martes, 16 abril 2024
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Homo homini lupus: la falsa solidaridad con los migrantes ilegales

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Se pelean por palabras: prórroga o suspensión. Se rasgan las vestiduras,se preocupan y sufren por los "compatriotas" a quienes en 18 meses se les termina el TPS en Estados Unidos (Estado de protección temporal por sus siglas en inglés, que ya lleva 16 años) .

Unos, los/as más desinformados, echan la culpa al gobierno o a una pancarta; otros, responsabilizan al Estado como si El Salvador tuviera iniciativa de leyes migratorias en Estados Unidos. Unos cuestionan ¿cómo recibiremos a 400 mil compatriotas?, como si los procesos migratorios fueran expeditos; otros proponen leyes inviables aprovechando electoralmente la situación.

La academia, desde la comodidad de las aulas, exige polí­ticas públicas en favor de los migrantes retornados, como si las aulas de colegios y universidades privadas fueran económicamente accesibles para la mayorí­a de la población que vive en el paí­s.

Los "tanques de pensamiento" de las gremiales empresariales manifiestan preocupación por la suspensión del TPS, como si sus empresas no se hubieran opuesto febrilmente al aumento del salario mí­nimo a USD$300 aprobado en 2016 para paliar el prohibitivo costo de la vida en el paí­s, como si fueran ejemplo del pago puntual de impuestos al Estado o de inversión local para generación de empleos dignos, estables y de calidad.

El hijo del dueño de una cadena de supermercados y precandidato presidencial de ARENA, es el más cí­nico ejemplo de mezquindad supina intentando aprovecharse de la situación con un spot televisivo cuyo contenido resulta más falso que un billete de USD $3.Por cierto en esa empresa de abastos los salarios son bajos y sus trabajadores/as carecen de condiciones dignas hasta para tomar sus alimentos. El presidente del partido ultraderechista hasta aparece en otro spot hablando incoherencias en inglés.

Los dueños y empleados de la mayorí­a de medios de información, sirven de caja de resonancia para el discurso ideológico del opositor partido ARENA, como si no fuera ese instituto polí­tico el principal culpable de la implementación allá por 1989 del modelo neoliberal "humano exportador", responsable de la expulsión de salvadoreños/as al exterior.

Pareciera una abrupta y casi sorpresiva ola de solidaridad y empatí­a ante el sufrimiento del sempiterno migrante ilegal salvadoreño. Casi como si los estuvieran esperando con un abrazo, una frazada y un chocolate caliente en la frí­a noche de la deportación.

Independientemente de las remesas enviadas por los migrantes anualmente estimada en casi USD$4 mil millones (la mayorí­a utilizada en el consumo), en este paí­s ahora todos/as se preocupan por los dos millones de expulsados viviendo en la diáspora. Se preocupan y hasta "sufren" polí­ticamente. Como si un sentimiento de hermandad cundiera en este paí­s donde la vida de las mujeres la deciden constitucionalmente los hombres; donde un policí­a ebrio es sospechoso de asesinar a su pareja y colega en plena delegación policial; donde la diferencia entre vivir o morir en algunas comunidades está en la decisión o capricho de un puberto por el delito de una mala mirada; donde una persona no puede visitar a sus familiares en otra comunidad o vecindario sin correr el riesgo de morir sólo por vivir en un lugar diferente; donde un aficionado a un equipo de fútbol no puede ir al estadio con su familia sin el miedo de encontrarse a la barra brava del equipo contrario y ser vapuleado; donde las campañas electorales son en no pocas veces verdaderas batallas campales; donde un taxista no puede trabajar donde permanecen otros de sus colegas porque si no corre el riesgo de ser corrido a balazos; donde una persona puede ser asesinada por un estacionamiento; donde el sistema bancario y corporaciones no reconocen la palabra perdón para un cliente retrasado en sus pagos; donde el transporte colectivo son verdaderas máquinas envenenadoras del aire; donde adquirir crédito hipotecario es una muerte lenta, muy lenta; donde los salarios son en colones salvadoreños pero los precios e intereses en el sacrosanto libre mercado son en dólares estadounidenses con la inflación e í­ndice de precios estadounidenses.

Es curioso, es irónico… solidaridad con los migrantes, aquí­ y allá los vendelotodo, comelotodo, hacelotodo, los compatriotas, los hermanos, en el paí­s con una de las tasas de homicidios más alta del mundo.

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Herbert Vargas
Herbert Vargas
Colaborador

El contenido de este artículo no refleja necesariamente la postura de ContraPunto. Es la opinión exclusiva de su autor.

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