lunes, 15 abril 2024
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El sentido de la urgencia, pérdida de la izquierda salvadoreña

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Hoy en día reina la apatía de la gente. El egoísmo prima con ese entrenamiento que hemos recibido para ser burbujas individuales, olvidándonos de ser ciudadanía. Pero eso es capitalismo, es neoliberalismo, es, en fin, el buen trabajo de las derechas organizadas que están siguiendo paso a paso los dictados de un capitalismo globalizado y dominado por neoliberales. Especiales aplausos a la estrategia mediática e ideológica de las derechas que han permeado muy bien al pueblo salvadoreño.

Las izquierdas por su lado entrampadas en temas de estilo discursivo. La partidaria o fmln, por su lado, casi solo se defiende de los señalamientos de derechización y no quiere ni hacer polo a tierra con el pueblo (desconectados de sus bases y de la gente, no terminan de reaccionar ante la aplastante derrota). No hay debate alguno, mucho menos una estrategia práctica cultural, económica y política.

Muchos en la izquierda insisten en el poder formal como única y prioritaria estrategia, aún tras 10 años en el ejecutivo y 25 del legislativo. Otras izquierdas se enconchan, otros, odian y resienten abandono por el fmln. Eso es la izquierda salvadoreña en un país de derechas dominantes.

En los 80, la izquierda vivió una guerra en donde se daba todo por la revolución. Vimos amistades y familiares empuñar las armas porque había que empujar duro por los cambios estructurales que nuestro pueblo necesitaba. Vimos morir mucha gente querida, por esa urgencia que llevó a muchos a luchar hasta la muerte.

En los 70 vimos con urgencia a obreros, campesinos, intelectuales y artistas organizar movimientos sociales, políticos y militares porque había la urgente necesidad de superar esa gran brecha entre ricos y pobres. Vimos también a burócratas como Enrique Álvarez Córdova radicalizar el trabajo del Ministerio de Agricultura, donar de sus propias tierras para crear la cooperativa el Jobo y morir por sus sueños. Vimos a un ministro de educación renunciar para incorporarse a la guerrilla.

En los 60 vimos al movimiento obrero organizarse y batallar contra la dictadura, vimos fundar ANDES 21 de Junio. Enfrentar a la dictadura desde el sindicalismo y el asociativismo: Estudiantes, campesinos, campesinas. Maestras y maestros.

En los 40 la gente se atrevió a revelarse a Hernández Martínez. En los 30 la rebelión indígena ante la depresión, la falta de tierras, el maltrato, la discriminación y la explotación laboral. En los 20 el anti imperialismo incluso de uno de los periódicos de mayor circulación en papel hoy en día.

La gente se atrevía, asumía riesgos por el interés colectivo. Hoy en la izquierda se hacen cálculos y se afila el discurso para apaciguar y controlar, para garantizar votos cada 3 o dos años. “Las cosas no son tan sencillas” dicen, pero se les ha olvidado tener polo a tierra con el pueblo. Acompañar las luchas del pueblo ante los problemas del día a día y proponer modos alternativos de relaciones sociales, económicas y culturales.

 ¿Hay chance de un sentido de urgencia?

“160 millonarios en El Salvador concentran una riqueza que equivale al 87% de la producción nacional…”(1) “El Salvador tiene un 23,7% de su población con estatus de emigrados”(2) y en aumento. Después de casi 500 años seguimos creyendo que los monocultivos son la solución económica, mientras destruimos nuestro medio ambiente. Tenemos crisis del agua, dolarización, comercio corrupto, informalidad, evasión de impuestos, AFPs, violencias social, mercado laboral miserable, sistema judicial corrupto y pro-elites, opresión a las mujeres, patriarcado, etc, etc.

Paulo Freire plantea que el opresor nunca se libera, es el oprimido quien se tiene que liberar para luego enseñarle al opresor. El rol de la izquierda hoy es ser propositivo, constructor y creíble, demostrar el camino de otro mundo real y posible. Lamentablemente los 10 años del FMLN golpearon fuertemente a la izquierda en general: fortalecieron el conservadurismo, legitimaron aún más a las elites y le dieron continuismo a las políticas tradicionales, el reto es aún más grande.

Ir sin sustento de poder popular al poder formal, sin estrategia económica, cultural y política, solo demostró la validez de la parábola de Malcolm X del "house Negro"(3), los “representantes de la izquierda” que entraron a la casa del amo se terminaron identificando con los amos más que los amos se identificaban a sí mismos. Eso urge ser cambiado, aprender la lección y no cometer el mismo error de nuevo.

Urge un sentido de Urgencia

Hoy en día muchos de la gama de izquierdas del país se dedican a criticar al Gobierno de Nayib Bukele, porque para eso estamos entrenados, para hacer cambios pequeños (4) como cambiar un presidente. Ya no pensamos en grande como en el siglo pasado, solo nos da la cabeza para elegir entre uno u otro, de la forma, del discurso, sin preocuparnos del contenido.

Claro que Nayib va a ser un gobierno de derechas, téngalo por seguro, también habrán corruptos como en todos los gobiernos pasados, pero ¿cuál es la alternativa? ¿otro presidente?. Las emergencias del pueblo están allí en el día a día y los gobiernos e instituciones supranacionales que dominan las políticas de este país no tienen interés en resolverlas. Que Nayib va a ser títere de ellos, pues si, como lo fue el FMLN, ARENA, PDC y el PCN, pierdan la preocupación de la incertidumbre.

Precisamos construir nuestra propuesta y trabajar en ella con el pueblo. ¿Solidaridad, equidad, justicia, ciudadanía, democracia, anticapitalismo? Pongámolo en práctica y demostremos el camino, como si a nosotros mismos nos urgiera.

Necesitamos una izquierda que debata, que defina las alternativas al capitalismo y al desarrollismo, que ponga en práctica modos gérmenes de producción alternativos, que le resuelva el día a día a la gente. Que supere el sindicalismo y cooperativismo mediocre o falso. Una izquierda que milite en la construcción concreta de alternativas anti capitalistas en lo económico, lo cultural y finalmente en lo político, que deje de creer en los principios neoliberales como vía posible. Que articule el poder de la ciudadanía y del consumidor para ver el mercado como el frente de guerra que es (los derechos de consumo son la ultima prerrogativa del ciudadano ante el dominio de los empresarios, las elites y los gobiernos neoliberales) y a la burocracia como un instrumento que le pertenece y que tiene que recuperar a toda costa, pero de manera propositiva y constructiva, no con la lógica del sindicalismo egoísta – salarista – transero al que estamos habituados.

La izquierda tiene que militar en una praxis popular y liberadora, una praxis que separe a los oportunistas dueños del puro discurso y que destaque gente con prácticas de vida coherentes que pueda luego representarnos en la batalla política electorera.

Urge olvidarnos del super líder, del gran camarada que nos salvará. Urge recordar que los avances del país los han conseguido el pueblo organizado: los sindicatos y asociaciones (del pasado), la lucha guerrillera, los migrantes.

Urge recordar que todos los instrumentos tienen que estar en función de fortalecer las luchas del pueblo, no la de un partido o un personaje per se, mucho menos en función de una empresa o de una ONG. Se trata de avanzar con las lecciones aprendidas y de cambiar el mundo, no repetir errores.

Si, el tema económico es una barrera, pero ya vimos que la idea del fmln de hacer un bloque empresarial para tener dinero fue un desastre, que las ONGs resultan contraproducentes pues han promovido parasitismo hacia las agencias internacionales. Si no es a partir de acción autónoma y autogestionada en principio, esto nunca va a avanzar.

Urge el medio ambiente, urge la equidad, la igualdad de género, urge construir ciudadanía, urge recuperar la esperanza en este país. Recordando y parafraseando a Liria y Zahonero (5), el capitalismo es una locomotora que no espera a nadie, nos lleva a la barbarie y el reto de las izquierdas es acelerar el paso para alcanzarla, para pararla y salvar a la especie humana. Praxis diría Ellacuría. Menos discurso y más ejercicio anti capitalista.

Sin un urgente accionar que nos genere poder popular que se contraponga al poder de las elites y sus instrumentos, jamás tendremos poder cultural, político y económico para enfrentar a las derechas en la batalla política.

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Notas  al margen

[1] Oxfam, Un acercamiento a la desigualdad en El Salvador, Oxfam media breifing, mayo 2015 en: https://www.oxfam.org/sites/www.oxfam.org/files/media-briefingdesigualdades19052015_0.pdf
[2] Ver: https://datosmacro.expansion.com/demografia/migracion/emigracion/el-salvador
[3] Ver: http://ccnmtl.columbia.edu/projects/mmt/mxp/speeches/mxt29.html
[4] Extrapolando acá la alusión de Naomi Klein, ver: https://www.theguardian.com/books/2019/sep/14/naomi-klein-we-are-seeing-the-beginnings-of-the-era-of-climate-barbarism.
[5] Carlos Fernández Liria, Luis Alegre Zahonero, “El orden de ‘El Capital’: Por qué seguir leyendo a Marx”, Ediciones AKAL, 2010

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Camilo Melara
Camilo Melara
Analista local

El contenido de este artículo no refleja necesariamente la postura de ContraPunto. Es la opinión exclusiva de su autor.

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