El cerebro es plástico. La educación se supone después de la primaria, básica, bachillerato o técnica-universitaria logró establecer en el ser humano la capacidad de razonar que sí existe un yo, hay necesariamente un otro. Y no es para menos, en la mente de las personas es donde nacen las guerras es allí, donde hay que trabajar más para no tener en el futuro conflictos sociales graves.
Pero como ya lo escribiera Alberto Masferrer hace más de 100 años somos una sociedad «solipsista». Es decir cada quien y cada grupo cree que sólo él existe y el otro al no pensar y ser como yo pues sino se hace como nosotros será la otredad y las manifestaciones en contra pueden ser simbólicas, metafóricas, psicológicas, emocionales, físicas y como el domingo 31 de enero de 2021 asesinas. En el Dinero Maldito, Masferrer nos contará como casi siempre una fiesta cantonal termina con un acuchillado que dejará como resultado un hombre muerto, un hombre preso, una viuda, una madre soltera y, muchos huérfanos. Y todo por el odio al otro que exacerbado por el alcohol, fútbol o ideología política nos demostrará una y otra vez que lo que nos falla como sociedad es precisamente aprender a reconocer a los otros. El odio al otro no es sólo exclusivo de los pobres y clases bajas. Ellos son la nota roja periodística que ocupa históricamente el rol de satisfacer el morbo nacional sobre las miserias humanas que todos necesitamos para crearnos la sensación que somos mejores, lo cual, no es así.
Es paradójico e irónico que autodefiniéndose el salvadoreño como cristiano en cuanto puede y a todo nivel manda a la mierda aquello de “amar al prójimo" (el otro) como a uno mismo. Luego nos preguntamos por qué hay crisis de valores entre las nuevas generaciones. El problema salvadoreño radica en que cree que relacionarse con el otro es algo moral cuando en realidad es ético.
Cuando los católicos en 1824 prohíben las otras denominaciones religiosas violentaron la conciencia al otro. Luego cuando los conservadores atacan a los liberales como ateos, masones, satánicos igual buscan perseguir al otro. Cuando llevamos al fusilamiento a los comunistas e indígenas por peligrosos sociales legitimamos matar al otro. Así para Maximiliano Hernández Martínez negar el ingreso de negros, chinos, gitanos (rumanos) y palestinos, mal llamados turcos, con el agravante de a quienes ya vivían aquí prohibirles tener negocios, comercios o industrias legalizamos la muerte socio-biológica del otro. La guerra de 1969 transfronterizó el odio al otro, al hondureño y luego odiamos a los salvadoreños (100,000) expulsados de Honduras porque eran los culpables de nuestra delincuencia. La guerra civil igual nos partió en militares y guerrilleros donde cada uno odiaba al otro por no ser del bando del otro. Y después de la Paz de 1992 la polarización entre los políticos antisistema y pro-sistema llegó al clímax con los eventos protagonizados por Mario Belloso en julio de 2006. Todas estas y otras violencias se han justificado desde las élites sociales, empresariales y políticas por décadas.
¿Qué es lo nuevo ahora? Que ya no estamos frente a una realidad política binaria sino que hay un tercero en discordia que está también usando (sin mirar a la historia) la otredad para imponerse como fuerza política y eso le traerá irremediablemente consecuencias. No mirar al pasado para gobernar el presente será un problema para cualquiera porque leyendo la historia sabremos que si bien para todas las sociedades es problemático entender al otro para el pensamiento salvadoreño se torna imposible-violento. De allí que las palabras de los líderes deben ser responsables cuando definan a los otros.
Corolario:
Emmanuel Levinas perdió a casi toda su familia en el holocausto de la segunda guerra mundial. Siendo judío, él mismo ex prisionero de los campos de concentración nazi aquel odio y xenofobia alemana contra ellos lo llevó a filosofar sobre los otros. Logró estudiar sobre la necesidad y urgencia de entender al otro antes de que sea demasiado tarde para todos. Sus aportes son uno de mis temas favoritos siendo como -decía Roque Dalton- somos los salvadoreños: unos hijos de puta.
De la lectura de Levinas pude concluir y comparto con ustedes como reflexión que: el otro malo será al que definamos cómo el no yo y, peor aún, si decimos que al no ser como yo o no tiene voz, derechos o existencia. Evitar llegar a ese pensamiento será el éxito como ser humano.
Si bien es cierto no se puede negar que se ha traspasado del discurso político al discurso de odio al referirse a los 30 años de gobiernos de ARENA y FMLN no debemos olvidar que Nuevas Ideas es el resultado de la escuela política que ha usado por 200 años la binariedad para destruirse entre sí y que aquello de no hacer lo mismo de siempre lentamente se va quedando en el olvido.
Si hoy vemos al otro con odio no es algo nuevo entre nosotros así nos han enseñado a categorizarnos y nadie nos educó o esta educando para desaprender lo aprendido que no es poco.