El sitio arqueológico de Joya de Cerén, situado en las proximidades de San Juan Opico y Las Flores, en el departamento de La Libertad, conserva información sobre las comunidades indígenas que habitaron allí hace 1400 años.
Sepultada por las cenizas de la erupción del volcán Loma Caldera alrededor del año 650 d.C., la reserva arqueológica fue declarada patrimonio de la humanidad en 1993 por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO, por sus siglas en inglés).
Estudios del primer investigador del sitio, el doctor Payson Sheets, han permitido reconstruir la cotidianidad de dicha comunidad a partir de los hallazgos allí encontrados.
Según el arqueólogo, una familia de Joya de Cerén necesitaba de tres edificaciones para vivir: casa, cocina y bodega, las cuales estaban separadas en el terreno.
Sheets aseguró que cuando la erupción sepultó la comunidad, los habitantes celebraban una ceremonia de cosecha, ya que en uno de los complejos fueron encontradas 54 vasijas, 32 de las cuales eran ollas para cocinar.
Las viviendas estaban construidas sobre plataformas de arcilla y zacate, las cuales eran quemadas para endurar la superficie. Los muros estaban construidos con bajareque, varas y arcilla y zacate. El techo era elaborado con paja. Las excavaciones también revelaron que las camas estaban hechas de tierra y sobre esta los habitantes colocaban un petate.
Le puede interesar: Gobierno francés financiará remodelación de Joya de Cerén.
Por otra parte, la bodega estaba construida de manera similar. Los hallazgos en Joya de Cerén han permitido encontrar vasijas de cerámica en estas edificaciones, además de piedras de moler, navajas de obsidiana, semillas de algodón, agujas de hueso, e incluso el esqueleto de un ratón.
Las excavaciones también revelaron que la cocina de los hogares era de forma circular con una pequeña terraza en la entrada. En su interior encontraron una hornilla hecha con tres piedras, un metate o piedra de moler con su mano, tapescos o estantes, además de ollas para cocinar y guardar alimentos.
Cada familia de Joya de Cerén poseía un pequeño huerto en el que cultivaban plantas medicinales y tubérculos como yuca y malanga; y en las cercanías tenían sus milpas. En algunos domicilios tenían también un taller en el cual las mujeres elaboraban cerámica utilitaria y tejidos de algodón.
A fines de noviembre, las investigaciones en el sitio arqueológico cobraron especial relevancia, pues se encontraron restos de huesos humanos, huellas y un surco de cultivo en la zona mientras se desarrollaban trabajos de restauración del proyecto de Construcción de Obras de Protección y Mejoramiento del lugar.
“Estos descubrimientos nos han llevado a tomar la decisión de extender las excavaciones en la zona sur del complejo uno, en donde haremos una trinchera más grande al juntar tres de los pozos de sondeo”, dijo Michelle Toledo, arqueóloga dirigente del proyecto.
Toledo además explicó que la ampliación servirá para “una mejor interpretación” del lugar, por lo que prevén que los trabajos de excavación se extenderán hasta principios de diciembre.
Lea también: Investigaciones en Joya de Cerén continuarán tras encontrar restos humanos.
“Hace unos días se identificó una fosa que contenía restos orgánicos y óseos; se realizó la limpieza y se determinó que era un entierro de una persona que probablemente habitó la aldea, pero que no murió a causa de la erupción”, expresó la experta en relación a la osamenta.
Agregó que los huesos descubiertos son largos y según estudios descienden del período Clásico Tardío (600-900 después de Cristo) porque dentro de la fosa había tierra blanca joven, producto de la erupción del volcán de Ilopango en el año 535.
“Si es así, este individuo sería de un enterramiento posiblemente del momento en que la gente Joya de Cerén vivió aquí”, indicó Toledo.