El comandante Jeremías, combatiente del Ejército Revolucionario del Pueblo desde antes de cumplir dieciocho años, no murió en el fragor de los combates contra las fuerzas armadas gubernamentales. A lo largo de la guerra salvadoreña finalizada al comenzar 1992, se salvó no solo una vez; se salvó varias veces. Pero murió después, sí, parapetado en su curul. Ahí renació Roger Blandino Nerio, como diputado de la exguerrilla. Era un ser político desde que tomó las armas para combatir, con razón, a un régimen autoritario que oprimía al pueblo. Pero, entregados fusiles e ideales tras los acuerdos de la paz que negociaron con el Gobierno, pasó a ser un “un político menos” –como dice aquel– y un politiquero más que de diputado mutó a alcalde del municipio de Mejicanos entre el 2006 y el 2012, para luego volver en el 2015 a la Asamblea Legislativa.
Al escuchar en ese Órgano las declaraciones de la mayoría de sus integrantes, el sentido del oído ya está preparado para generar –cual reflejo condicionado– algo así como una especie de “autodefensa auditiva”. Se oye la verborrea pero no se pone atención; como dicen, uno se “desconecta” en un ejercicio puro y simple de salud mental. Pero hay ocasiones en las que una palabra es clave para, a pesar de los pesares, poner atención. Recientemente, Blandino Nerio dijo una que me produjo eso: “desestabilización”. En una entrevista radiofónica el pasado martes 24 de mayo, el “reenganchado” diputado la pronunció cuando le preguntaron sobre la derogatoria de la Ley de amnistía. ¡Para qué se la mentaron! El hombre se descosió.
Habló de “sectores de poder como la Fuerza Armada […] más vinculados al pasado, que podría generar efectos desestabilizadores en el país […] pareciera ser que el interés es meter ruido en este momento, poner otra raja de leña a un incendio que se pretende desarrollar”. Luego pidió estar alertas pues “una medida de ese tipo puede generar tensiones en la sociedad salvadoreña y puede tener otras intenciones como la de querer afectar al presidente Salvador, que si bien es cierto no tiene ningún señalamiento especifico en el marco del proceso de los acuerdos de paz ni de la Comisión de la Verdad, algo especifico en términos de señalamientos duros como los que existen sobre otros personajes, pero no dejaría de ser un elemento para la desestabilización”.
Es corto el espacio para este comentario, aunque largo es el atrevimiento del parlamentario que siguió desatado diciendo: “[A]sí como han tenido veinte años de paciencia para no tocarla, porque hacerlo hoy cuando el efecto de lo que hagan, sumado a que niegan los recursos para enfrentar la violencia, sumado que ARENA niega los votos para combatir la delincuencia, pues al final solo favorecería a los delincuentes”. Luego, le pidió a las víctimas –así, sin más– seguir esperando quién sabe cuántos años más la derogatoria de la amnistía. Mientras su partido en el Gobierno esté “golpeando” a las maras, “glorioso”, no hay que “alborotar el panal” promoviendo golpes de Estado en su contra ahora desde la Sala de lo Constitucional, allá en la Corte Suprema de Justicia.
“No es meternos a discutir –siguió el palabrerío de Blandino Nerio– si la Fuerza Armada tuvo o no tuvo, si un coronel o general tuvo o no tuvo responsabilidad. Para eso habrá tiempo. Si ya pasaron veinte años y no les importó resolverlo, ¿por qué nos van a meter ruido ahora que hemos agarrado un rumbo hacia la victoria frente a la delincuencia? […] Miren, los que están soñando con golpe de Estado deberían de recordar una cosa: este pueblo aprendió a defenderse y lo que bien se aprende no se olvida […] Si alguien hoy quiere volver a la dictadura, pues yo debería estar en la obligación de decir: ‘Señores tengan cuidado, esta no es una guerra donde van a ver muertos solo de un lado´…”
Suficiente, no más. Nada más hay un par de cosas que quedan por comentar sobre semejante prédica barata. Lo primero: me declaro “golpista” porque mi firma es la primera que calza la demanda de inconstitucionalidad contra la Ley de amnistía. Demanda que elaboró, con alto profesionalismo, Pedro Martínez; ese es uno de sus tantos valiosos aportes desde el IDHUCA a la causa de los derechos humanos. Hay que reconocerle al buen Pedro haber “abogado” por su defensa durante tantos años y pedirle, exigirle, que lo siga haciendo.
Lo segundo: esa demanda fue presentada el 20 de marzo del 2013, fecha exacta en que se cumplían veinte años de espera –¿a esos se refería Blandino Nerio?– para quitar del camino esa infame retranca para la debida justicia a las víctimas y cobarde escudo de impunidad para sus victimarios de uno y otro bando. Ese día ni siquiera había iniciado oficialmente la campaña electoral, aunque el par de maquinarias electoreras pedestres y desvergonzadas ya andaban violando la Constitución con una insultante propaganda –por onerosa y bajera– a favor de sus candidatos presidenciales. De ese par, a esas alturas, nadie sabía quién ganaría. Así que la demanda no iba con dedicatoria ni contra el doctor ni contra el profesor.
Por ahí anda otro incendiario excomandante guerrillero, ahora poderoso empresario además de alto dirigente “efemelenista”, advirtiendo con “romperse la madre” si quieren separar del cargo al profesor. Lo dijo antes de que su rojo colega descubriera el supuesto “golpe” que se está fraguando en la Sala de lo Constitucional y que inició hace más de tres años con la demanda presentada para anular o derogar la Ley de amnistía. Ya no sigan abusando, creyendo que la gente es pen… denciera y que va a salir a la calle a pelearse por atacar o defender un Gobierno que nadie pretende botar.
Si no son serios, hagan las cosas bien. Tomen un curso intensivo de humorismo de calidad. Agarren, para empezar, la película “Si yo fuera diputado”; véanla y analícenla. Sobre todo cuando el “Chaplin mexicano” –Cantinflas– define así la democracia: “Democracia mire usté, según la lengua española traducida al castellano quiere decir ‘demos´, como quien dice ‘dimos´ y si ‘dimos´, con qué nos quedamos. Y ‘cracia´ viene siendo igual, porque no es lo mismo don Próculo se va a las democracias, que demos ‘cracias´ que se va don Próculo”. Piensen señores, no sigan insultando la inteligencia de este noble pueblo. No vaya a ser que se vayan con don Próculo y que, en lugar de “romperse la madre”, se “den en la…”