Fujisawa, Tierra de Amigos

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Deportistas del Comité Olímpico Salvadoreño han llegado a Fujisawa, Kanagawa, para participar en los Juegos Olímpicos de Tokio.

La ciudad japonesa, en las afueras de Tokio, albergó a parte de la delegación de El Salvador como parte de un campamento previo y los hizo sentir como en casa con su calidez. Toda la incomodidad que supuso la pandemia, con sus restricciones de movilización y las limitaciones para hacer cualquier otra cosa que en su momento habría sido natural, quedó compensada con la amabilidad y la dedicación con que el personal de la ciudad de Fujisawa, en la Prefectura de Kanagawa, trató a la delegación salvadoreña en su semana de estancia en el lugar.

A pesar de que por cuestiones de bioseguridad nadie podía moverse del Centro Deportivo de Fujisawa, El Salvador se llevó el mejor de los recuerdos de este campamento. Solamente estaba permitido, y con escolta, recorrer los 120 metros hacia el moderno estadio de atletismo -contiguo a la zona de las habitaciones- donde José Mijangos dispuso para él de la pista de ocho carriles para entrenarse a placer. Lo mismo con Argentina Solórzano, que utilizó el lugar para correr como parte del proceso para llegar a su peso.

Durante toda la semana, jamás hubo un desplazamiento de más de 270 metros. Y ese fue ir al Fujisawa Arena, el lugar donde está el imponente gimnasio de boxeo, la piscina y un enorme gimnasio equipado con lo último en cuanto a máquinas y aparatos. “Nos hubiera gustado que pudieran conocer la ciudad, pero así son las reglas con el tema de la pandemia. No se permite que nadie tenga contacto con ustedes”, explicó Akiko en un buen español, una de las personas más cercanas a la delegación. De hecho, vivió un tiempo en El Salvador y eso ayudó mucho a la hora de la convivencia.

Si bien había proyectado una serie de actividades en la ciudad, incluyendo un festival cultural, las últimas restricciones abortaron todo el plan. Sin embargo, hubo espacio para un tour virtual por la ciudad y cada integrante de El Salvador recibió una bolsa con regalos, entre ellos artesanías y artículos hechos a mano por los locales. En contrapartida, el coronel Francisco Ramos, Jefe de Misión de El Salvador, entregó una artesanía con el sello de Fernando Llort al representante de la alcaldía y cada uno de los presentes se llevó una bolsa con café salvadoreño, pines y otros regalos. “No tenemos más que palabras de agradecimiento para esta ciudad que nos recibió con los brazos abiertos”, explicó Ramos.

A decir verdad, fue un auténtico lujo la estadía en el lugar. Empezando por las habitaciones. El Salvador ocupó todo el tercer piso del edificio y cada integrante tenía una habitación individual. La comida también deslumbró a todos, ya que el servicio buffet dejaba opciones para todos los gustos, aunque la comida japonesa era la preferida por casi todos. A la hora del café, se utilizaron las diferentes marcas salvadoreñas que decidieron aportar algunas libras en esta especie de intercambio cultural. Koji Oshimo, otro de los colaboradores más activos, era el encargado de preparar el café. Con su excelente español aprendido en El Salvador hace ya mucho tiempo, Koji se ganó el apodo de “Escalón” y así lo llaman todos. ¿El motivo? Contó que cuando vivió en El Salvador lo hizo en la zona de la colonia Escalón y ahí le quedó.

Si la amabilidad de los japoneses ya es de público conocimiento, la de los empleados de Fujisawa lo es aún más. Incluso aquellos que no dominaban el idioma, mostraron la mejor voluntad para ayudar apoyados en unos aparatitos llamados PokeTalk, que traduce cualquier sonido en forma instantánea. Lamentablemente no pudo haber contacto con los ciudadanos, ya que el protocolo lo impedía. Pero sí hubo tiempo para que los atletas José Mijangos y Argentina Solórzano fueran jurados de un concurso de dibujos donde estudiantes de las escuelas del lugar tenían que reflejar la amistad entre los pueblos de Japón y El Salvador.

Para cerrar, y como plus, permitieron que la delegación subiera hasta la terraza del edificio contiguo, en el séptimo piso, y desde ahí poder observar el Monte Fuji, un ícono del turismo japonés y el pico más alto del país con sus 3,776 metros de altitud.

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