viernes, 12 abril 2024

Economí­a solidaria y soberaní­a alimentaria, propuestas de vida

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Actualmente en El Salvador no existe ningún instrumento legal que garantice la soberaní­a alimentaria

La soberaní­a alimentaria y la economí­a solidaria van de la mano, según la economista Evelyn Martí­nez Mejí­a, ambas benefician a las mayorí­as populares, al campesinado, a las mujeres, a los excluidos del sistema capitalista.  

Martí­nez Mejí­a, quien trabaja en la fundación REDES,  destaca en una entrevista con ContraPunto los beneficios que tiene para las familias la soberaní­a alimentaria y la economí­a solidaria y de cómo esta mejora la calidad de vida de quienes la practican.

Actualmente en El Salvador no existe ningún instrumento legal que garantice la soberaní­a alimentaria. Desde 2006 hasta la fecha, más de 11 propuestas de ley han llegado a la Asamblea Legislativa pero no han sido estudiadas; en 2012 la Asamblea aprobó la reforma de la Constitución para incluir en el Art. 69 el derecho al agua y a una alimentación adecuada de la población, pero no se logró la ratificación, pues no hubo acuerdo entre los diputados.

¿En qué consiste la Soberaní­a Alimentaria?

La soberaní­a alimentaria es el derecho que tienen los pueblos de definir sus propias polí­ticas agrí­colas y de alimentación, donde el campesinado sea quienes estén al centro del sistema agroalimentario y no las transnacionales del agronegocio, donde la alimentación sea vista como un derecho humano y no como una mercancí­a.  Para el enfoque de soberaní­a alimentaria no sólo le interesa que hayan alimentos suficientes, sino que también es importante el cómo, quiénes y dónde se producen esos alimentos. Cuando las comunidades y territorios, en igualdad de género, logren controlar los recursos productivos como el agua, la tierra y las semillas, entonces, habrá soberaní­a alimentaria y justicia alimentaria.

¿Qué es la economí­a solidaria?

La economí­a solidaria es la antí­tesis de la economí­a capitalista, busca romper las relaciones de dominación capital-trabajo. Busca la satisfacción de necesidades individuales, materiales y espirituales, pero también necesidades sociales. Se basa en relaciones de solidaridad, reciprocidad apoyo mutuo, y en la organización y autogestión del trabajo. Se busca ir creando una conciencia colectiva y solidaria, ya no individualista ni competitiva.

La economí­a solidaria se practica en todos los ámbitos del proceso económico, en la producción, circulación (comercio justo, cadenas de valor solidarias), en el consumo y en el ámbito financiero (finanzas éticas y finanzas alternativas). Puede adquirir la forma de comunitarismo, cooperación, comercio justo, monedas locales, consumo responsable, etc. 

En palabras del economista salvadoreño Aquiles Montoya, la economí­a solidaria es el fundamento de la sociedad solidaria, porque se busca cambiar todo el sistema, no sólo la estructura económica, sino también las estructuras polí­ticas, culturales, jurí­dicas, mediáticas, etc. Y para ello es necesaria la construcción de relaciones de poder popular, desde abajo y desde adentro de la sociedad, para enfrentar las relaciones de poder burguesas.

¿Existe una relación entre ambas?

Completamente. Para que haya soberaní­a alimentaria debe haber economí­a solidaria. No puede estar separa una sin la otra. Uno de los principios de la soberaní­a alimentaria es la promoción de los mercados locales, para que la producción de las y los pequeños agricultores no vaya a parar a la gran industria y el comercio, es necesario acercar a productores y consumidores y que sean las comunidades las beneficiadas y no las trasnacionales comerciales. Es importante para alcanzar la soberaní­a alimentaria apostarle a una economí­a solidaria y alternativa, ya que el 90% del comercio mundial de alimentos está concentrado por grandes transnacionales del agronegocio, por eso es necesario crear redes económicas alternativas de producir, distribuir y consumir los alimentos.

Los grandes supermercados desperdician en cantidades enormes los alimentos, según la FAO en todo el planeta se desperdician 300 millones de toneladas de alimentos cada año. Por eso es necesario fortalecer la agricultura familiar y los mercados locales. Es por eso que se vuelve necesario exigir marcos normativos que promuevan la economí­a solidaria, para alcanzar  así­ la soberaní­a alimentaria y satisfacción del derecho a la alimentación en los paí­ses.

¿A quiénes y cómo benefician?

A las mayorí­as populares, a la clase trabajadora en sentido amplio, al campesinado, a las mujeres, en fin, a los excluidos del sistema capitalista. ¿Cómo? En REDES por ejemplo, hemos tenido varias experiencias como la creación de redes económicas solidarias, mercaditos alternativos solidariss, uso de vales para la compra y venta como el UDIS (Unidad de intercambio Solidario Suchitotense), Bancos comunales y grupos de autoahorro, producción solidaria en base a la agroecologí­a y la permacultura, entre otros. Estas experiencias han contribuido a satisfacer las necesidades materiales de quienes participan, han generado autonomí­a económica en las mujeres, pero también han contribuido a satisfacer las necesidades espirituales y sociales como la de sentirse parte de un colectivo y poder participar en la decisiones para mejorar sus comunidades y entornos.

 REDES acompaña a productores y productoras de siete municipios: Suchitoto, Perulapí­a, Monte San Juan, San Sebastián, San Lorenzo,  San José Villanueva y en Berlí­n y Alegrí­a.

¿Es la economí­a solidaria una alternativa viable o un modelo que se puede seguir por parte de las autoridades  para mejorar el rumbo de la economí­a salvadoreña?

Creo  que sí­ es posible pensar más allá del capital y de la economí­a dominante, la economí­a solidaria es una realidad empí­rica y teórica en muchos paí­ses del mundo, se están tejiendo nuevas formas de relaciones económicas, polí­ticas, culturales, basadas en la organización autogestionada. Busca ir generando los gérmenes de un nuevo sistema. Cambiar completamente el sistema económico, polí­tico, cultural, jurí­dico, etc.

La experiencias alternativas al capitalismo a lo largo de la historia han demostrado que no se puede cambiar la sociedad tomando el poder "desde arriba", sino que se necesita construir “desde abajo”. Abajo están las bases, lo que se construya “arriba” debe responder y obedecer a las necesidades y propuestas que se construyen en el seno del pueblo. El Estado debe crear normativas a favor de la economí­a solidaria y soberaní­a alimentaria, promover articulación intra e intersectorial de las empresas solidarias, apoyar los medios de comunicación populares alternativos, etc. Lo cierto es que, como dirí­a Marx "De las entrañas de vieja sociedad nacerá la nueva", pero no será de forma determinista, si no que dependerá de nuestro nivel de praxis de liberación.

La Economí­a solidaria y la soberaní­a alimentaria son propuestas de vida. Se constituyen en otra práctica y otra discursividad frente a la hegemoní­a global del capital.

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Redacción ContraPunto
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Nota de la Redacción de Diario Digital ContraPunto
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