martes, 16 abril 2024
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 El Salvador impacta al pandillerismo

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"La historia de las pandillas criminales y delictivas nace en ese mismo año, 1992, con el mismo presidente y Gobierno que firmó la paz". Con gobierno de presidente Bukele "finalizando 2021 como el de menor tasa de homicidios en 200 años de la república": Ricardo Sosa.

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Por Ricardo Sosa


A mi generación le ha correspondido ver el nacimiento y el desarrollo de las pandillas criollas en El Salvador. En mis años de tercer ciclo y bachillerato, nos encontrábamos con compañeros a los que en aquel momento la sociedad conocía y denominaba «vagos», ya que eran jóvenes, y algunos adultos, que no trabajaban ni estudiaban, a lo que ahora se denomina ninis, con la salvedad que pasaban en las cunetas y en los parques de las comunidades, barrios, cantones, caseríos, Centro Histórico de San Salvador y otras zonas en el país. Eran jóvenes marginados y excluidos de diferentes zonas del país que vivían en áreas de pobreza y pobreza extrema y otros en barrios históricos, colonias populosas. Muchos de ellos tenían padres que habían emigrado hacia Estados Unidos previo y durante el conflicto armado, y se habían quedado bajo el cuidado de algún familiar que había accedido a mantenerlos en su casa mientras recibían la remesa respectiva.

En 1992, luego de la firma de los Acuerdos de Paz y que ya no se recibía el apoyo económico de Estados Unidos para continuar con el conflicto armado, comenzaron a enviar vuelos con salvadoreños que venían deportados de Los Ángeles, California, ya con antecedentes penales, criminales e integrantes de pandillas que nacieron criminalmente en Los Ángeles. Estos salvadoreños llegaron al territorio y los jóvenes de las pandillas criollas y de las comunidades comenzaron a verlos con admiración, respeto, y querían conocer sus historias, imitarlos. Los integrantes de las pandillas al llegar a El Salvador encontraron un escenario perfecto para organizar y conformar lo que sería el surgimiento de la MS-13 y el Barrio 18.

Los fundadores de estas estructuras de pandillas en El Salvador durante los años noventa lo primero que hicieron fue sembrar el odio entre los que estaban reclutando, además de diferentes rituales que desarrollaban en aquel momento para iniciarlos en la pandilla, y saben lo más extraño que les decían «bienvenidos a la familia». Esa misma que había sido desintegrada y perdida; el Gobierno encontró una forma de que llegara dinero al país, luego del conflicto armado se convirtió en la nación que expulsaba a sus ciudadanos para que enviaran remesas, que ya no tenía identidad sobre lo que representaba el sentido de familia en El Salvador, y los rituales de iniciación incluían, por supuesto, fuertes golpizas que los dejaban moribundos y con lesiones durante varias semanas. Al finalizar la paliza de iniciación venía la siguiente etapa, sembrar el odio entre las pandillas rivales para finalmente incorporarlos en el mundo delictivo y criminal, y utilizarlos para sus intereses financieros.

La historia de las pandillas criminales y delictivas nace en ese mismo año, 1992, con el mismo presidente y Gobierno que firmó la paz luego del conflicto armado. Son los principales responsables de no haber impulsado la prevención y establecer represión y control. Le siguió el expresidente Armando Calderón Sol que se dedicó a privatizar y concesionar los servicios del Estado. Fue un quinquenio intrascendente en seguridad. Ambos gobiernos fueron indiferentes e insensibles.

En 2003, ya iniciada la campaña para las elecciones de 2004, el expresidente Francisco Flores Pérez lanzó su plan de seguridad, ya por finalizar su mandato, denominado Plan Mano Dura; lo vistieron, lo disfrazaron y lo llevaron hacia una comunidad en el sur de la ciudad capital para lanzar con bombo y platillo su plan de mercadeo y marketing político, sin ningún resultado se gastaron miles de dólares en mercadeo y publicidad de aquel momento, y luego vendría el Gobierno del expresidente Elías Antonio Saca y nos dijo saben que: yo traigo la Super Mano Dura, las mujeres ya no estarán solas y a los malacates se les acabó la fiesta, conocemos los resultados.

Llegaría el turno de los gobiernos de izquierda, que iniciaron con Mauricio Funes Cartagena, quien dejó a un lado las manos duras y desarrolló el pacto con el crimen organizado y las pandillas, a lo que él denominó proceso de pacificación y el establecimiento de los municipios santuarios y la mano peluche. Las pandillas se dedicaron a lavar dinero, a establecer negocios de fachada y desarrollar toda su gobernanza criminal. Llegó el turno del Gobierno de Salvador Sánchez Cerén, y acá no hubo ninguna estrategia, ningún plan, simplemente un Gobierno lleno de ocurrencias, y de hacer negocios con la seguridad pública, desarticulando a la PNC y la FAES se convirtió en el quinquenio más sangriento de la historia de El Salvador, además de permitirles a las pandillas su vida plena política, expandir sus operaciones delictivas y criminales, el legado de estos gobiernos fue homicidios, extorsiones, desapariciones, desplazamientos forzados internos y externos, crimen, luto y dolor para la sociedad salvadoreña. Y que los cabecillas y «homeboys» fueran los nuevos referentes de gran parte de nuestra juventud y sociedad.

El presidente Nayib Bukele desde junio de 2019 hasta el 24 de marzo de 2022 por medio de su estrategia Plan Control Territorial había logrado disminuir los delitos de alto impacto en la sociedad salvadoreña comparado con todos los gobiernos anteriores, finalizando 2021 como el de menor tasa de homicidios en 200 años de la república, sin lugar a ninguna duda. Luego de la masacre de la MS-13 contra la población, desde el 25 hasta el 27 marzo de 2022, hemos sido testigos de las órdenes e instrucciones del mandatario al Gabinete de Seguridad al declararle la guerra a las pandillas en El Salvador. Durante las primeras dos semanas las pandillas, sus cabecillas en la libre, palabreros, «homeboys», corredores de programas, postes, colaboradores y oportunistas están desconcertados, continúan escondidos, huyendo, tratando de escapar de la PNC y la FAES, atrás quedó el machismo, el garbo, la violencia, el lujo de barbarie contra la población indefensa y los ataques cobardes a nuestros policías y soldados. Ahora huyen, piden clemencia y misericordia. ¿A dónde están los dirigentes del crimen organizado? ¿También están desconcertados?

El presidente Nayib Bukele en dos semanas le ha devuelto la esperanza a la población salvadoreña y es el primer presidente en realmente emprender un combate frontal y estratégico contra las pandillas, en especial la que estaba harta de los pandilleros, de las extorsiones, de pagos de peaje de paso, de las agresiones sexuales contra niñas, adolescentes y jóvenes, de comprarles a estas estructuras el gas, el saldo para los teléfonos, el pan, las verduras y hasta las cervezas en las comunidades. El Salvador tiene derecho a vivir libre de toda expresión de violencia y de las pandillas criminales.

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Ricardo Sosa
Ricardo Sosa
Máster en criminología , experto en seguridad pública, nacional y ciudadana. Columnista y analista de ContraPunto

El contenido de este artículo no refleja necesariamente la postura de ContraPunto. Es la opinión exclusiva de su autor.

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