domingo, 14 abril 2024
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El coqueteo de una guerra

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Hace meses ha iniciado un combate acérrimo entre seguridad y las pandillas, ellas unidas para eliminar a uniformados cruelmente. Es una guerra no declarada; o a lo mejor sí­, pero están exterminándose unos y otros.

Hemos estado como expectantes ante esta cruel realidad, mientras más esfuerzos hacen las autoridades por desarticular y en medio de enfrentamientos realizan bajas al ser atacadas, éstas más arremeten en su contra. 

El revertir la tregua y desarticular sus estructuras y formas de obtención de ingresos ha implicado un accionar más violento, va desde secuestro a niños y  jóvenes; que se niegan a ingresar a sus grupos y actuar de cómplices para recoger extorsiones, servicio de vigilancia o bajo amenazas realizar asesinatos sino; ser parte de un tipo de ajusticiamiento, enviando  así­ mensajes a otros.

Sentenciando a familias a la migración interna  al inicio, y buscar oportunidad  al extranjero por salvaguardar sus vidas posterior.

 La  juventud que se ha negado a hacer favores a estos grupos o a tener contacto con ellos les ha costado la vida, hay cientos de jóvenes desaparecidos, no se sabe que ha ocurrido, en dónde están, si están muertos a dónde están sus cuerpos, si están golpeados o heridos, hay que brindar atención, pero es necesario dar información a las familias desesperadas.

La guerra no es oficializada aún, pero las bajas entre civiles, autoridad y delincuencia está mostrando eso.  El mes de noviembre ha sido marcado por muertes violentas a soldados y policí­as, ejecutados por pandillas, con tácticas impresionantes, que van desde lo menos pensado hasta situaciones realmente salidas de pelí­culas de acción y guerra.

Nunca se está preparado para una guerra, máxime cuando se está llevando a cabo en un paí­s próximo a celebrar 25 años del cese al fuego y firma de acuerdos de paz, dentro de unos dí­as.

El fenómeno es conocido y registrado, hay cantidad impresionante de estudios a través de ensayos, artí­culos, muestras fotográficas y documentales nacionales y extranjeros sobre las letras y números que tienen sometidas al miedo e incertidumbre a diferentes naciones que cansadas, están preparándose con entrenamiento y equipamiento militar para afrontar el flagelo en el triángulo norte.

Estos materiales suelen presentar diferentes ópticas, desde cómo iniciaron, en dónde surgieron, las principales demandas que tení­an, como se han ido estructurando, ampliando en sus horizontes y territorios, las formas de ingreso y la única forma de salida, pero no una forma que brinde horizonte como se finalizará.

Está claro que defienden, consumo y venta de drogas, dominio y ampliación territorial, amor al poder, control de bienes obtenidos, un factor que aún que parezca increí­ble es la satisfacción y sadismo que les provoca continuar y que sus delitos no pasen desapercibidos, sino creen el sensacionalismo en los medios y adjudicárselos, por mostrar su capacidad.

En un paí­s tan pequeño como el nuestro donde deberí­a predominar la hermandad, como nos dejaba en unas de sus homilí­as monseñor Romero: “Hermanos, son de nuestro mismo pueblo, matan a sus mismos hermanos (campesinos) y, ante una orden de matar que dé un hombre, debe de prevalecer la ley de Dios que dice: No matar”. 

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Karen Vides
Karen Vides
Columnista Contrapunto

El contenido de este artículo no refleja necesariamente la postura de ContraPunto. Es la opinión exclusiva de su autor.

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