“La ecología es el eco
producido por el estruendo
con que el capitalismo destruye el mundo”.
Roque Dalton
Para la modernidad capitalista la naturaleza es entendida como recursos infinitos para fines utilitarios y con sentido de valor si contribuye al beneficio económico. La modernidad se sostiene, precisamente, bajo un marco categorial de una razón mítica, donde se concibe, además, el tiempo y el espacio como lineal e infinito. Y en ese sentido, su racionalidad es el crecimiento ilimitado, que no toma en cuenta los límites materiales de la naturaleza y por tanto de la misma vida. Es una mistificación de la muerte y del suicidio colectivo.
Los procesos de degradación y destrucción de las condiciones naturales para la reproducción de la vida humana y no humana, no es algo externo a la economía y a la lógica fundante de la modernidad, sino que forma parte de su desarrollo contradictorio.
Estamos llegando a condiciones críticas para poder seguir viviendo. Según datos oficiales [1] la temperatura media podría aumentar hasta 4.8 ºC hasta el 2100. Afirman, además, que el calentamiento del planeta es atribuible a las actividades humanas con un 90% de certeza.
De aumentar a esos niveles alarmantes la temperatura, se daría un aumento del nivel del mar, provocaría la disminución de la cubierta de hielo y nieve, habría una reducción de los caudales de los ríos en las latitudes altas. Lo cual indica, también, un riesgo en la disponibilidad y calidad de agua, la migración de aves y peces, cambios en las fechas de floración, habrían mayores dificultades para producir los alimentos, etc.
Para la comunidad científica si únicamente la temperatura aumentara 2ºC, habría un umbral crítico, e impactos graves e irreversibles, ya no digamos si aumenta hasta los 5º C. Podríamos llegar a un planeta inhabitable donde las condiciones de la reproducción de la vida humana y no humanas serian casi imposibles.
En los últimos años se han registrado en El Salvador aumentos en inundaciones y periodos largos de sequias, lo cual ha provocado pérdidas en la agricultura, el deterioro de suelos, la disminución de la disponibilidad y calidad del agua, el aumento de plagas, y ha aumentado los escenarios de riesgo de las comunidades más vulnerables.
Al pensar en las alternativas a esta realidad de crisis civilizatoria, éstas deberán pensarse fuera de los marcos categoriales de la modernidad capitalista y donde haya un reconocimiento y visibilización de la naturaleza. Esto implicaría también pensar en la reducción del tiempo de la jornada de trabajo.
También implica el impulso de políticas para la sustentabilidad ambiental, como la creación y promoción de energías renovables, buen transporte colectivo para minimizar la contaminación por exceso de vehículos, y la prohibición de proyectos de explotación minera, entre otros.
Aún estamos a tiempo de enrumbar la historia hacia otra dirección.
Notas:
[1] Grupo Intergubenamental de expertos sobre el cambio climático (IPCC). Cambio climático 2013. Bases físicas. Resumen para responsables de políticas.