viernes, 11 octubre 2024

Covid 19 y estigmatización del pensamiento disidente

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La polarización política y moral que observamos a diario en las redes sociales, nos muestra que la naturaleza humana aun es tribal a pesar de varios milenios de civilización. Pablo Malo en su artículo “Las Tres suposiciones del error”, nos dice que se cometen tres equivocaciones a la hora de juzgar a las personas que tienen convicciones morales y políticas contrarias o diferentes a las nuestras. El primer error es asumir que son ignorantes o están desinformados, el segundo es asumir que están informados pero que no son lo suficientemente inteligentes para comprender la información y el tercer error es, asumir que comprenden la información, pero son malvados y hacen caso omiso.

En la polarización política y moral, podemos ver cómo las personas se sienten moralmente superiores e intelectualmente superiores a sus contrincantes de pensamiento. La pandemia del covid 19 no sólo ha impactado la salud de las personas, también ha causado un impacto moral y económico, impactos que también afectan la salud de las personas.

El relato dominante sobre la pandemia covid 19 consiste en asumir que la enfermedad es sumamente peligrosa y altamente contagiosa, por lo tanto, es necesario aplicar severas medidas de distanciamiento social como la cuarentena total o parcial, o al menos otras medidas de distanciamiento como el uso de mascarillas, suspensión de reuniones masivas y otras medidas de bioseguridad para erradicar el virus, o al menos para contenerlo indefinidamente, hasta que haya inmunidad por medio de vacuna. Todas estas medidas no farmacológicas anticovid 19 han sido moralizadas. Las personas que toman un postura crítica y escéptica racional sobre la pandemia y las medidas tomadas al respecto, que dan argumentos contra la peligrosidad atribuida a la pandemia y contra la efectividad de las medidas de distanciamiento social, que argumentan que los encierros son dañinos y  que hay un uso político internacional de la pandemia,  y que dan argumentos de que es un error culpabilizar a la población de los rebrotes de contagios, son ridiculizadas y condenadas por las personas partidarias de las medidas. Se les acusa de ser anti ciencia, de ser conspiranoicos, de ser antivacunas, de ser insolidarios, negacionistas y de minimizar los lamentables fallecimientos por Covid 19. Dicho en palabras más sencillas, se les acusa de ser desinformados, poco inteligentes y malvados.

Hay suficientes argumentos y evidencia para aceptar, o al menos considerar, que las cuarentenas son dañinas y no efectivas, y si tal vez lograran dar resultados, sería a un alto costo, lo que podrían en severa duda su legitimidad moral.  Una de esos muchos argumentos, es La Declaración de Berrintng, firmada por  muchísimos científicos (entre ellos el Dr. Martìn Kullddorf profesor de medicina de la Universidad de Harvard especialista en bioestadística y epidemiólogo experto en la detección y monitoreo de enfermedades infecciosas y evaluación de seguridad de vacunas; Dra. Sunetra Gupta profesora de la Universidad de Oxford epidemióloga experta en inmunología desarrollo de vacunas y modelación matemática de enfermedades infecciosas y Dr.Jay Batthacharya profesor en la Facultad de Medicina en la Universidad de Stanford médico epidemiólogo economista de la salud y experto en políticas de salud pública, enfocado en enfermedades infecciosas y poblaciones vulnerables).

La Declaración de Barrington sostiene que las políticas actuales de confinamientos son devastadores para la salud física y mental, y aboga por una protección focalizada en los vulnerables a la enfermedad, que son los ancianos y las personas no ancianas pero débiles inmunológicamente por enfermedades crónicas.

Esta declaración reconoce lo dañinas que son las políticas actuales de confinamiento, que la gran la mayoría de personas no son vulnerables a esta enfermedad, a excepción de los sectores ya mencionados, y que la inmunidad natural en los no vulnerables será la superación definitiva de esta pandemia.

Lamentablemente, hay otros expertos, y muchas personas convencidas por las ideas de esos expertos, que parecen no ser conscientes de lo dañinas que son los confinamientos totales, sienten indignación moral contra esta declaración.

La estigmatización de las personas que disienten del relato dominante sobre la pandemia es una realidad. Esto no es sano, porque para resolver un problema sanitario y moral, es necesaria la libertad de expresión que garantice la libertad de argumentación racional sobre este tema del Covid 19 y las medidas que se han impuesto. Y se ha comprobado que la visión de quienes creen en los confinamientos totales y otras medidas de distanciamiento social, adolecen de errores.

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Mario Mejía
Mario Mejía
Artista salvadoreño y columnista de ContraPunto.
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