden, más allá del discurso políticamente correcto, la importancia de la creación cultural y de la promoción de la misma.

La inversión en cultura es la más rentable, para cualquier gobierno en razón de sus resultados. Construye identidad, amplía horizontes y da sentido a la vida.

Había esperanza de que el actual gobierno en el campo de la cultura sería distinto, pero ha sido frustrada y en la comunidad cultural hay un gran desencanto y decepción. Hay quienes incluso se sienten traicionados por el presidente.

Hay funcionarios públicos de esta administración que la creación cultural la conciben como folclore. El rigor técnico y la calidad artística, requisitos indispensables del verdadero arte, la confunden con elitismo y producción burguesa.

No son buenos tiempos para la creación artística en general y menos la de calidad. La comunidad cultural del país está obligada a redoblar sus esfuerzos y establecer nuevas alianzas nacionales e internacionales. Hoy más que nunca el país requiere de su aporte.

Twitter: @RubenAguilar

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Rubén Aguilar Valenzuela
Rubén Aguilar Valenzuela
Columnista y analista de ContraPunto. Doctor en Ciencias Sociales, con una Licenciatura y Maestría en Sociología y Estudios de Desarrollo Institucional; exfuncionario del gobierno mexicano.
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