Una tarde de mediados de diciembre de 2015, una partida de aficionados a la fotografía se reúne en la Casa de la Cultura del centro. Se encaminan al parque Bolívar, a tres cuadras de ahí. Se acerca la Navidad y en esas fechas proliferan en la plaza los puestos de ventas “”muñequitos de barro, musgo, lucecitas, aserrines, arbolitos. Pero el interés del grupo no son las compras de temporada.
Se proponen hacer fotografía de calle.
“Fue todo un suceso ir al centro. Esa fue formalmente la primera salida”¦fuimos entre veinte y treinta personas”, cuenta Ángel, uno de sus primeros participantes, remontándose a los orígenes de elcentrohaceclic. La idea prendió, y hoy, a la vuelta de cuatro años, hay mucho que contar.
Raúl Arce se incorporo en marzo de 2017. “Vi el anuncio de elcentrohaceclic en Facebok y dije, “˜ve, qué chivo, caminatas por el centro”™. Llegué y me pareció increíble la oportunidad de caminar por ahí como un colectivo, conocer otros colegas fotógrafos, mirar las cámaras que llevan: cámaras antiguas, analógicas, modernas, digitales”.
Arce es profesor de Fotografía. De las cosas que le parecieron más extraordinarias de elcentrohaceclic resalta el que el grupo acogía a gentes de distintas procedencias y estratos sociales. Jóvenes y viejos.
“Todos éramos muy buenos amigos por causa de la fotografía”.
Prácticamente no pasa un fin de semana sin que el grupo anuncie un nuevo paseo. Siempre se presenta algo nuevo que fotografiar. Los temas nunca se agotan: el conjunto urbano no cesa de ofrecer novedades al aficionado y al profesional. Por añadidura, no hay compromiso, es libre asociación. Cualquiera puede sumarse (se paga una cuota de tres dólares por caminata), seguir viniendo o ausentarse.
“Yo siempre había hecho fotografía solo, siempre solo”, cuenta Gerson Rodríguez, que se identifica a sí mismo como ingeniero en sistemas, futuro arqueólogo de la República y aficionado a la fotografía de fauna, “pero cuando me di cuenta que había este grupo me comencé a integrar. Una vez hubo un evento, hace como dos años, un PhotoWalk, creo que se llamaba. Eran como más de 200 personas: ahí vi la magnitud del grupo y el alcance que este tenia. La atracción principal fue la entrada al Palacio Nacional. Fue un boom”.
“Depende de lo que estés buscando, hay diferentes intereses: centenares, miles de cosas: hay turistas, por ejemplo, que quieren vivir la experiencia de conocer el centro, el ambiente, la gente, los vendedores”, resume Ángel. Trae a cuento a uno de sus compañeros de andanzas fotográficas al que solo le interesan los rostros.
La arquitectura fue lo que atrajo a Louz Amarily Araujo, arquitecta brasileña con especialización en restauración, y alumna del Programa de Intercambio Cultural Brasil-El Salvador. “Ha sido de las pocas ciudades en América Latina en que la verticalización no ha llegado al centro, o que sí llegó, pero con el Art Decó y se ha quedado ahí. Eso me parece destacable”.
A Héctor Salazar Romano también lo mueve la arquitectura, pero de una manera peculiar. Se ha propuesto recabar un registro fotográfico de las edificaciones más importantes desde el punto de vista arquitectónico y patrimonial, antes de que desaparezcan, consumidas por las llamas o al recibir el tiro de gracia en el próximo terremoto. A la fecha ha fotografiado alrededor de 700 sitios.
“Bueno, con el tiempo hemos visto cuantas casas han desaparecido”, comenta Ángel.
Por todos los rumbos
En cuatro años de existencia, elcentrohaceclic ha ido por todos los rumbos de la ciudad: Don Rúa, la Avenida, el mercado San Miguelito, el Museo del Ferrocarril, la cuesta del Palo Verde, la colonia Flor Blanca, el Mercado Central, entre otros.
A veces, los intereses del grupo lo llevan fueran de la capital: el cementerio de Santa Tecla, Juayúa y Apaneca, Huizúcar y Nuevo Cuscatlán. En una ocasión se lanzaron a Ciudad Vieja, en el valle de La Bermuda, el primer asiento documentado de la ciudad de San Salvador, conducidos por dos guías distinguidos: el arqueólogo William Fowler y el historiador Pedro Escalante Arce.
En la mayoría de los tours se advierte una mescolanza de aparatos y tecnologías, pero en ocasiones se invita a recorrer las calles únicamente con equipos con ciertas características: cámaras análogas o cámaras del tipo TLR [cámaras réflex de objetivos gemelos] u otros aparatos. Y siempre hay quien posea esas maravillas. Semejante refinamiento presupone la existencia de un mercado en el país que ofrece lo necesario al practicante. Para entregarse a una afición, como la que gira en torno a la tecnología análoga, es imprescindible que haya quien suministre el filme, quién lo revele, quién lo escanee, quién repare las máquinas, el equipo.
El respeto ante todo
El Centro es incómodo, sucio, caótico, inseguro, territorio de disputa encarnizada entre las maras, un despojo arquitectónico. Sus calles son la pura sobrevivencia. Por momentos solo parece existir gracias a las notas rojas de los periódicos y la televisión. De manera que hay muchos salvadoreños que práctivamente se criaron en este sector que prefieren guardar la distancia.
“Me daba miedo, y a todos mis amigos les daba miedo, así que no podíamos venir en grupo tampoco”, explica Víctor Torres. De su pasión por la fotografía dan cuenta los numerosos cursos de fotografía que ha tomado, y su cámara que, dice, “ha costado años de sacrificios”. Cuando estudiaba ingeniería electrónica en Soyapango, pasaba por este rumbo camino a casa. Pero, ¿apearse del bus a hacer retratos? No se atrevió hasta el día en que se metió a las paginas de la asociación y pudo ver sus fotos de la calle.
Hay días en que los participantes de las caminatas se hacen acompañar por agentes de la División de Turismo de la PNC o del CAM de San Salvador, pero casi siempre andan por su cuenta. Se sienten seguros, han aprendido a navegar la urbe. A finales de 2015, elcentrohaceclic empezó a darse cita regularmente en el Centro Cívico Cultural Legislativo (CCCL), antigua mansión Dueñas o Villa Guadalupe. Esta les ofrecía un punto donde juntarse y estacionar los carros. Pero en general, los puntos de partida cambian con las rutas.
Las andanzas del grupo lo han llevado por todos los rumbos de la ciudad: Don Rúa, la Avenida, el mercado San Miguelito, el Museo del Ferrocarril, la cuesta del Palo Verde, la colonia Flor Blanca, el Mercado Central, entre otros.
En cuatro años, elcentrohaceclic ha hecho amistad con personas que habitan o se ganan la vida en esta geografía. Algunos quienes ser fotografiados, otros rehúyen el lente. El respeto a todo el mundo es una de las normas que se recalcan en los cursos ofrecidos por elcentrohaceclic.
“Sabemos que hay lugares que no se deben traspasar, que hay un perímetro seguro, el cual hay que respetar”, explica Raúl Arce. “No se trata de un safari, el respeto humano es una cosa fundamental al acercarse a la fotografía de calle”.
Una tarde de junio, el grupo hace escala en el parque Bolívar camino a la venerable iglesia El Calvario, destino principal de esa jornada. Uno de los fotógrafos recorre el parque con la vista. Busca al sorbetero que suele estacionarse en el lugar para entregarle una copia de la foto que le hizo en una visita anterior. En un sobre lleva fotografías para otros amigos del centro. Además de afianzar buenas relaciones, estas cortesías funcionan en cierta modo como un salvoconducto. Fue precisamente aquí, en la primera salida oficial del grupo, cuando uno de esos personajes controladores de territorios, se acercó a indagar. Una vez oída la explicación, se dio por satisfecho.
La agenda de elcentrohaceclic no se agota en los recorridos. La asociación también elabora una valiosa programación de difusión cultural con el aporte de conferencistas de primera e invitados especiales: “Excavaciones arqueológicas en el excine Libertad”, con el arqueólogo Roberto Gallardo, seguida de caminata a la abandonada sala; “Rituales de magia en la religiosidad popular”, por la antropóloga Marielba Herrera, previo a una gira por los puestos de magia del Mercado Central; “La imagen y la ciudad”, con dos invitados: el fotoperiodista Francisco Campos y la fotógrafa amateur Claudia Villatoro; “El triángulo de exposición”, impartido por Raúl Arce. El 29 de junio, el arquitecto restaurador Joaquín Aguilar expuso “La arquitectura de lámina y madera en el centro histórico de San Salvador” (en el auditorio del Banco Central de Reserva). Al final de esta, dos docenas de fotógrafos marcharon a la cuesta del Palo Verde, al sur del parque Libertad.
Algunas de esas sesiones se hicieron en colaboración con el Foro Permanente de Conferencias de la Asamblea Legislativa, y hoy se pueden apreciar en YouTube.
En 2015, el año en que surgió elcentrohaceclic, no empezaban aún las oleadas de visitantes que trajo el plan de remozamiento que llevó a cabo Nayib Bukele desde la Alcaldía.
“Eso le dio un empuje, si querés, pero mucha gente que viene al centro tiene el discernimiento de cuál es la parte auténtica y cuál no", dice Ángel. "A medida que te alejas del centro hay un recorrido por el tiempo en el que sobreviven cosas como los viejos billares. Si querés encontrar una fruta, te vas ahorita al centro histórico renovado y te van a vender piña, plátano, manzanas, guayabas. Alejate una cuadra mas abajo y te van a vender huizayotes, rábanos. Te vas a Candelaria, vas a encontrar pastelitos, yuca. A media cuadra del Rosario hay una señora que vende shuco, y tiene como 40 años de estar vendiendo shuco ahí”.
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Róger Lindo es escritor y periodista. Este artículo se publicó originalmente en la revista: