viernes, 12 abril 2024

En el dí­a del medio ambiente

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“La ecologí­a es el eco

producido por el estruendo

con que el capitalismo destruye el mundo”.

Roque Dalton

Para la modernidad capitalista la naturaleza es entendida como recursos infinitos para fines utilitarios y con sentido de valor si contribuye al beneficio económico. La modernidad se sostiene, precisamente, bajo un marco categorial de una razón mí­tica, donde se concibe, además, el tiempo y el espacio como lineal e infinito. Y en ese sentido, su racionalidad es el crecimiento ilimitado, que no toma en cuenta los lí­mites materiales de la naturaleza y por tanto de la misma vida. Es una mistificación de la muerte y del suicidio colectivo.

Los procesos de degradación y destrucción de las condiciones naturales para la reproducción de la vida humana y no humana, no es algo externo a la economí­a y a la lógica fundante de la modernidad, sino que forma parte de su desarrollo contradictorio.

Estamos llegando a condiciones crí­ticas para poder seguir viviendo. Según datos oficiales [1]  la temperatura media podrí­a aumentar hasta 4.8 ºC hasta el 2100. Afirman, además, que el calentamiento del planeta es atribuible a las actividades humanas con un 90% de certeza.

De aumentar a esos niveles alarmantes la temperatura, se darí­a un aumento del nivel del mar, provocarí­a la disminución de la cubierta de hielo y nieve, habrí­a una reducción de los caudales de los rí­os en las latitudes altas. Lo cual indica, también, un riesgo en la disponibilidad y calidad de agua, la migración de aves y peces, cambios en las fechas de floración, habrí­an mayores dificultades para producir los alimentos, etc.

Para la comunidad cientí­fica si únicamente la temperatura aumentara 2ºC, habrí­a un umbral crí­tico, e impactos graves e irreversibles, ya no digamos si aumenta hasta los 5º C. Podrí­amos llegar a un planeta inhabitable donde las condiciones de la reproducción de la vida humana y no humanas serian casi imposibles.

En los últimos años se han registrado en El Salvador aumentos en inundaciones y periodos largos de sequias, lo cual ha provocado pérdidas en la agricultura, el deterioro de suelos, la disminución de la disponibilidad y calidad del agua, el aumento de plagas, y ha aumentado los escenarios de riesgo de las comunidades más vulnerables.

Al pensar en las alternativas a esta realidad de crisis civilizatoria, éstas deberán pensarse fuera de los marcos categoriales de la modernidad capitalista y donde haya un reconocimiento y visibilización de la naturaleza. Esto implicarí­a también pensar en la reducción del tiempo de la jornada de trabajo.

También implica el impulso de polí­ticas para la sustentabilidad ambiental, como la creación y promoción de energí­as renovables, buen transporte colectivo para minimizar la contaminación por exceso de vehí­culos, y la prohibición de proyectos de explotación minera, entre otros.

Aún estamos a tiempo de enrumbar la historia hacia otra dirección.

Notas:

[1] Grupo Intergubenamental de expertos sobre el cambio climático (IPCC). Cambio climático 2013. Bases fí­sicas. Resumen para responsables de polí­ticas.

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Evelyn Patricia Martí­nez
Evelyn Patricia Martí­nez
Columnista Contrapunto
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