Al problema del Covid-19 y la crisis económica derivada de éste y al de las maneras como el presidente y su gobierno se enfrentan a ellas es necesario añadir la estrategia y la forma de comunicación del mandatario para enfrentar la crisis.
De parte del presidente y su gobierno la comunicación, desde la aparición del Covid-19, ha sido siempre equívoca y contradictoria. Hasta ahora ubico 10 grandes errores:
1. Dos conferencias diarias, para hablar del mismo tema. La oficial de las 19:00, para tratar el Covid-19, y la mañanera del presidente. El vocero del tema, el subsecretario de Salud, encabeza la de la tarde, pero también está presente, con frecuencia, en la mañana.
En la primera actúa como técnico y en la segunda como político. En la mañana, el presidente contradice lo que el subsecretario dijo por la tarde del día anterior y éste opta por contradecirse para no confrontarse con su jefe. Todos los días, el presidente sabotea a su equipo técnico de salud y malinforma a la sociedad.
2. No se informa de la economía. Para la gran mayoría de la población la situación económica en general y de manera particular la suya es tan o más importante que la pandemia. El presidente trata de evadir el tema y cuando se ve obligado a tratarlo solo dice generalidades y no propone ninguna medida en concreto para hacer frente al problema del cierre de negocios y la pérdida de empleos. Se remite solo a los programas sociales ya en operación. Él es el vocero del tema.
3. El presidente minimiza la gravedad del Covid-19 y de la crisis económica y sus efectos en la vida de las personas. Los funcionarios siguen el discurso del presiente al pie de la letra. Su discurso no tranquiliza a la sociedad sino genera la idea de que algo se esconde y transmite, lo quiera o no, la sensación de que las cosas son peores a lo que dice.
4. El mensaje del presidente, poco o nada creíble, de que el país está preparado para resolver el problema de salud y el económico. En alguna ocasión ha dicho que es el mejor preparado del mundo. Frente a los datos objetivos, los discursos del presidente suenan demagógicos y de vulgar propaganda política. Muestran a un personaje desubicado y fuera de la realidad, lo que llama a la preocupación.
5. Los mensajes tímidos, confusos y contradictorios del presidente sobre la gravedad de la situación y lo que su gobierno hará en materia de salud y economía. Esta ambigüedad sistemática provoca desconfianza y desconcierto entre los especialistas, los medios de comunicación y lo que la sociedad percibe. Por eso la sociedad y los gobiernos estatales han decidido tomar medidas, en salud y en economía, al margen de lo que diga el presidente.
6. La idea instalada en el imaginario público, no sin buenos argumentos, de que en los otros países del mundo se toman medidas que las autoridades mexicanas se niegan a implementar. Entre otros temas está el número de pruebas, para detectar el Covid-19, el cierre de fronteras, la su suspensión de vuelos y los cercos sanitarios. Y los programas económicos en apoyo a las empresas y los hogares donde México va muy rezagado en relación a otros países de la región, como lo dice la CEPAL. El gobierno, con su política, no tiene manera de hacer frente a esta visión que tiene la sociedad.
7. La actitud y comportamiento del presidente. Con sus discursos y sus acciones sabotea las normas de sanidad que su gobierno ha establecido. Por la vía de los hechos dice que éstas valen, para los otros sectores de la vida nacional, pero no para él. Al parecer el mensaje mesiánico que quiere trasmitir es que él está por encima de esta contingencia y es invulnerable. Y en lo económico contradice en público al secretario de Hacienda.
8. Las recomendaciones del presidente. Invita a la población a proteger su salud a través de la magia y los amuletos y sus llamados a que hagan caso a lo que dicen las autoridades de salud suenan vacíos y nada creíbles. En materia económica solo dice que todo va a salir bien, que la crisis le “cae como anillo al dedo para fortalecer su proyecto”.
9. El estilo personal del presidente. Es radicalmente disfuncional en un momento como éste. Su lenguaje coloquial, sus dichos y ocurrencias complican las cosas. En el último mes su diarrea verbal ha producido una cantidad de frases a cuál más de malas para aportar a lo que se está viviendo, y algunas son francamente lamentables y como tal pasarán a la historia.
10. La polarización social. La dimensión de la crisis de salud y la económica exige la unidad nacional, pero el presidente todos los días la combate. En sus mañaneras y discursos no pierde ocasión para descalificar a quienes no piensan como él. Los calificativos que utiliza son ya muy conocidos. El presidente es incapaz de situarse como el de todos los mexicanos. Lo es sólo de los suyos. Los demás son objeto de su crítica y descalificación.
Todas las encuestas registran que la aprobación del presidente va a la baja y que la caída se acelera en el mes de marzo. El deterioro tendencial de la imagen de presidente se explica, así lo muestran los sondeos, porque en los dos temas que más preocupan a la población, la seguridad y la economía, el gobierno no ha presentado buenos resultados. 2019 es el año más violento de los últimos 50 y la economía decreció en 0.1 %.
La caída de marzo se explica por la tendencia que ya viene desde hace meses, pero también, eso la acelera, por la manera en que el presidente y su gobierno se han comportado frente al Covid-19 y la crisis económica, pero también por la forma de comunicación que han tenido frente a estos grandes problemas que se caracterizan por los puntos ya mencionados.