Gobernabilidad y desarrollo político

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La gobernabilidad se entiende como la cualidad propia de una comunidad política según la cual sus instituciones de gobierno actúan eficazmente dentro de su espacio, de un modo considerado legítimo por la ciudadanía.

Así mismo el término gobernanza se usa desde la década de los 90  para designar la eficacia, calidad y buena orientación de la intervención del Estado a través de la legitimidad. Y se define como una "nueva forma de gobernar" en la globalización posterior a la caída del muro de Berlín [1989].

En nuestro país para poder gobernar se debe poder comprender e interpretar en su completa dimensión el sistema político salvadoreño. El poder debe ser cohesionador para que permita mantener unidas las estructuras que lo constituyen.

En este contexto, podríamos afirmar que la evolución desincronizada de las estructuras del sistema político salvadoreño continúa igual, sin superarse. Al respecto, y a pesar de que el proceso de democratización, iniciado posterior a los Acuerdos de Paz a nivel de la superestructura política, pareciera estar condenado a paralizarse.

 No se vislumbra a corto o a mediano plazo superar los graves desequilibrios macrosociales y la falta de equidad; condiciones que siguen prevaleciendo en las estructuras del sistema político nacional.

Un líder [gobernantes y dirigentes políticos] – que no se observan – es aquél que sale avante a pesar de ser un hombre acosado por las presiones y las urgencias.

El drama de la generalidad de los políticos, quienes son prisioneros de sus propias debilidades, generadas por la carencia de equipos e instrumentos tecno políticos especializados; no les permite desarrollarse políticamente en el arte de gobernar [manejar adecuadamente el poder para beneficio de las mayorías y no de pequeños grupos].

En este contexto es importante señalar que los políticos deben entender la diferencia de ganar elecciones y saber gobernar.

Un líder se forma en la lucha cotidiana. Un individuo con pujanza, luchador, que siente desde joven la ambición der ser conductor, y elige ser político; pero su vida política se desarrolla en circunstancias y oportunidades que ellos no pueden elegir.

En nuestro país existen tres poderes legalmente constituidos e independientes: el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial. La gobernabilidad es el balance de pesos y contra pesos entre ellos. Es decir, el balance entre las variables que se controlan y las que no se controlan.

Un buen gobierno deberá tener la capacidad de gobernar, a través de programas estratégicos que le permita conducir adecuadamente al país. El Salvador tiene tres grandes problemas, aun no resueltos: la falta de seguridad [extorsiones que no paran, y consolidan económicamente al crimen organizado], tener una excelente estructura educativa y de salud. 

El Salvador no necesita un estadio de fútbol, no es prioritario para la gran mayoría del tejido social. La población tiene cada vez menos confianza en la capacidad de los políticos porque no cumplen con sus compromisos y programas ofertados en las campañas electorales.

La población no se resigna ante la incapacidad de los políticos. Las crisis se agudizan en la medida que los grandes problemas descritos anteriormente se agravan, y el arte de gobernar se aparta de los esfuerzos por enfrentarlos.

No se puede gobernar desvalorizando y atacando a los partidos políticos y sus dirigentes; y que estos no expresan el sentir y necesidades de quienes los eligieron.   

De acuerdo con Samuel Huntington el desarrollo político se define como la capacidad de un sistema político de hacer frente a crisis [políticas, económicas, sociales ] que se presenten.

La baja capacidad de gobierno de una estructura política convencional es, a veces, suficiente para producir resultados exitosos si la gobernabilidad del sistema es alta y el proyecto del gobierno es poco exigente.

Sin embargo la demanda histórica de El Salvador es hoy más compleja que nunca. No solo basta ganar elecciones. Hay que saber gobernar.

El crecimiento y desarrollo económico, la seguridad, las inversiones y la estabilidad  social, deberá, por lo tanto, fortalecerse por medio de la institucionalidad, con el propósito de ser incluyentes, transparentes, y capaces de atender necesidades y controlar situaciones [la corrupción, la equidad de justicia, entre otras] que desborden el caos político y social.

Si esto se consolida, tenderá a que en nuestro país exista gobernabilidad y desarrollo político.


(*) Marcial Vela Ramos [email protected]

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Marcial Vela Ramos
Marcial Vela Ramos
Militar, con el grado de Coronel (r); es escritor e historiador salvadoreño. Colaborador y columnista de ContraPunto
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