Por Carlos Castillos.
El Mercosur (Mercado Común que integran Argentina, Brasil, Paraguay, Uruguay y Bolivia) y la Unión Europea (UE) anunciaron este viernes 6 de diciembre de 2024 en Montevideo que llegaron finalmente hubo consenso para firmar un Acuerdo de Libre Comercio entre los dos bloques.
Las partes expresaron públicamente su satisfacción y trasmitieron un entusiasmo casi eufórico por lo que significaría formar un mercado para 800 millones de personas.
“Tiene valor político en un momento en el que el mundo se está fragmentando”, dijo el ministro de Relaciones Exteriores de Uruguay, Omar Paganini” y en términos similares se expresaron .
LA declaración oficial del Mercosur señala: “A la luz de los avances alcanzados desde 2023, el Acuerdo de Asociación entre el MERCOSUR y la Unión Europea se encuentra listo para su revisión legal y traducción. Ambos bloques están decididos a llevar a cabo dichas actividades en los próximos meses, con miras a la futura firma del acuerdo”.
En este documento oficial, queda claro que hay mucho camino que recorrer todavía. Lo que existe, hasta ahora, es un avance en la parte comercial, que se agrega a la parte política, advirtió el uruguayo Marcel Vaillant, experto en comercio internacional, en declaraciones brindadas a medios de su país.
Vaillant comentó que “el camino hacia la ratificación no será sencillo”. “El complicado procedimiento europeo, en función de cómo sea, puede ser utilizado como un mecanismo para trabar al otro”.
Francia se opone tajantemente a este acuerdo. El presidente de ese país, Emmanuel Macron, insistió que así como está planteado, este acuerdo es “inaceptable”
“Seguiremos defendiendo sin descanso nuestra soberanía agrícola”, dijo el mandatario europeo,
Los productores agrícolas de Francia están furiosos e intiman a Macron. “Lo que toca ahora es que el presidente Macron se moje verdaderamente para construir una mayoría europea en contra del pacto de libre comercio con el Mercosur y bloquearlo”, declaró Franck Sander, el vicepresidente de la Federación Nacional de los Sindicatos Explotadores Agrícolas (Fnsea).
Para Sander este tratado será “catastrófico” para el campo francés, pero incidió en que al acuerdo le queda aún camino por recorrer y que lo importante ahora, para ellos, es lograr la oposición necesaria en Europa para evitar su aprobación final.
Líderes políticos de la oposición francesa y las organizaciones agrarias acusaron a la Comisión Europea de cometer “un acto de traición” y de clavarles una “puñalada por la espalda”.
Francia basa su negativa en que los agricultores y ganaderos del bloque suramericano (Brasil, Paraguay, Uruguay y Argentina) no tienen que cumplir las mismas exigencias fitosanitarias o ambientales que los productores europeos, por lo que estos sufrirían una competencia desleal, según París.
Varios de los puntos que contiene el tratado y al que se oponen los franceses, básicamente, tienen que ver con la utilización de hormonas y antibióticos para el crecimiento del ganado vacuno y de aves, o la falta de garantías en cuestiones ambientales, como el final de la deforestación amazónica con fines agrícolas.
El acuerdo anunciado en Montevideo no está firmado ni ratificado y como tiene que pasar por el Parlamento europeo es incierto el futuro y, por lo tanto, su entrada en vigencia. Por lo tanto, hasta ahora, no tiene ningún efecto jurídico.