Cuando el poeta y patriota cubano sentenció que “Ver una injusticia y no combatirla, es cometerla”, estaba motivando a la ciudadanía, laboriosa y honrada, a no ser indiferente ante toda injusticia, venga de donde venga; antes bien, que se debe contribuir a combatirla, toda vez que la denuncia tenga base real y sea oportuna.
Ya no son ningún secreto los actos de corrupción exorbitante que, en las últimas décadas, han sido afrenta a la dignidad e inteligencia de los salvadoreños, de parte de algunos malos ex funcionarios de los más altos niveles políticos (presidentes, vicepresidentes, ministros, diputados, alcaldes…), quienes, valiéndose de su cargo saquearon las arcas nacionales, apropiándose, arbitraria e inhumanamente, de los dineros del pueblo. Y encima de eso, la nefasta impunidad que a algunos les ha cubierto -y les cubre todavía- mientras gozan -eso sí, de seguro será temporalmente- de sus grandes y mal habidos capitales.
El pueblo honrado, sabe de sobra quiénes son. Además, la enseñanza liberadora de los sabio-pensadores, como el poeta y patriota José Martí, cala muy hondo en la población, la que, a su vez, cuando es bien acompañada por las instituciones responsables de impartir justicia (desde luego, cuando estas actúan bien, apegadas a derecho), es lógico que contribuirá al logro de la armonía social, la estabilidad económica y el desarrollo político-cultural del país.
Los tiempos cambian y los pueblos despiertan. Las denuncias de las injusticias crecne. Y, muy organizados, luchan también por la conquista de los bienes y servicios que les pertenecen.
– Vibrante denuncia sobre el tema Agua, muy en boga hoy, ante malos augurios de privatización, según se estipula en el Proyecto de la Ley General del Agua, que estudia la Asamblea Legislativa. Aunque los diputados de la derecha radical lo niegan, las organizaciones populares, la Iglesia Católica y otras entidades, insisten en denunciar que crecen los intentos privatizadores. Esta es una denuncia y rechazo justificados, como imperativo insoslayable.
Muchas otras denuncias, reclamos e indignaciones, aunque de menor importancia y con riesgo de no ser oídas, proliferan también, hoy por hoy, en el ambiente socio-político del país. Aquí algunas:
-Denuncia/rechazo, con indignación, de muchos sectores sociales contra la actitud de dirigentes de ARENA, incluyendo su candidato Carlos Calleja, por el trato, indebido e irrespetuoso, al Pabellón Nacional, al usarlo indiscriminadamente en un acto partidario, como atuendo comercial sobre los hombros de los dirigentes, como si fuera un trapo cualquiera, (Foto LPG junio 27/2018, Pág. 17);
– Reclamo popular también de gran sector de la población, ante una orquestada campaña para descalificar a priori al naciente movimiento Nuevas Ideas, con evidente preocupación y temor, y hasta con pronósticos fatalistas y apocalípticos para el país (¿?) (dirigentes de partidos políticos, analistas, empresarios, medios de comunicación, entrevistadores de TV volviéndose entrevistados al opinar y tomar partido…, todos, en un haz granítico, “a impedir que Nuevas Ideas llegue a gobernar”). Independientemente de tendencias políticas -nunca he sido afiliado a ningún partido político- e independientemente también de que Nuevas Ideas sea malo o bueno, reafirmo que en mis casi 60 años de ejercicio periodístico, nunca antes se cubrí una oposición tan orquestada y temerosa, ante el surgimiento de nuevos movimientos o partidos políticos. Aquí -con todo derecho- nacen y desaparecen movimientos socio-políticos, y nadie se opone o lo aprueba. Y ahora ¿?…
-Denuncia mundial, con incidencia en el sentir salvadoreño, ha sido -es aún- el grito desgarrador de madres y ciudadanos del mundo, por la humillante e inhumana separación familiar de los inmigrantes en USA, afectando con mayor crueldad a los niños. Afortunadamente, la denuncia mundial, como imperativo de lucha, está dando sus frutos, para bien de los inmigrantes y de todos…
Y hay más… pendientes, por espacio y tiempo.
Ningún interés personal ni profesional -mi compromiso es solo con la Sociedad- ni tampoco interés de los salvadoreños de denigrar, gratuitamente, a personas o instituciones. Es la denuncia, como imperativo de lucha del pueblo, por su libertad de acción y, especialmente, por su bienestar total, haciendo suyo el histórico legado de José Martí: “Ver una injusticia y no combatirla, es cometerla…”