miércoles, 4 junio 2025
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Gaza: ¿Paz o negocio? La propuesta de EE. UU. frente al exterminio y la complicidad de UE

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"La paz no puede construirse sobre los escombros de un pueblo aniquilado": Alonso Rosales.

Por Alonso Rosales.

Más de 54.000 muertos y una invasión inminente

La situación en Gaza ha superado todos los límites de lo que puede considerarse un conflicto armado. Con más de 54.000 muertos, en su mayoría civiles —niños, mujeres y ancianos—, y una crisis humanitaria sin precedentes, hablar de “enfrentamientos” es una minimización peligrosa. Israel, con el respaldo explícito de Estados Unidos y la pasividad de gran parte de Europa, ha conducido a Gaza a una catástrofe humanitaria que muchos analistas y organizaciones internacionales ya califican como exterminio sistemático.

A pesar de esta devastación, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, ha declarado recientemente que se avecina una “invasión a gran escala” en Gaza. Esta amenaza, lanzada incluso después de la supuesta propuesta de cese al fuego de Estados Unidos, pone en evidencia una contradicción flagrante: ¿se apuesta realmente por la paz o se está encubriendo una nueva fase del asalto?

Hambruna como arma y silencio cómplice

La guerra contra Gaza no se libra solo con bombas. El bloqueo de alimentos, medicinas y suministros básicos ha provocado una hambruna calculada. Esta estrategia —denunciada por múltiples ONG— busca quebrar la resistencia mediante el hambre y la desesperación. Usar el hambre como arma de guerra no es solo inmoral, es ilegal según el derecho internacional humanitario.

Frente a esta realidad, el silencio de Occidente se vuelve ensordecedor. Estados Unidos, el Reino Unido y otros aliados tradicionales de Israel no solo han bloqueado resoluciones críticas en el Consejo de Seguridad de la ONU, sino que continúan financiando y armando al Estado israelí. La falta de sanciones reales convierte a estos gobiernos en cómplices activos del sufrimiento palestino.

¿Un plan de paz o un negocio disfrazado?

La propuesta de paz de Washington podría parecer un avance diplomático, pero la historia reciente nos enseña a desconfiar. En Irak, Afganistán y otros escenarios devastados por la guerra, la paz llegó de la mano de contratos millonarios para empresas estadounidenses encargadas de la “reconstrucción”. ¿Estamos ante un nuevo capítulo de ese mismo modelo, donde la destrucción se convierte en una oportunidad de negocio para el complejo industrial-militar?

Presión desde abajo: la sociedad civil se moviliza

Frente a la pasividad de los gobiernos, la sociedad civil comienza a hacer oír su voz. En países como el Reino Unido y España, miles de personas han salido a las calles exigiendo el fin de las relaciones comerciales y diplomáticas con Israel. Campañas de boicot, manifestaciones y presión sobre los parlamentos nacionales han empezado a marcar una diferencia.

Estos movimientos exigen más que solidaridad simbólica: demandan acciones concretas, sanciones económicas, juicios internacionales y, sobre todo, un cambio en la narrativa oficial que ha deshumanizado durante décadas al pueblo palestino.

El silencio ya no es opción

La comunidad internacional enfrenta una disyuntiva moral ineludible. No se puede seguir hablando de “derecho a defenderse” cuando las cifras y las imágenes muestran una masacre unilateral, ejecutada con armamento de última tecnología y apoyada por potencias mundiales.

En este momento de la historia, guardar silencio equivale a ser cómplice. La paz no puede construirse sobre los escombros de un pueblo aniquilado, ni ser negociada a cambio de beneficios económicos. Es hora de decirlo claro: lo que ocurre en Gaza no es defensa, es exterminio.

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Alonso Rosales
Alonso Rosales
Periodista y luchador por la paz mundial.

El contenido de este artículo no refleja necesariamente la postura de ContraPunto. Es la opinión exclusiva de su autor.

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