lunes, 15 abril 2024
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Ha muerto el gobierno de Nicolás Maduro

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1. Estado y Gobierno en Venezuela

Un Estado es una organización coercitiva de las elites dominantes para imponer sus intereses de clase –particularmente de explotación económica y dominación polí­tica– a la mayorí­a de los ciudadanos. Esa organización coercitiva deja de existir cuando su burocracia civil (ministerios) y/o armada (militares) colapsa. Actualmente, el Estado de la élite dominante madurista se encuentra en un  avanzado proceso de disolución. Para acelerar su colapso y consumar su coup d´Etat, la ofensiva final de Washington ataca en tres frentes: Provocar el colapso de la burocracia civil, precipitar la implosión de la Fuerza Armada y reducir las actividades económicas y comunicativas de la nación a cero.

A diferencia del Estado, que en términos anatómicos es el esqueleto que sostiene la sociedad, el gobierno es esencialmente un software o subsistema operativo, que regula las actividades cotidianas del macrosistema conocido como la Nación. Reemplazar a un Estado sólo es posible sobre las ruinas de su burocracia. Sustituir a un gobierno, en cambio, es un acto de rotación, equivalente a una alternancia en el poder. En Venezuela, la apocalí­ptica ineptitud e irresponsabilidad de los Talibanes en el poder, para entender y manejar la realidad, ha hecho confluir ambos procesos de transición. Está puesta la mesa para la tragedia del pueblo y el banquete del Imperio.

2. Gobierno, sin Signos vitales I

Cuando,  en el siglo XXI, un gobierno no puede garantizar el suministro de electricidad en un paí­s, entonces ha dejado de existir, porque sin la energí­a, la vida corporal de la Nación no es posible. Cuando ese Estado tampoco puede garantizar la existencia de un equivalente general de valor (dinero), entonces ha dejado de existir, porque la metamorfosis de  las mercancí­as se vuelve imposible y el torrente sanguí­neo de la economí­a se seca. Finalmente, cuando un Estado no ha podido sostener su metabolismo productivo y distributivo (agro, industria, petróleo), entonces las señales vitales de su corporalidad quedan en cero. Desaparece, Requiescat in pace (RIP).

3. Gobierno, sin Signos vitales II

 Cuando  una Corte Suprema prohí­be a un individuo salir del paí­s y ese individuo  sale y reentra y no lo detiene la policí­a, significa que no existe el subsistema de represión, que se llama “gobierno”. Cuando la ministra de cárceles, Iris Varela, advierte públicamente a ese sujeto antes de su salida que ya le tiene preparado su celda y su uniforme — “Guaidó,  ya te acomodé la celda, con tu respectivo uniforme, espero que nombres rápidamente a tu gabinete para saber quiénes te van a acompañar, ‘muchacho pajúo´ (hablador)”, escribió en Twitter— y después el presunto  delincuente se pasa por el paí­s como Pedro por su casa, convocando a la  destitución del presidente “usurpador Maduro”, entonces es espectacularmente obvio, que el gobierno venezolano ya no es más que una  entelequia (fantasma). 

Cuando el gran  operador stalinista del aparato madurista, el teniente anticomunista Diosdado Cabello le insinúa al gobernador del Estado Vargas, Gen. ret. Garcí­a Carneiro, que organice al pueblo para enfrentar el regreso de Guaidó en el aeropuerto de Maiquetí­a, parte de la territorialidad que supuestamente controla —“El mismo dijo que vení­a por Maiquetí­a y ahí­ lo estamos esperando. Garcí­a Carneiro le tiene un comité de recepción”, dijo  Cabello durante su programa Con el Mazo Dando, transmitido por el canal  del Estado Venezolana de Televisión (VTV)– y el futuro presidente con sonrisa de Colgate brillante festeja con una multitud alegre, sin contratiempos de ningún tipo en el aeropuerto, entonces queda claro, que  las lí­neas de mando de la camarilla madurista están rotas.

Cuando el gobierno madurista requiere de la ayuda del imperialista New York Times,  para desmantelar la mentira de la ofensiva mediática mundial gringa, el  dí­a del ataque a las fronteras venezolanas (“ayuda humaní­stica”) –“quema de camión de medicamentos por parte del gobierno”–, pese a que  el mismo dí­a los videos demostraron con absoluta claridad, que habí­a sido una agresión de parte de los grupos de choque de Guaidó, entonces ese gobierno ya es incapaz de  siquiera defenderse en el campo de la guerra propagandí­stica.

4. Cosmogoní­a y “Colgate boy”

El  gran filósofo alemán Hegel definí­a a la muerte como la ausencia de movimiento. Hoy, con mayor conocimiento cientí­fico de la ontologí­a del universo (cosmologí­a), podrí­amos decir, que la muerte es una reducción en la complejidad de organización de la materia, que se refleja, inevitablemente, en una reducción de las actividades del sujeto actuante: de su praxis. Ésta es una descripción exacta de la situación del gobierno de Maduro. La troika Maduro-Cabello-Padrino López perdió la  iniciativa estratégica ante la contrarrevolución gringa, cuando Bolton-Abrams-Pompeo montaron la estructura dual de poder con el “Colgate boy” Guaidó. Subestimaron el poder de la ofensiva imperial y se  burlaron de los “juegos de muchachos”, Maduro dixit, de Washington.

5. El Precio del Autismo polí­tico

Encerrados  en su burbuja autista y mal asesorados por sus consejeros internacionales, ni siquiera supieron recuperar la iniciativa ante la derrota táctica de Guaidó, el 23 de febrero, en la Operación Muro de Berlí­n II, ejecutada desde Colombia y Brasil. Y, ahora, es demasiado tarde ya. Despreciaron a la “solución sandinista”, cuando el tiempo era idóneo para llegar a un modus vivendi con la oligarquí­a y el monroeismo, que hubiera podido permitir la instalación de un modelo desarrollista democrático de centro, tal como lo avanza hoy dí­a Andrés Manuel López Obrador en México. Ahora, el madurismo ya no tiene capacidad de negociación y el Imperio tendrá todas las condiciones para imponer el orden nuevo de postguerra, que le garantiza el control del paí­s y sus recursos.

6. La Responsabilidad del Desastre

La  responsabilidad de este desastre histórico la comparten por partes iguales los talibanes autócratas del madurismo, la camarilla militar que  ciegamente e idiotamente ha acompañado al madurismo en su alegre marcha  hacia el abismo y los sectores externos, cuya incapacidad de visión estratégica geopolí­tica les hizo ver sólo sus beneficios cortoplacistas,  mas no el precio que iban a pagar a mediano plazo.

7. Ni matar ni morir por Maduro

La  caí­da de Maduro-Cabello puede suceder cualquier dí­a. El hecho, de que perdieron toda capacidad funcional ejecutiva y que su gobierno se haya reducido  a una vulgar expresión de bravucones sin autoridad moral, se debe, por supuesto, a que los generales les pararon la mano, cuando iban a encarcelar a Guaidó. Es decir, son rehenes visibles de las bayonetas. Recordando, que en Venezuela hay sólo dos centros de poder reales, la embajada gringa y las FANB, el gobierno polí­tico de Maduro-Cabello ya es irrelevante en las negociaciones entre Washington y  Padrino López, sobre la inaplazable transición del paí­s. Se cumple, de esta manera, lo que predije en mis últimos análisis y en el programa de Carmen Aristegui en CNN: “Los militares no van a matar por Maduro ni van  a morir por él”. Hoy dí­a tenemos la evidencia empí­rica de esta verdad.

8. Venezuela, Nicaragua, Cuba

La clase polí­tica neofascista estadounidense, que en su newspeak  Orwelliano prefiere llamarse “neoconservadores”, ha expresado con brutal claridad, que va a subyugar a América Latina al costo que sea para poder competir con China, Rusia y la Unión Europea en el control de  la sociedad global del futuro. A tal fin, el Asesor de Seguridad Nacional de Trump, John Bolton ha declarado públicamente la secuencia de  agresión planeada: acabar con “la troika de la tiraní­a” de Venezuela, Nicaragua y Cuba. Y su procónsul hemisférico Elliott Abrams, uno de los principales operadores de la criminal destrucción de los movimientos progresistas centroamericanos bajo Ronald Reagan, amenaza a los gobiernos latinoamericanos que no participan en la ofensiva monroeista hemisférica, que sufrirán sanciones (secondary sanctions).

9. México y los dominós latinoamericanos

Entre  los dominós latinoamericanos, que tienen que caer, Washington no menciona públicamente a México. Pero, es obvio, que el México de Andrés Manuel López Obrador es, hoy dí­a, el objetivo estratégico número uno del  Imperio en su patio trasero. Es el objetivo estratégico número uno porque representa todo lo que el Imperio odia: soberaní­a, progreso y esperanza.

En Vietnam, la teorí­a del dominó fracasó, porque Vietnam y el socialismo mundial derrotaron a Washington. En América Latina, el panorama es mucho más negro. Venezuela ya está perdido. Nicaragua va por el mismo sendero, porque Daniel Ortega parece vivir fuera de la realidad repitiendo los mismos errores autistas de Maduro. Cuba anda sobre el filo de la navaja. Con la probable aplicación  del tercer inciso de la Ley Helms Burton, su futuro depende del apoyo de China y Rusia. Y México y Bolivia están bajo los efectos de la desestabilización “de la revolución de color”. Pero, como la Izquierda latinoamericana es daltónica, sólo se da cuenta de los peligros que acechan,  cuando ya es demasiado tarde.

10. Desenlace de la tragedia venezolana

Con  las patéticas imágenes de la tragedia social venezolana es obvio que el  proceso ha entrado en su fase caótica y que su desenlace es el de un caos determiní­stico. Esto significa que hay sólo dos escenarios posibles: un levantamiento generalizado contra el “mal gobierno” que provoca una intervención militar abierta para restablecer el orden. O un  golpe militar preventivo que remueva el caput mortuum (restos mortales) de la camarilla gobernante y establezca las condiciones de la transición.

¡Pronto sabremos  cuál será el destino de la camarilla en esos dos escenarios trágicos!

Heinz  Dieterich es sociólogo, analista polí­tico, teórico marxista, exasesor de Hugo Chávez, autor del “Socialismo del Siglo XXI” y más de 30 libros sobre la conflictos latinoamericanos. Nació en Alemania y actualmente es  investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana en la Ciudad de México.

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Heinz Dieterich
Heinz Dieterich
Colaborador

El contenido de este artículo no refleja necesariamente la postura de ContraPunto. Es la opinión exclusiva de su autor.

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