Estamos en cuarentena como país. Los estudiantes no irán a clases por 21 días. Se restringe la entrada de nacionales de 10 países. Estados Unidos ha prohibido la entrada de quienes provengan de Europa. Dinamarca ha mandado a sus funcionarios a casa. Las bolsas de valores se desploman. La OMS reporta más de 100,000 casos y casi 5,000 muertes. No hay terapias ni vacunas para el covid 19, ¿es este el Apocalipsis? ¿es así como acaba la humanidad? No, no lo es.
En las últimas 24 horas, cuatro nuevos países han reportado contagios: Bolivia, Jamaica, Burkina Faso y el Congo. Es cuestión de tiempo, tarde o temprano llegará el coronavirus al país y, aunque nadie está a salvo, la OMS señala a los adultos mayores y a aquellos con condiciones médicas existentes son los más vulnerables. No es de alarmarse, pero hay que estar preparados. Y en esto hay tres antivalores que debemos eliminar antes que la pandemia se infiltre en nuestro medio: la falta de solidaridad, la pasividad y la indiferencia.
En Estados Unidos se está racionando la cantidad de papel, desinfectante, alcohol gel y hasta el agua que la gente puede comprar para evitar el acaparamiento. En un breve recorrido por las farmacias capitalinas me doy cuenta de que no hay ni mascarillas ni alcohol gel, ¿es esto posible? Es de esperar que las personas que pueden comprar por cantidades mayores lo hagan, pero ese, la falta de unidad comunitaria, es el antivalor número uno a derribar. Hay que practicar la solidaridad pues es bien sabido que “hoy por ti, mañana por mí” y el karma, o ese principio de reciprocidad, no perdona.
La pasividad en nuestro medio es alarmante. Es aquí donde la gente tapa el pozo después que se ahogó el niño. ¡Pensemos y actuemos preventivamente! Don Bosco promovía la prevención antes que el castigo. Aplaudo la decisión de Bukele de cerrar escuelas y prohibir aglomeraciones pues eso previene la propagación del virus. Pero, Nayib no te va a salvar, hay que poner de tu parte. La OMS recomienda lavarse las manos y las uñas con jabón mientras se canta la canción del Happy Birthday dos veces; hay que limpiar y desinfectar los lugares que otros tocan; hay que evitar los saludos de manos como los de bachillerato; hay que guardar un metro de distancia en multitudes. En fin, todo comienza por mí. Hay que tener un plan de acción para nuestras familias pues la responsabilidad individual debe primar sin esperar estar enfermo para actuar.
El tercer antivalor por vencer es la indiferencia. Es común pensar que si no me pasa a mí o no me afecta quiere decir que no está pasando. El peso de la ley debe caer sobre los acaparadores y especuladores que son indiferentes al sufrimiento o a la angustia de los demás. Velemos por los ancianos y por aquellos que sufren de alguna enfermedad crónica, pues son los que están más propensos de adquirir el coronavirus cuando llegue al país.
Siendo solidarios, proactivos y sensibles nos dará un alivio anticipado para poder lidiar con el coronavirus cuando se presente la ocasión. Mientras tanto, sea amable, ceda el paso, salude, regale una moneda, comparta su almuerzo con el menos dichoso. Y si no llega el coronavirus, pues igual. Tenemos tantos problemas en el país que poner en práctica estos valores nos servirá para otros ámbitos en la vida.