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Ingrata desmemoria

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"200 años han pasado que no sabemos de dónde venimos ni mucho menos dónde vamos, e ignoramos la savia que nos une. los que cometieron el etnocidio de 1932 y estrangularon la libertad, ellos son los que censuraron las expresiones sociales": Gabriel Otero

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Por Gabriel Otero


Para Héctor Oquelí

En mi país se asesina a la inteligencia, siempre ha sido así, las voces que suenan diferente se exterminan entre chismes y balazos para que no se escuchen, o en el mejor de los casos, se alinean en el exilio y así las fulmina la nostalgia.

Cada 12 de enero nadie se acuerda de ti Héctor, más que nosotros, los mismos de ayer, los que alguna vez te dijimos que en Cuscatlán sólo el plomo habla y que los que piensan son aislados como leprosos y hostigados hasta la muerte.

Hace treinta dos años te mataron, la desmemoria es ingrata, es una de las propiedades del subdesarrollo, nadie se acuerda de ayer y de nadie y menos de antier sólo si es conveniente a sus intereses.

Las grandes naciones recuerdan y reflexionan, conmemoran, evitan que la vertiginosidad de la historia provoque el olvido de sucesos y personajes, construyen su identidad día a día, fomentan las convergencias en los contrastes de su gente.

Las aldeas y los pueblos como el nuestro son obscenamente tercos, cada uno intenta imponer su ley, se carece del sentido de la vista y en general de cualquier sentido, ciegos tropezamos en las mismas piedras y caemos y reptamos por siglos.

Y doscientos años han pasado que no sabemos de dónde venimos ni mucho menos dónde vamos, e ignoramos la savia que nos une, tal vez sea contemplar las formas de las nubes en una parcela e ir a la playa los fines de semana, y es factible, aunque no lo creamos, encontrar la grandeza en las nimiedades.

Sin embargo, Héctor, tú luchaste como muchos otros para que el nuestro fuera un país mejor, los que hoy denostan la Paz y son los que propiciaron la guerra, los que cometieron el etnocidio de 1932 y estrangularon la libertad, ellos son los que censuraron las expresiones sociales.

Y pareciera que 70 mil muertos fueran una mísera e inútil cifra y que la justicia se oculta en amnistías a medias, perdón y olvido para lo que hicimos pero que gustosos volveríamos a hacer.

En mi país la estupidez es el alimento y la razón de ser de cada día, ¿cuándo cambiaremos?, para eso tendríamos que volver a nacer y ni así.

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Gabriel Otero
Gabriel Otero
Escritor, editor y gestor cultural salvadoreño-mexicano, columnista y analista de ContraPunto, con amplia experiencia en administración cultural.

El contenido de este artículo no refleja necesariamente la postura de ContraPunto. Es la opinión exclusiva de su autor.

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