En los últimos días de inicio de campaña electoral se escucha – como siempre- que una de las promesas más fuertes de los candidatos es la generación de empleo.
El cómo se logrará más empleo siempre queda en la incógnita. Algunos mencionan acciones tales como darle incentivos (casi siempre de tipo fiscal) a los empresarios para que generen mayor cantidad de plazas, otros de impulsar programas de capacitación, especialmente para jóvenes, con el propósito de que los jóvenes se autoemplee mediante un negocio propio. A primera vista, esto se presenta como una solución a corto plazo del grave problema de desempleo que enfrentan los jóvenes salvadoreños especialmente y que obliga a muchos a irse a Estados Unidos, sin embargo, desde esta pequeña columna de opinión y dado que intentamos aportar elementos para la discusión del desarrollo, creemos importante hacer un par de consideraciones sobre estos planteamientos.
Un primer aspecto que debe considerarse al hablar sobre la generación de empleos como promesa de campaña es el tipo de empleo y autoempleo que se van a crear. Esto es fundamental tenerlo presente porque no es de generar empleo “para que la gente tenga algo que hacer” o que “tengan un ingreso” (el que sea) ya que ni todo empleo es bueno per se, ni los mercados de las diversas ramas económicas son infinitos para generar empleo hasta el final de los tiempos, tienen puntos de saturación, por lo que es necesario, responder a una pregunta clave ¿Qué tipo desarrollo deseamos tener? De forma más concreta ¿Cuáles serían las actividades económicas base de ese desarrollo? Para responder a estas preguntas es necesario analizar diversos aspectos que no se relacionan únicamente con la actividad económica interna del país sino también con las condiciones educativas de la población, cantidad de jóvenes en edad de trabajar y sus cualificaciones, así como las condiciones internacionales (mercados, demanda de bienes y servicios, etc.). Por tanto, lanzar una promesa de campaña sin un análisis robusto de estos aspectos cae en simple demagogia.
De las respuestas de estas preguntas clave se deriva un segundo aspecto importante a discutir: el cómo se generarán esos empleos. Al hablar del cómo nos referimos a que plan se seguirá para lograrlo, tiempos, recursos, que implicaciones tendrá el incentivar ciertas ramas para la generación de esos empleos, por ejemplo, cambios en la currícula escolar y universitaria, efecto en los precios e insumos de las actividades económicas en donde se generaran los empleos, etc. Asimismo, dentro de este mismo plan o estrategia se deberá establecer con claridad las diversas poblaciones objetivo que existen, ya que no es lo mismo generar empleo para jóvenes que para personas adultas mayores, así como el componente territorial, ya que no es igual crear empleo para personas que viven en montañas que las que viven en el mar, ya que las diferencias geográficas juegan un papel importante, por lo que el modelo de desarrollo que se promueva deberá reducir la concentración territorial de la actividad económica.
Por tanto, aunque se agradece a los diversos candidatos que hablen de la generación de empleo y que además indiquen que impulsarán grandes programas y proyectos que buscarán incentivar el crecimiento de ciertas actividades y ramas económicas, así como la generación de autoempleo, sería fundamental que establecieran con claridad qué tipo de desarrollo se desea alcanzar con esas iniciativas, a qué le quieren apuntar como país, que sea más que decir que se quiere un país próspero, donde todos vivamos felices y bien, porque eso es más un deseo, deseo que todos compartimos es verdad, pero que ya urge que pase del deseo a la acción concreta.