El 4 de noviembre de 1969, me tocó cubrir un sorpresivo cambio o auto-restructuración de la Junta Directiva de la Asamblea Legislativa (AL) de El Salvador, que se le denominó Curulazo o autogolpe legislativo, entre diputados de su mismo Partido de Conciliación Nacional (PCN).
Pasados los efectos del Curulazo de noviembre, a finales de ese año, uno de las primeras acciones de la AL, fue convocar, al Primer Congreso Nacional de Reforma Agraria, que se celebraría -y se celebró- entre el 5 y el 9 de enero de 1970.
Líder entre los nuevos directivos y, por lo mismo, coordinador de la Comisión Organizadora, fue Rafael Rodríguez González, diputado y dirigente obrero de la Confederación General de Sindicatos (CGS), una organización plegada a la línea del gobierno pecenista. La convocatoria incluía a la Asociación Nacional de la Empresa privada (ANEP), pequeños y medianos comerciantes, representantes de las Iglesias, sindicalistas, profesionales y a las dos únicas universidades existentes para entonces: la Universidad de El Salvador (UES) y la Universidad Centroamericana José Simeón Cañas (UCA), entre otros sectores de la vida nacional.
El nuevo presidente de la AL, Juan Gregorio Guardado, inauguró el Congreso con un discurso de bienvenida; y, sobre todo, de justificación del mismo. En realidad, el interés era calmar las agitadas aguas socio políticas que -desde hacía mucho tiempo-movían las organizaciones sociales, reclamando justicia, respeto a los derechos humanos y cese total e inmediato de la represión.
El Congreso inició sin tropiezos; de pronto, con gesto prepotente la ANEP pidió que no participara -con voz y voto- el sector sindical, amenazando con retirarse si tal petición no se cumplía. Y no se cumplió. La ANEP se retiró con el respaldo de los grandes medios de comunicación, que hicieron eco de las maniobras planteadas por ANEP, temerosos de que la participación de los obreros y campesinos, contribuyera a logros significativos hacia una real Reforma Agraria. Solo se quedó Francisco de Sola, a quien por eso le llovieron numerosos aplausos
Discusiones y alegatos, propuestas y reclamos de los participantes, sin satisfactorios acuerdos, aun cuando por el retiro de la ANEP las cosas parecían de un tono unilateral. El evento pasó – como todos- sin pena ni gloria; y lo peor, sin efectos positivos…Nada!
Ese mismo año de 1970, el Ministro de Agricultura Ganadería (MAG), Enrique Álvarez Córdova, insistía en su ideal de una Reforma Agraria, la cual -según decía- debía implantarse lo antes posible. Lo consideraba urgente. Era un hecho conocido que desde antes y para entonces, el sesenta por ciento de la tierra pertenecía al dos por ciento de la población; es decir, a terratenientes que la utilizaban para los cultivos de exportación, como café, azúcar, algodón y actividades ganaderas.
Urgía un proyecto de verdadera Reforma Agraria para volver más equitativa la tenencia de la tierra; pero, por ser un asunto político y no de propiedades, precisaba de una decisión también política, con la voluntad y el aporte de los terratenientes, si de veras se buscaba la justicia y equidad en beneficio de la Nación. Álvarez Córdova lo sabía y unos dos años antes, en 1969, como Ministro había presentado un proyecto de Reforma Agraria a la AL, que había sido engavetado.
Un día pregunté al Ministro Álvarez Córdova, ¿qué fin tendría el proyecto de Reforma Agraria que él había presentado a la AL hacía algunos meses?, a lo que, con gesto de desencanto y coraje, me contestó: “… Dormirá el sueño de los justos”. (Igual que ahora -pienso yo- cuando se engavetan en la AL proyectos que benefician al pueblo, pero que perjudican intereses económicos). Y luego, con acento más grave aún, el Ministro me dijo: “Mire. Si no se implanta ya la Reforma Agraria, antes de 10 o 15 años habrá un estallido que puede llegar hasta la lucha armada. Hay mucha injusticia en la tenencia de la tierra…”
¡El estallido social que pronosticara Álvarez Córdova fue una realidad -algunos años después- convertido en la guerra civil 1980-1992 …!
