sábado, 13 abril 2024
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Cuando nos imponen la mediocridad

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Hace algunos años, cuando era un niño de no más de 8 años, fui al circo y realmente quedé fascinado con el espectáculo; pero lo que más me llamó la atención fue ver el acto del elefante: un ser enorme, con un peso descomunal y una fuerza extraordinaria haciendo un show sorprendente.

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Hace algún tiempo, cuando era un niño de no más de 8 años, fui al circo y realmente quedé fascinado con el espectáculo; pero lo que más me llamó la atención fue ver el acto del elefante: un ser enorme, con un peso descomunal y una fuerza extraordinaria haciendo un show sorprendente. Entonces terminó la función y yo salí­ del circo con una gran sonrisa de oreja a oreja, cuando de repente vi al enorme elefante atado con cadenas a una pequeña estaca de no más de 25 centí­metros.

Entonces con mi mente de niño me pregunté ¿por qué un animal tan poderoso y fuerte no simplemente mueve una pata para liberarse de esa estaca? Así­ que decidí­ preguntarles a mis papás. Ellos me dijeron “es que está amaestrado y por eso no se escapa”, pero esa respuesta no me dejó satisfecho ya que me decí­a si estuviera tan amaestrado no necesitara estar encadenado. La duda me siguió durante años hasta que un dí­a vagando por internet encontré la respuesta.

El elefante ha estado atado a esa estaca desde que era una pequeña crí­a, él trató de liberarse, pero era muy pequeño y no tení­a la fuerza para escapar; entonces creció y dejó de intentar, porque tení­a grabado a fuego que por más fuerza que hiciera nunca podrí­a liberarse de esa estaca.

Cada uno de nosotros nos parecemos un poco a este elefante, estamos atados a estacas imaginarias que nos restan libertad, ya que tiempo atrás no pudimos hacer ciertas cosas y ahora vivimos con la sensación de ¿para qué intentarlo si el resultado siempre será el fracaso? Entonces nos grabamos en la mente que no hay solución que el resultado siempre será el mismo; aunque con el tiempo los factores y situaciones pueden cambiar, nuestra mente tiene claro que el resultado siempre será el fallo.

Esto es llamado “indefensión aprendida”. Crecemos creyendo que somos malos para los estudios, que somos malos para matemáticas y que por eso no estudiaremos ingenierí­a, aunque nos apasione esa carrera, o que una vez chocaste tratando de aprender a manejar y ahora no puedes ni ver un carro.

Esto se debe también a la llamada ley de la atracción, en otras palabras, obtenemos las cosas que pensamos, o sea que si piensas que no puedes hacer algo obtendrás un resultado negativo. Pero esto no quiere decir que con pensar que puedes, las cosas saldrán bien por arte de magia.

Es necesario tener un pensamiento positivo para dejar atrás la indefensión aprendida y esto se logra desaprendiendo lo aprendido, es decir valorando de verdad nuestras capacidades, sabiendo cuales son nuestros verdaderos limites, y cómo podemos resolver las dificultades que se nos presentan e intentarlo aunque suene complicado. Es posible; lo esencial es analizar nuestro diálogo interno, saber usar las palabras.

Al decir no puedo hacer tal cosa, nos condicionamos y generamos mediocridad y pasividad; en cambio si cambiamos las palabras a ¿cómo puedo hacer para conseguir mi objetivo? Entonces nuestra mente comienza a trabajar y así­ comenzamos a cambiar lo que somos.

Nuestra capacidad es generalmente mayor de la que valoramos, podemos evolucionar, cambiar y aprender nuevas habilidades.

Entonces dime ¿cuál es tu estaca?

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El contenido de este artículo no refleja necesariamente la postura de ContraPunto. Es la opinión exclusiva de su autor.

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