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En menos de tres años desde su fundación hasta 1985, ARENA había crecido de una manera extraordinaria y esto era obra de las circunstancias de terror lo que convertía a ARENA en la única alternativa viable para salir de conflicto, y el liderazgo de un hombre sencillo que durante su carrera profesional tuvo estrecho con todo un pueblo que hoy se volcaba a las urnas, demostrando que no se amedrentaba ante el terror; por el contrario, lo rechazaba.
Roberto guiaba estas demostraciones populares, y a la vez con su discurso pregonaba el amor a la patria y la necesidad de vivir dentro de un régimen de derecho. Siempre apoyó a la Fuerza Armada dentro del cumplimiento de sus deberes constitucionales.
El trato del mayor d´Aubuisson para con sus compatriotas, siempre fue de igual a igual, escuchaba a cada uno y sabía a quienes mantener alejados.
Fue este año 1985 en el que nos daría la mayor lección de humildad y liderazgo que pocos conocieron de fuente directa, y que la mayoría de los salvadoreños ignora.
La presión sobre d’Aubuisson de parte del Departamento de Estado era agobiante y él sabía que esto afectaba negativamente la posibilidad del crecimiento partidario.
La campaña de desprestigio que en su contra a nivel mundial se desarrollaba repercutía y restaba posibilidades a concluir la guerra en el corto plazo, y por ende condenaba al pueblo salvadoreño a continuar padeciendo el acoso terrorista.
A finales de agosto de 1985, d’Aubuisson reúne a un grupo de amigos y nos comunica lo siguiente: — Señores deseo informarles que voy a renunciar a la presidencia de ARENA.
La noticia nos cayó como un balde de agua fría, estábamos atónitos, no podíamos creer lo que escuchábamos.
—¿Estás loco? —
—¿Cómo se te ocurre? —
— ¡Eso es ridículo! —
Fueron algunas de las expresiones en reacción al inesperado anuncio.
Y continuó — La decisión está tomada, es lo mejor para el partido.
—Eso es absurdo, no existe el poder detrás del trono. Sabes que estas próximas elecciones las ganaremos y que tú asumirás la presidencia.
—Además quiero señalar, añadió Roberto, —que no seré el candidato a la presidencia en la próxima elección.
La respuesta casi unánime fue: —Eso es imposible, ya tenemos ganada la elección.
La predicción hecha por Roberto cuando decide aceptar el triunfo de Napoleón Duarte, sobre el desempeño del gobierno demócrata cristiano se venía convirtiendo en realidad, su desempeño era nefasto, por lo que no había forma de que ganaran la presidencia, ni aun haciendo fraude.
Roberto entendía que nosotros, no alcanzábamos a descifrar lo que sucedía, y menos vislumbrar sus objetivos. Su visión de futuro era más amplia. Él sabía que temíamos que el rumbo del partido se perdiera sin su liderazgo. Pero tenía claro que lo más importante era lograr la paz, si esto no se lograba, no había futuro para El Salvador.
Armándose de paciencia ante las protestas, agregó: —Es cierto, tenemos la elección ganada y un partido fuerte. Pero si yo sigo al frente de ARENA, todo nuestro trabajo y el partido serán destruidos.
Reinó el silenció.
Si llego a la presidencia de la república, en el momento en que me impongan la banda presidencial, dejará de llegar la ayuda internacional que necesita nuestro pueblo agobiado por tantos años de guerra. Por estas y otras razones, he tomado esta decisión.
— Pero.
— No hay pero que valga, la decisión está tomada.
Una vez más su liderazgo quedaba demostrado.
El 29 de noviembre de 1985, el mayor Roberto d’Aubuisson Arrieta renunció a la presidencia del Consejo Ejecutivo Nacional (COENA) y la asumió el licenciado Alfredo Cristiani Burkard.
Estos acontecimientos mostraron la cara humana de Roberto d’Aubuisson que no conocíamos y que es importante que se haga del conocimiento público. Renunciaba a la posibilidad de ostentar el cargo civil más alto de una nación a ser presidente de El Salvador. Sí, él renunció a poderes y privilegios mundanos, pero dejaba a su pueblo, y sobre todo a su partido una enorme lección, su devoción a servir a sus compatriotas era su principal inspiración. Con esto dejaba claro lo que se puede traducir que la lucha emprendida tenía un objetivo principal, alcanzar la paz para luego iniciar el camino de la recuperación nacional gozando de libertad.
Con los años digerí y comprendí lo trascendental de la decisión tomada, y sin lugar a duda los acontecimientos que se sucedían a diario confirmaban que las decisiones de Roberto fueron en su mayoría acertadas.
Lastimosamente como humanos cometemos errores. El gobierno de ARENA logró la paz, pero con la muerte de Roberto, se perdió el rumbo del partido.
¡Feliz año 2020!
(*) Ernesto Panamá es Escritor